Colombia y la esperanza de la paz.

Si vis pacem, para bellum, reza la máxima latina, "si quieres la paz, prepárate para la guerra". En el caso del hermano pueblo colombiano, han sido 50 años de preparación para la paz, en espera del cese definitivo de hostilidades entre el omnipotente Estado y una insurgencia que decidió en su génesis remoto, elevar la voz de los oprimidos y olvidados por el mismo Estado.

Colombia es hoy noticia mundial, porque el pacto alcanzado en el hermano país, no solamente es de espectro local, sino que trasciende al ámbito regional, específicamente incidiendo directamente sobre los países vecinos como Venezuela, Panamá y Ecuador, que durante los años de conflicto también padecieron sus rigores.

Desde Venezuela, la clase trabajadora, celebramos tan importante acontecimiento para lo sociedad colombiana, y sumamos nuestros deseos para que la paz alcanzada se transforme en equidad, justicia y verdadero bienestar social para los colombianos. Es lo mínimo que podríamos esperar de un hecho tan importante y con tantas repercusiones nacionales e internacionales, porque sería catastrófico, que ocurriese todo lo contrario, tal como en el pasado, con la Unión Patriótica en el gobierno de Belisario Betancur y la desmovilización de los paramilitares en la era de Álvaro Uribe.

En el gobierno de Belisario Betancur, se logra por medio de un proceso de paz el nacimiento de la UP como partido político de las FARC, la historia es bien sabida por los colombianos, el aniquilamiento y desaparición de 3500 militantes de este partido, ante la barbarie impuesta por los paramilitares y narcotraficantes de la época, y finalmente la desaparición del contexto político del partido izquierdista. Un proceso de paz, que solamente aumento la escalada de violencia en el vecino país.

La historia de Álvaro Uribe y la desmovilización de su máxima obra, la importación del paramilitarismo, y aclaro no fue su creador, fue quien lo importó a suelo colombiano desde otras latitudes, no es menos nefasta que la de la UP, incluso, los daños colaterales fueron de mayor alcance que el extermino a los exguerrilleros de la UP. Uribe pactó una desmovilización, sin prever ni educar la conciencia de la sociedad colombiana para asumir tal compromiso, así mismo las políticas de reinserción a la sociedad civil para este ejército (30.000 aproximadamente) de hombres fueron inexistentes, y es así como muchos de ellos se enfrentaron a una realidad de discriminación y de escasas oportunidades dentro de la sociedad colombiana. Esta es la razón por la que los desmovilizados se convierten en un problema de Estado para colombianos y venezolanos.

Un gran número de desmovilizados, ya sin garantías de reinserción (trabajo, vivienda, salud, alimentación, etc.) a la sociedad civil, deciden reincorporarse al mundo delincuencial, de la mano de las bandas criminales emergentes (BACRIM), que se expandieron por todo el territorio colombiano y parte de Venezuela y Panamá. Estas bandas engrosadas por muchos paramilitares desmovilizados, tienen como modus operandi el narcotráfico, la extorción, el secuestro, el sicariato, el contrabando y la minería ilegal como fuente de sus ingresos en los territorios que dominan. Venezuela hoy sufre los daños colaterales en sus estados fronterizos, de una desmovilización fallida, promocionada por Uribe, como la panacea para alcanzar la paz en Colombia, pero los hechos demuestran que el problema se trasladó a este lado de la frontera, afectando la seguridad de miles de venezolanos y la economía del país.

Los venezolanos apostamos a que este proceso de paz, logre la unificación de los colombianos, que Colombia se convierta en un país justo y lleno de oportunidades para todos, porque esta sería la única forma de alcanzar la verdadera paz, y todos aquellos que se reinserten a la vida civil, nunca más tenga que volver a las armas y a delinquir para defender sus ideas políticas o simplemente para sobrevivir. Para Santos y Timochenko queda un largo camino por recorrer y transitar de la paz de diplomacia hacia la paz verdadera, pero saltaran expresiones en el concierto internacional, exigiendo el premio nobel de la paz, sin medir los resultados futuros de este acuerdo.



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