No es cierto que una organización del tipo o genero que sea pueda tener dos cabezas. Los equipos deportivos tienen un solo manager, es quien traza las líneas estratégicas para alcanzar los objetivos de su equipo, marca las jugadas, dispone de sus jugadores de acuerdo a su plan y filosofía de juego. En una orquesta no pueden existir dos directores, sería un pandemonio. El Partido de la Liberación Dominicana fue creado bajo el esquema organizacional de un solo líder. Todo parte de ese liderazgo para que sus estructuras internas de mando se polaricen de acuerdo a su visión.
Es evidente que sus cuadros políticos mas destacados intentan obviar este asunto, siempre hablando de la madurez del partido, cosa que si es un hecho en cuanto a preservar el poder se refiere. Yo recuerdo perfectamente los momentos de mayor esplendor del liderazgo del Presidente Leonel Fernández, sus acólitos más activos hablaban de la longevidad de su dominio político, y nunca se preocuparon por el único hombre en el PLD que no se adhirió a ese canto de sirenas, me refiero a Danilo Medina. Lo subestimaron, gracias a Dios.
Cuando Danilo luchó por la candidatura presidencial de su partido en el 2007, escuchaba dirigentes políticos de su partido calificarlo como una locura; lo más benigno que decían era que carecía del ángel político y del carisma que le sobraba a la estrella "refulgente" de Leonel. Danilo tuvo que resistir duras pruebas de compañeros de su partido que no solo traicionaron su palabra empeñada de apoyarlo si buscaba la candidatura presidencial del partido, sino que se dedicaron a descalificarlo públicamente por el hecho de haber osado desafiar el liderazgo omnímodo del maestro, líder y guía, Leonel Fernández.
El hombre cruzó el desierto, transformando sus experiencias amargas en fortaleza necesaria para continuar los derroteros que le indicara su destino. Más tarde, con el paso de los años, la historia cambiaría. Danilo pago el precio de su desafío al líder, no obstante nunca expresó palabra alguna contra Leonel al margen de la contienda por la candidatura del PLD, su silencio fue su respuesta, aguantando estoicamente la amargura de la traición y la vejación de sus compañeros, incluyendo la del propio maestro, líder y guía.
La política es un sacerdocio divorciado de lo religioso, acorde al de Melquisedec. El ser político obliga a toma de decisiones que muchas veces escapan de la voluntad personal de quien las emite. El político para avanzar en su carrera tiene que saber cuando son inútiles ciertas cargas, solo así aprovecharía al máximo sus mejores energías haciendo más efectivo su rol en el marco de la responsabilidad que la sociedad le ha confiado.
El destino político de Leonel está íntimamente ligado al venidero ciclo de mando del Presidente Danilo, porque es cierto, Leonel aun no ha perecido, pero su sobrevivencia o posible resurgimiento dependerá esencialmente del desgaste de su compañero del comité político Danilo Medina.
El liderazgo no se construye con "photoshop", ni mucho menos se expande entre "estilos" y la necesaria "grasa" para activar la narcisista maquinaria mediática a individuos que utilizan el poder únicamente en provecho propio. Los leonelistas confundieron la gimnasia con la magnesia, subestimaron las cualidades excepcionales de su más tenaz e inteligente opositor a lo interno del PLD, y es ahora cuando despiertan de sus sueños mesiánicos y destinistas, justo en el momento que se ha hecho irreversible la determinación del hombre en cumplir su encomienda ante Dios y su pueblo.
Ha llegado el momento de acomodar la carga, dejando en el camino o en el puesto que convenga las innecesarias. Y sé que así será, Danilo no desaprovechará esta nueva oportunidad que le presenta la Providencia Divina y el pueblo dominicano de cumplir su MISION VERDADERA, que de ser así colocaría a Leonel en una situación muy compleja y provista de grandes dificultades hacia la restauración del caduco liderazgo que ahora exhibe. Tendrá pocas opciones, o acepta a Danilo como el líder dominante del partido o construye un nuevo camino político ajustado a la visión mesiánica que posee de sí mismo.
