Trump: ¿Una estrategia electoral imperial?

Si se observa que la política interna de Estados Unidos no cambia sustancialmente con la alternancia de gobiernos republicanos o demócratas, ( con un bipartidismo de siglos y con un sistema electoral que no permite la participación directa del pueblo); que las promesas de ambos partidos, en cada elección presidencial, van y vienen sin cumplirse y que todo sigue siendo sistemáticamente más de lo mismo, a la vuelta de cada votación; que la política exterior tampoco cambia, pues se mantiene inexorablemente la intervención ecuménica del Estado norteamericano, bien sea bélica o de cualquier tipo de guerra económica o mediática; que la estrategia de dominación imperial siempre prevalece; entonces surge la pregunta: ¿Quién o quiénes eligen realmente a los presidentes de la gran potencia?

Si el resultado es uno solo, lógicamente hay un solo hilo político conductor: un OMNIPARTIDO invisible que maneja la réal politique estatal. Esa omniconciencia es la que decide quién va y quién no va a ser el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, de cada período.

No es necesario ser un especialista en análisis político para deducir que los integrantes de ese omnipartido son los amos de los poderes económicos financieros, corporativos y bélicos que defienden sus deshumanizados intereses por encima de otros que no sean la acumulación desenfrenada de capital y la dominación imperial del mundo. Basta con medio abrir los ojos para ver lo que está pasando a nuestro alrededor nacional o internacional; ver, por ejemplo, el pan nuestro de cada día de esta guerra económica que estamos padeciendo los venezolanos, en la cual se manifiesta palpablemente la acción de las grandes corporaciones que, ayudados por sus cipayos políticos locales, quieren mantener sus garras sobre las riquezas de nuestro privilegiado suelo patrio.

Pero, continuemos con lo de la estrategia electoral en yankilandia:

Aquí aparece el tema de lo real y lo aparente (tema que siempre ha sido abordado por grandes pensadores de todos los tiempos). Lo real es que en el imperio hay un solo partido: el poder capitalista, que mueve invisiblemente todos los otros hilos del poder, ayudados estratégicamente por sus lacayos: los grandes medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales que financian.

En contrpartida surge la necesidad de lo aparente: una DEMOCRACIA sustentada por dos partidos clonados: el Partido Republicanos y el Partido Demócrata. Es una redundancia decir que son iguales. Apenas si se diferencian en promesas electorales para ilusionar al pueblo votante, que siempre termina defraudado. De esa ceguera persistente de los electores se encargan, precisamente, los grandes medios de comunicación corporativos y transnacionales. Para eso se creó la tecnología comunicacional que arropa al mundo: desde satélites que todo lo espían, los canales de televisión corporativos, pasando por Internet hasta el más humilde teléfono.

Las experiencias más recientes de ese binomio realidad y apariencia lo demuestran: la imagen, luego de dos gobiernos Busch, padre e hijo (quienes continuaron con un reguero de bases militares y de intervenciones bélicas alrededor del mundo, sacrificando a miles y miles de jóvenes norteamericanos los cuales, en vez de llevar una vida de ciudadano normal, junto a sus familias y afectos en sus terruños, se ven obligados a vivir alrededor del mundo como soldados que, cuando regresan a su patria, si es que regresan, se encuentran en un estado de descomposición psíquica y social, por no saber por qué demonios matan a otros seres de otros países, que también tienen derecho a la vida como ellos) la imagen, repito, del Partido Republicano quedó, entonces, bastante deteriorada internamente (especialmente entre los afronorteamericanos, clases bajas y medias empobrecidas, y latinoamericanos votantes, que no es poca cosa) y en el exterior.

Tras esa situación de deterioro, surgió la necesidad de un giro estratégico: le toca el turno al partido DEMÓCRATA, y, para mayor ventaja electorera, lanzar a un candidato afrodescenciente: Obama.

