Colombia si quiere la paz

No hay duda que la fiesta que tienen la derecha latinoamericana, europea y el complejo militar industrial y comunicacional, por el triunfo del "NO" en Colombia, solo sirve para tratar de manipular y convencer al pueblo que efectivamente se impuso la cultura de la guerra y que la paz fracasó, cuando no hay mayor estafa que esa apreciación, porque la verdad verdadera, es que una minoría pírrica es la que está con el crimen y el paramilitarismo y dijo no, a la consulta. Se trata de una minoría que vive con todas las comodidades en las grandes ciudades y para nada le ha tocado vivir los sinsabores de la violencia en casi 60 años.

Basta con revisar los resultados electorales en las zonas afectadas por la confrontación militar para entrar en cuenta que quienes si están inmerso en ese mundo, quieren la paz. Allí en esa zonas como El Guaviare Chocó y otros, donde ganó el por paliza. Aquí una pequeña muestra: Sí: en el Chocó, 79%; Vaupés, 78%; Cauca, 67%; Putumayo, 65%; Nariño, 65% y La Guajira, 61%. Eso tiene una razón innegable, allí están los que si quieren vivir en paz y ofrecerle un mundo mejor a sus descendientes. Los que han sentido junto a su familia en carne viva el ácido de la violencia y no los patiquines acomodaticios de las grandes urbes.

Creemos honestamente que en la campaña por la paz, la batalla comunicacional la ganó la ultraderecha con sus medios nacionales e internacionales, mas el miedo a la venganza de los paramilitares que lograron desmovilizar al pueblo, ante la ausencia de un mensaje claro esperanzador por parte de los propulsores del proceso de paz .

Faltó de parte de los promotores una estrategia mediática más agresiva y más prolongada, que diera al traste con el bombardeo de CNN en español, las cadenas de radio y TV de la ultraderecha y los panfletos de la burguesía colombiana y del exterior que hoy festejan el "triunfo del No". No tiene explicación que un pueblo tan martirizado durante mas de medio siglo por la violencia, se haya desmovilizado al punto que solo participó en el plebiscito para poner punto final a la pesadilla un 36 por ciento y de ese 36 por ciento un 50.2, es decir un 18.8, haya dicho NO a la paz. Todo indica que se trata de una insignificante minoría y en consecuencia deben arbitrarse nuevas estrategias para alcanzar tan ansiado fin a la violencia.La capitualción ante Uribe y su falange, no es la mejor vía.

Quienes promueven con sinceridad y honestidad la paz en la hermana república, no pueden rendirse ante la opinión de un 25%, contra 75% de la población que ama a su terruño y que quiere la paz, la tranquilidad y las condiciones para incorporarse a la vida activa y productiva para echar adelante a su maltratada patria. El uribismo criminal, paramilitar y narco, al servicio del imperio norteamericano y las siete bases militares gringas, que amenazan a la patria grande, desde territorio neogranadino, es una pírrica m minoría, que se hará del poder ejecutivo nuevamente mediante el terror de la sierra eléctrica y las masacres, si el pueblo entero no se pone de píe y dice ¡basta!.

Es el momento de avivar la llama patriótica, la llama bolivariana y convocar a un proceso constituyente, como lo plantea la preclara luchadora social, revolucionaria Piedad Córdoba. Un proceso que eche las bases constitucionales para la refundación de la república, que pasa por defenestrar los poderes fácticos de la ultra derecha, guerrerista y paramilitar, que pretende restaurar el uribismo en todas las instancias de poder.

Conformarse con ese NO, del terror y la impotencia, es claudicar y entregar la victoria de La Habana en bandeja de plata a los "Perros de la guerra", que sirven a los más rastreros intereses del terrorista planetario que pugna por eternizarse en territorio colombiano, como lo ha hecho en la mitad de la geografía mexicana, Guantánamo, Puerto Rico, Hawai y otros territorios ocupados producto de la piratería que le ha caracterizado desde su nacimiento como colonia y su evolución como colonizador.

La tarea es no solo de los hermanos colombianos, que deben hacerlo a lo interno, sino de todos los bolivarianos, los hijos de la América Aborigen y caribeña, que debemos movilizarnos desde afuera para alimentar esa gran consciencia pacifista y revolucionaria, que le demuestre al mundo, que el mal llamado triunfo del NO, es una falacia de la ultra derecha internacional y sus operadores internos, que el pueblo hijo de Nariño, Girardot y de Ricaurter, rechaza la guerra, la violencia, la violación de su dignidad y soberanía por parte de Estados Unidos de Norteamérica, que mantiene esa guerra fratricida. Que el NO, es una trampa multinacional que tomó por sorpresa al pueblo y por ahora le frustró sus sueños, pero no todo muere allí. Colombia si quiere la paz.



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Cástor Díaz

Periodista CNP 2414

 cd2620@gmail.com

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