Brasil en la encrucijada


En estos días se decide en el gigante sudamericano si la Presidenta Dilma Rousseff es llevada a juicio político por presunta corrupción. No cabe duda que la Presidenta Dilma Rousseff se ha dado autogoles en los últimos tres años aplicando políticas neoliberales. La economía no ha crecido hace tres años y el desempleo alcanza el 9%.

La crisis económica no justifica lo que parece ser estar en camino: un golpe de Estado mediático-judicial disfrazado de destitución. Aún cuando no hay pruebas contundentes de que Rousseff haya cometido crimen alguno. Las acusación se centra en que violó supuestamente normas fiscales maquillando el déficit presupuestario.

Esa acusación de “maquillaje fiscal” es un pretexto nos dice el profesor Igor Fuser de la Universidad Federal ABC de Sao Paulo: “Es un pretexto. Ya que es un procedimiento de gestión del presupuesto público de rutina en todos los niveles del gobierno, federal, estatal y municipal y fue adoptado por los recientes ex-presidentes Fernando Enrique Cardoso y Luiz Inacio Lula da Silva sin ningún problema”.

Realmente lo que hay en camino es un golpe de Estado, con tintes claramente mediático-judicial, como ocurrió similarmente bajo Zelaya en Honduras y Lugo en Paraguay. Sus diputados acusadores son irónicamente muchos de ellos acusados de corrupción. Muestra de esto es el presidente de la Cámara Eduardo Cunha quien recibió más de R$52 millones de reales, aproximadamente $16.6 millones de dólares, tan sólo de la corrupción en la Petrobras y es propietario de depósitos millonarios en inmorales paraísos fiscales en Suiza. No les preocupa para nada el bien de la nación y la corrupción. Por lo general los medios de comunicación en particular la poderosa Rede Globo de TV y el influyente periódico Folha de Sao Paulo se han unido a este intento de golpe destacando las manifestaciones de los que piden su “destitución”, es decir, golpe de Estado institucional.

Sabemos por nuestras frecuentes visitas a Brasil que la corrupción ha sido típica en la historia de Brasil, corrupción que ha salpicado incluso al Partido de los Trabajadores (PT), partido que representa Rousseff. Como afirma el ecoteólogo y filósofo brasileño Leonardo Boff quien respalda a Rousseff: “La corrupción la ha habido siempre entre nosotros en todas las esferas. Negarlo sería hipocresía. Sectores importantes del PT se dejaron morder por la mosca azul del poder y se corrompieron... deben ser juzgados y castigados”.

El asunto de la corrupción ni la crisis económica, ni la operación en el lava autos del 2013 donde se intentó vincular a Lula con lavado de dinero están en juego en esta crisis. De lo que se trata es de desprestigiar el gobierno de la presidenta Rousseff, evitar que el ex-presidente Lula, que apoya a Rousseff, se postule para las próximas elecciones, terminar de una vez por toda los avances en la educación, recortar los logros sociales especialmente para capas más pobres, entregar la soberanía a EEUU, dar completamente luz verde al agronegocio, romper las alianzas entre los gobiernos progresistas de la región y hacer desaparecer al PT.

Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, negó que haya una acusación “bien fundada” contra Rousseff. Por esto y mucho más, en vez de hacer un golpe de Estado mediático-judicial a nuestro parecer se podría hacer un referéndum revocatorio, una asamblea constituyente popular, esperar hasta la próximas elecciones presidenciales, el asunto es que el pueblo, no el Congreso Nacional, debe tomar la decisión final. En esta encrucijada esta en riesgo el porvenir, bienestar o malestar del pueblo brasileño, la democracia, el Estado de Derecho y el futuro de Brasil.


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1559 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter