Politiquería a cloaca abierta

En política México está como "en la casa del jabonero, el que no cae resbala". En procesos electorales como los que hoy registra la mitad del país, las campañas sólo se destinan a destapar la corrupción del adversario, de lo que no se salva ni el más inocente de los aspirantes. Sean verdades o mentiras, el hecho es que a la gente le queda la certeza de que todo el mundo en la política es corrupto, y no está lejos de la realidad. El debate de las ideas queda totalmente relegado, si no es que desaparecido, de la contienda electoral. Pero no sólo en tiempos de campaña; en todo momento la oposición combate al gobernante con las mismas armas, sean producto de la investigación veraz, o de la simple difamación. Lo hay de todo, aunque abunda la clase de políticos que bien que merecen ser descalificados. Pero lo asombroso es que, con todo este caudal excrementicio, no se produce acción penal alguna. El gobernante lleva las de ganar por tener bajo su control los instrumentos que debieran procurar justicia, en tanto que los opositores, si llegan a gobernar, entrarán al mismo juego, sean honrados (hay algunos) o corruptos. Pareciera un campo de arenas movedizas en el que se hunde hasta el más pintado.

El caso de Brasil es especialmente ilustrativo. Una presidenta honrada, a la que no se le ha podido enjuiciar por corrupción, es defenestrada por los corruptos que hacen mayoría en las cámaras. Un ex presidente, Lula da Silva, que obtuvo las mejores calificaciones que gobernante alguno en el mundo pudiera merecer, es ahora difamado en busca de anularlo como candidato a regresar a la presidencia. La "impoluta" prensa libre aparece como la mayor orquestadora de tal maquinación. La "mano invisible que mueve el mercado" provoca severas limitaciones al desempeño económico del país y se agrega al embate contra los gobiernos progresistas de Lula y Dilma, para lograr lo que en las urnas no pudieron ganar. Las disposiciones inmediatas del presidente sustituto provisional son más que esclarecedoras: restablecer a rajatabla el modelo neoliberal y la dependencia con los Estados Unidos, ambos desmantelados esmeradamente por Lula. Esa mano, entonces, es invisible pero deja un claro tufo pro yanqui y capitalista extremo. La protesta popular cunde por todo el país.

Es igual al caso de la presidencia de Mauricio Macri en Argentina. Con la deshonesta maquinación de la misma prensa "impoluta y libre" se atacó sin límite a la anterior presidenta, Cristina Fernández, y su partido perdió por poco margen la elección en 2015. Antes del canto del gallo, Macri procedió a destruir todo lo avanzado en los gobiernos progresistas de los Kischner y restablecer el tal modelo neoliberal y la dependencia de los Estados Unidos. Cualquier semejanza es pura intencionalidad. También el pueblo está en la calle para detener tal crimen.

Venezuela está sometida al más feroz de los embates del neoliberalismo pro yanqui, con una mayor eficacia en cuanto a destruir la economía se trata. Es una estrategia de hacer sufrir al pueblo para que se vuelva contra el gobierno y derrocarlo. No tiene parangón lo actuado contra ese país hermano, ni siquiera los atentados perpetrados contra la heroica Cuba han alcanzado tal nivel de saña. Hace falta mucho pueblo para resistir en esta guerra y, todavía, el bravo pueblo venezolano se dispone a defender su Patria en condiciones de la más inicua adversidad. Ecuador y Bolivia están en la mira de los mismos poderes y tendrán que resistir.

En los tres casos analizados la corrupción juega el papel protagónico y, casualmente, no es la que se practica desde la esfera gubernamental, sino la de las oligarquías que sólo defienden sus ancestrales privilegios, bajo el amparo del águila imperial yanqui.

De regreso al caso mexicano, los comicios del próximo domingo darán cuenta del desánimo que las campañas provocan en el electorado. Es previsible y deseable un avance significativo en el respaldo popular a MORENA, con posibilidad de algunas gubernaturas y una clara mayoría en el constituyente de la Ciudad de México. Pero habrá que tener mucha claridad ante la lluvia de mierda que les caerá a quienes lo logren si, como espero, son gente honrada. Hay que trabajar mucho para que el pueblo disponga de una cultura que le permita distinguir y respaldar al que sea honesto y. sobre todo, para defender a la Patria.

 



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Gerardo Fernández Casanova


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