Fue una estrategia genial. ¡El primer Presidente norteamericano afrodecendiente! Hubo quienes lloraron de emoción al verse representados nada más y nada menos que en la Presidencia, por uno de su mismo color. Estados Unidos parecía dar un vuelco político democrático verdadero. ¡Obama recibió el Nobel de la Paz! ¡Aleyuda! Las ilusiones de las reformas sociales y económicas de las clases empobrecidas, de los afrodescendientes y de los latinoamericanos votantes, surgieron como hálitos de esperanza renovadora.

Pero…después de dos períodos de gobiernos DEMÓCRATAS, la desilusión no puedo ser mayor: Obama no sólo incumplió sus promesas electorales. Obama repitió de forma calcada, la misma política interna y exterior de los Bush. Las invasiones bélicas se recrudecieron. Su brazo ejecutor, la OTAN, se fortaleció, asÍ como su alianza con los grandes intereses de la ultraderecha de la Comunidad Económica europea. La desgarradora guerra en Siria es uno de sus mayores legados geopolíticos. Había que continuar con los desastres de Irak y Afganistas y con los planes de cambiar la geopolítica en el Medio Oriente petrolero y por supuesto descalabrar a la OPEP. Su representante de política exterior: la CLINTON, cual emperador romano, para celebrar la horrible muerte de Kadafi en Libia, pronunció la famosa sentencia: "VINE, VI Y VENCÍ" (lo cual la convierte en la candidata ideal para la Presidencia). Obama firmó el decreto intervencionista contra Venezuela, uno de los países con mayores reservas petroleras del mundo….y murió Chávez. Su política desestabilizadoras en Latinoamérica para acabar con el ALBA, la CELAC y UNASUR, está buscando éxitos a como dé lugar, sin importar, por supuesto, la arbitrariedad de los resultados: Honduras, Paraguay, Argentina, Brasil y, dese luego, Venezuela.

Definitivamente, esas fichas del PARTIDO DEMÓCRATA han sido extraordinarias para el OMNIPARTIDO NORTEAMERICANO.

Pero…. han dejado una estela de impopularidad, descontento y descrédito en el propio país. Más aún con el recrudecimiento racial (Paradoja de paradojas, siendo Presidente un afronorteamericano): la matanza de jóvenes de color por parte de la policía y el evidente incumplimiento de sus promesas de reformas sociales, etc., etc.

Entonces, ¿cómo capitalizar de nuevo tanto descontento hacia el PARTIDO DEMÓCRATA? La Clinton es la mejor candidata, de eso no hay duda. Ya lo demostró en Medio Oriente con sus aires de emperadora. Pero ¿un tercer período del mismo partido?. Es cierto que son iguales, pero hay que mantener las apariencias. Sería como mucho y muy evidente.

Y es aquí cuando surge (a mi entender) la estrategia electoral imperial: lanzar a un candidato republicano que sea lo peor entre lo peor: TRUMP. Un candidato tan, pero tan transparentemente impopular que hasta a los mismos del partido REPUBLICANO y ni hablar de los defraudados, no les quede más remedio que votar por la ya preparada y experimentada candidata DEMÓCRATA CLINTON. Hay que hacer pensar que es mejor estar en guatemala que estar en guatepeor. Sanders fue una apariencia más. Le

pusieron la Presidencia en bandeja de plata a la Clinton, la más apropiada para los fines omnipartidistas o sea, imperiaoles.

Este artículo lo empecé a escribir ayer, cuando Trump todavía no había sido nominado como candidato a la Presidencia. Hoy lo logró y eso confirma (pienso yo) lo antes dicho.

No creo, honestamente, en el desenmascaramiento de la política imperial. (Dicen que Trump no tiene máscaras Me parece más bien que tiene una muy bien fabricada). Creo, en cambio, que su candidatura a la Presidencia es una estrategia electoral…A menos que la dialéctica histórica se cumpla, y el triunfo presidencial de Trump sea el inicio del final del imperialismo norteamericano y el declive del Capitalismo salvaje, para la salvación del Planeta Tierra...Digo, más temprano que lo previsto por la propia historia.

Dedicado a dos innegables estrategas contemporáneos, opuestos a la estrategia del dominio imperial: Fidel Castro y Hugo Chávez



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