Paramedios colombianos quieren alentar una crisis diplomática

Parece trillado denunciar en estas líneas, la componenda mediática de los grandes medios contra la Revolución Bolivariana, cada vez que ésta en su derecho legítimo a su autodeterminación e independencia, toma alguna decisión que considera conveniente. Antes era culpa de Chávez, ahora es de Nicolás, quien al parecer heredó con mayor nivel la responsabilidad de todo lo malo que acontece en el globo terráqueo.

Por estos días, el hecho noticioso de mayor impacto tiene que ver con la decisión del Gobierno venezolano de decretar Estado de Excepción en municipios fronterizos con la hermana república de Colombia. Pese a que la Constitución venezolana establece esta medida ante circunstancias de cualquier carácter que afecte gravemente a la Nación, sus instituciones y en especial al pueblo, la guerra de cuarta generación no cesa.

No ha faltado mayor motivo entonces para que la oligarquía comunicacional colombiana haya enfilado todas sus baterías en contra del presidente Maduro, a quien el guión le asigna el personaje antagónico de esta película de ficción, muy por el contrario de la figura del mandatario neogranadino, Juan Manuel Santos, a quien han posicionado como el corderito indefenso que debe "acaparar" la lástima de la audiencia.

Ahí están RCN, Caracol, El Tiempo y más allá de esa frontera la cadena televisiva CNN, desinformando sobre lo que no acontece en este incidente limítrofe. Por más ingenuo que uno quiera hacerse pasar, es imposible sostener que esto sea en modo alguno un hecho aislado y circunstancial.

El presidente Maduro ha sido enfático y la voz de la aguerrida canciller venezolana, Delcy Rodríguez, lo ha repetido hasta el cansancio: la decisión soberana de cerrar la frontera en contra de la infiltración paramilitar; el contrabando de productos de primera necesidad y combustible; cambio y reventa del Bolívar para debilitarlo; entre muchas otros aspectos que por largos años han socavado la estabilidad y la paz de Venezuela, obligan a ambas naciones a consolidar nuevas formas de relacionarse.

Los medios de comunicación colombianos que por mucho tiempo fueron cómplices de todas estas acciones negativas, que vale la pena aclarar que no son cometidas por el pueblo honesto colombiano, sino por grupos específicos dedicados a la acción paramilitar y delincuencial que instauró Álvaro Uribe en el vecino país, manipulan la realidad para que no se resuelva el problema sino para que se incremente.

Tal como los catalogaría Eduardo Galeano: "los medios de la incomunicación" que representan a la oligarquía colombiana, en su afán de recrudecer las tensiones entre ambas naciones han intentado sacar ventaja de esta circunstancia al presentar la verdad en su forma inversa.

Sólo basta con repasar una pequeña muestra de titulares para evidenciar el tratamiento deshonesto, irresponsable y amarillista de esta acción que busca proteger al pueblo venezolano y a la gran cantidad de colombianos que ha acogido esta patria con los brazos abiertos y con quienes ha compartido todas las virtudes de la tierra que vio nacer al Libertador Simón Bolívar.

Exacerbadamente andan posicionando ante la opinión pública que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana está poniendo en peligro a la patria colombiana. Refuerzan la falacia al esconder, por estos días, que precisamente Colombia es uno de los países más militarizados en el mundo. Sólo en los ocho años de uribismo, los gastos militares alcanzaron la escandalosa cifra de 100 mil millones de dólares, según el libro "Colombia un eslabón geoestratégico de los Estados Unidos y el imperialismo contemporáneo" de Renán Vega Cantor y Felipe Martín Novoa.

Así es, en Colombia el 6.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) es dedicado a la militarización, lo que se traduce en que casi el 15 por ciento del presupuesto se consume en gastos militares; mientras que Venezuela solamente dedica el 1.2 por ciento del PIB, es decir el 4 por ciento de su presupuesto.

Pese a esas distantes cifras, las fronteras colombo-venezolanas han adolecido por muchos años de la presencia y efectiva acción de los cuerpos castrenses colombianos para erradicar las malas prácticas en estos límites. Además, ante las dificultades que experimentan los pobladores de las localidades colombianas cercanas a Venezuela, han visto en nuestra tierra la forma idónea de la resolución de sus problemas, trayendo consigo la generación de muchos más problemáticas para los venezolanos y venezolanas.

La cultura del vivo y esta enfilada mediática supone la desaparición del concepto tradicional del campo de batalla e intenta colocar al país neogranadino como la parte atacada. La manipulación de estos grandes medios y los mensajes difundidos a través de estos buscan influir negativamente en la opinión pública a través del terrorismo mediático.

Debo insistir que de ninguna manera se trata de una casualidad, sino que por el contrario todos los hallazgos, incautaciones y aprehensiones realizadas estos últimos días por el Gobierno venezolano en búsqueda de la paz, dan cuenta de la realidad de este plan sistemáticamente concebido en varias fases a través del combate no convencional, arremetida, que no es un secreto para nadie, es alentada por Estados Unidos.

La actual crisis fronteriza colombo–venezolana, tiene mucho que ver con el imperio estadounidense, la CIA, las siete bases militares gringas en el hermano país y el paramilitarismo en su mayor expresión conducido en esa nación por Uribe.

Así las cosas, se hace necesario desenmascarar la estrategia imperialista de los Estados Unidos, apoyados en los medios colombianos para agredir a Venezuela. Hasta la médula el imperio está embarrado en esta preocupante situación tanto con acciones de baja y mediana intensidad.

Hoy más que nunca el espíritu de unidad del Libertador Simón Bolívar debe prevalecer ante este cruento ofensiva en contra del la República Bolivariana de Venezuela. La Patria Grande debe imponerse ante las pretensiones injerencistas y malévolas del imperialismo norteamericano porque tanto los venezolanos como los colombianos somos bolivarianos.

De ahí la concepción de Bolívar sobre la importancia de la imprenta, que lo acompañó en cada batalla que libró. Tenemos entonces, los hermanos colombianos de bien y nosotros los venezolanos honestos, la responsabilidad de dar a conocer la verdad en unión, ante este miserable ataque de la mentira y la manipulación que nuevamente ensucia el oficio periodístico.

¡Llevemos las ideas bolivarianas a todos los rincones del mundo!

angelwmunoz@gmail.com



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