El resultado del reencuentro Santos Maduro en Quito, parece haber disipado las sombras que impedían ver la luz al final del túnel.

En efecto, el dialogo directo entre los presidentes de Venezuela y Colombia en la capital ecuatoriana, aun cuando no satisfizo las expectativas de las oligarquías; lo que si hay que aceptar, es que fue capaz de revindicar, las esperanzas de dos pueblos que, de buena fe, apostaban al éxito del mismo.

En principio hay que reconocerle a nuestro embajador en la OEA,  Roy Chaderton, su sabia intervención en esa instancia para convencer a sus colegas, aun cuando fuese por un voto; rechazaran la pretensión del gobierno neogranadino de dejar en manos de los cancilleres de los países allí acreditados, debatir la problemática del cierre de la frontera en la que Maduro, seguramente, figuraría como el villano de la película.

La oportuna intervención de los mandatarios de Uruguay y Ecuador Tabaré Vázquez y Rafael Correa  en su calidad de presidentes de Unasur y la CELAC respectivamente, (no en vano organismos impulsados por el presidente Chávez) para convencer a Santos de que el dialogo cara a cara propuesto por Maduro, era la vía  expedita para salir de la crisis que, azuzada por el imperio y sus lacayos, amenazaba con salidas peligrosamente temerarias; fue la clave para, en las primeras de cambio, devolverle la paz a la región.

Eso lo preví en mi último artículo  titulado: “El abre-boca de los crímenes puestos al descubierto realizados al cierre de la frontera”. Allí advertí que, en aras de no echar más leña al fuego; ambos gobernantes podrían acordar hacerlas de su exclusiva reserva. Hasta cierto punto, eso fue lo que sucedió si tomamos en cuenta los términos de la Declaración Conjunta a la que el presidente Correa dio lectura y los siete puntos incluidos para que sus respectivos ministros sean quienes se ocupen en lo sucesivo de desglosarlos en función de lograr la nueva frontera de paz y prosperidad para ambos Estados.

Los puntos: Retorno de los respectivos embajadores. Investigación de la situación de la frontera. Reunión de equipos de ministros para tratar temas sensibles de frontera. Progresiva nacionalización de la frontera. Coexistencia de modelos económicos, políticos y sociales. Llamados a los espíritus de unidad, hermandad y humildad en el marco del respeto mutuo. Y, séptimo: Continuar trabajando con acompañamiento de Ecuador y Uruguay.

Independientemente de normalizar relativamente nuestras relaciones diplomáticas como se desprende del primero; por supuesto que en el resto figuran temas como el del narcotráfico, el contrabando de nuestra gasolina, alimentos y medicinas subsidiados, las mafias que en Cúcuta empobrecen el valor del bolívar y la violencia producida por paramilitares aun cuando el término paramilitar no figure en el vocabulario oficial neogranadino.

En torno a la presunta violación de los derechos humanos contra los des patriados colombianos, según autoridades de ese país, no fue excluida de ser investigada, como tampoco las atinentes a las actuaciones de las mafias fronterizas e internacionales que operan para enemistarnos en pro de mezquinos intereses.

A propósito hay que reconocerle a Santos, haber admitido por primera vez la existencia de estos flagelos, sobre todo cuando sentencio: “entiendo la preocupación de Venezuela por las mafias incrustadas en la frontera” y anuncio que cooperaría para combatirlas. Pero así mismo le reconoció a Venezuela el papel de cooperación que ha jugado en el proceso de paz que se adelanta en su país.

Por su parte el presidente Maduro luego de admitir que había sido un dialogo franco, sereno y de respeto, destaco que fue una reunión de hermandad en la que no hay cabida para el odio, la intolerancia y el revanchismo. Dios lo oiga e ilumine a los equipos ministeriales de ambos países para que más temprano que tarde, una vez reactivado el paso legal entre las patrias bolivarianas, tengamos esa nueva frontera donde el ganar, ganar, sea el fruto del mejor de nuestros esfuerzos.

(Periodista jubilado)