Grecia: Terror y temblor

Es totalmente cierto que lo que vivimos hoy día, con el caso de Grecia, es el enfrentamiento entre dos polos. Por un lado, el polo de la patología estructural neoliberal y su ideología, el poder financiero aupando el abandono de la "función protectiva" del Estado, tal cual lo hicieron los Alcaldes de la oposición en Venezuela, en el periodo de "las Guarimbas" al no intervenir para garantizar la vida de los ciudadanos que los eligieron.

El Plan es una "depauperación" programada, se viola el derecho internacional para instaurar una nueva "norma", disfrazada de "rescate" o peor una "lógica" que usa y desnaturaliza el concepto franciscano de "austeridad" y lo sustituye por un "terror" administrado y controlado.

Los "negociadores" conciben a la sociedad en su conjunto, en su producción-circulación-consumo, ajenas a las garantías y derechos, para los cuales se erigió, por mandato popular. Se "desinfla" ese referéndum del 5 de julio, se congela la significación de la soberanía que radica en el pueblo, y se manda una señal de "terror" y "temblor"

El otro polo es Tsipras. Antes de "la capitulación" buscó, como sociedad, proporcionar unas condiciones objetivas de menor exclusión en términos progresivos, expansión de la calidad de vida y declinación de la desigualdad. Se enfrentó a los que adversan el Estado-nación, la reverberación mediática, el manejo de la culpa, y la definición de anacrónico "a todo" lo que huela a defensa de la continuidad de los derechos humanos. Pero, el nudo del laberinto es: la derecha mundial que cataloga la defensa de los derechos sociales como "populismo" y los intereses alemanes de la Merkel, que en su venganza atávica contra Europa, está alineada para privilegiar a una minoría, a la élite de accionistas y la rentabilidad.

Aún con la "capitulación" Tsipras, -que en criollo "mató al tigre y le tiene miedo al cuero"- activó un proceso constituyente, tuvo el mérito de enfrentar la patología neoliberal. Como todo "griego racional" en época extrema, lo estremeció un "espejismo". Era "vida o la deuda". En el "Caracazo" se jugó "el todo", y se encontró la esperanza.

 



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Joaquin Lopez Mujica

Filósofo, escritor y diplomático

 j.lopezmujica@laposte.net

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