Beiyín cambia la relación Unión Europea-China transformando el contexto

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El anuncio de Beiyín durante la cumbre celebrada en Bruselas el 29 de junio recién pasado, que va a comprometer una inversión mil millonaria en euros en el fondo para la nueva infraestructura de Europa calculada en 315 mil millones de euros, marca un hito en la diplomacia financiera e inyecta una dramática vitalidad a los vínculos entre la Unión Europea y China a costa de Estados Unidos. Se trata también del último paso dado por China en sus esfuerzos por construir una gobernanza económica regional, macro regional y global a través de medios pacíficos, desafiando así a Estados Unidos que se ha embarcado en una política de contención a China en el Mar del Sudeste Asiático y en el Pacífico Asiático por medios militares.

La gestión de Beiyín amerita acciones efectivas de parte de la Unión Europea entre otras cosas, para persuadir a Washington que de hecho no existe una amenaza china a su seguridad nacional, sino al contrario, se trata de una serie de medidas económicas que apuntan hacia el desarrollo pacífico que abarca no solo a los vínculos entre la Unión Europea y China sino también al continente Euroasiático y también al área Asia Océano Pacífico.

China es comprendida como una oportunidad para la prosperidad común

La última gestión de Beiyín ocurrió luego de la decisión tomada por los gobiernos de la Unión Europea de ingresar al Banco de Inversiones en Infraestructura Asiática, AIIB (sigla en inglés)

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el pasado mes de marzo. Pero los planes de China son aun más extensos en cuanto a geoestrategia por cuanto incluyen dimensiones macro-regionales como también integran la política de la Ruta de la Seda conocida también como Una Faja, Una Ruta, OBOR (sigla en inglés). Esta abarca el interior de Eurasia lo cual incluye a Asia Central, región donde Beiyín específicamente tiene proyectos por el orden de 50 mil millones de dólares, sumados a la ruta marítima que incluye al Mar del Sur de China, al Océano Índico y el Mediterráneo. En general, el Fondo para la Ruta de la Seda está provisto de 40 mil millones de dólares dedicados a la renovación de las antiguas rutas que han conectado a Asia con Europa a través del transporte de mercancías e ideas a través de Eurasia durante siglos y que actualmente incluye a unos sesenta países.

Tan extensos planes refuerzan la noción de "crecimiento pacífico" de China que fue dada a conocer por el estratega chino Zheng Bijian durante el Foro de Boao el año 2003. Zheng explicó en artículos posteriores que "China no seguirá el camino que tomó Alemania y que condujo a la I Guerra Mundial o aquel de Alemania y Japón que condujo a la II Guerra Mundial, cuando estos países violentamente saquearon recursos naturales y buscaron la hegemonía. Tampoco China seguirá la ruta de las grandes potencias compitiendo por la dominación global durante la Guerra Fría. Todo lo contrario, China trascenderá las diferencias ideológicas.

Por otra parte, de manera específica en su último desplazamiento, el compromiso de Beiyín de invertir miles de millones de euros en el fondo de 315 mil millones de euros para la nueva infraestructura de Europa es tanto incluyente como orientado a una gran estrategia --a pesar que las cifras aun no han sido reveladas-- presumiblemente serán del orden de los miles de millones y se espera que vengan acompañadas por una solicitud a la Unión Europea para que la rentabilidad de la inversión vaya al esfuerzo occidental de China –la Iniciativa OBOR—para el establecimiento de importantes vínculos energéticos y de comunicaciones que lleguen hasta Grecia desde Asia Central, Occidental y del Sur.

La visión de Zheng desde hace más de una década, aparece ahora más factible que nunca. Como él entonces lo señaló, "Beiyín propugna por un nuevo orden político y económico internacional, orden que puede ser alcanzado a través de reformas graduales."

Por otra parte, algunos observadores occidentales han notado que más allá del idealismo, algunos de estos planes de China beneficiarán preferentemente a varias compañías chinas, particularmente de tamaño mediano, más que a los países extranjeros. Pero, de manera justa, en vista del tamaño de China, varios países centro asiáticos y algunos pequeños países europeos podrían beneficiarse más que China precisamente debido a sus tamaños. Del mismo modo, presumiblemente, la inter relación de todos estos proyectos traerá un beneficio común, buena voluntad y colaboración con empresas extranjeras en áreas donde las contrapartes chinas carezcan de experiencia y capacidad.

Se necesitan nuevos enfoques

Si el concepto de crecimiento pacífico de China no lo creen los estrategas del Departamento de Estado (que todavía quieren ver a la nueva superpotencia a través de la óptica de la Guerra Fría) podría argumentarse de manera enérgica que todos los planes financieros y de infraestructura demuestran que China está actuando como un factor global responsable, cooperador en el escenario internacional y no se está comportando como un oportunista aprovechador como el gobierno de Obama con frecuencia la ha estado acusando en años recientes.

Más importante aun es la carencia de un refinado conocimiento de parte de las elites políticas y burocráticas de la Unión Europea para estar a la altura de la sinergia de China.

En realidad, la mayoría de los eurócratas nacieron en la era Euro-Atlántica y debido principalmente a ese mismo hecho están mentalmente menos preparados para actuar en un mundo pos-norteamericano. En otras palabras, menos preparados para ver todo el potencial de las nuevas iniciativas promovidas por China. El acuerdo del año 1985 entre la Unión Europea y China sobre comercio y colaboración, más siete acuerdos legalmente vinculantes firmados por Bruselas y Beiyín han estado rigiendo las relaciones bilaterales durante casi cuatro décadas. El contenido que impulsa el acuerdo es de carácter euro centrista e implica un enfoque "de cambio a través del comercio". Aquí no hay nada contradictorio excepto por el hecho que algunos eurócratas han pensado que una manera de contribuir a una sociedad abierta y democrática en China es una meta posible de alcanzar por vía de la promoción del cambio a través del comercio con Europa.

Ahora la idea está de vuelta con una nueva cara de la manera potencialmente más positiva en un continente cuyos líderes localmente han sido incapaces de abordar la crisis económica y en algunos aspectos han demostrado falta de unidad como socios de la Unión Europea . Pensemos por ejemplo en la posibilidad de Grecia o Gran Bretaña de retirarse de la Unión Europea para sorpresa del gobierno de Xi Jinping, ansioso de ver estabilidad tanto en casa como en el exterior entre su más estrecho bloque asociado.

Como lo anunció la Comisión Europea el pasado mes de noviembre, el Plan de Inversiones de 315 mil millones de euros también conocido como el Plan Juncker (nombre del autor, Presidente de la Comisión Europea) apunta a estimular nuevamente el crecimiento europeo y conseguir más gente de vuelta al trabajo. Se presume que cuando Beiyín anuncie su contribución en Bruselas a fines de este mes, con detalles específicos a ser anunciados en Beiyín en el mes de septiembre, China habrá ganado un mayor prestigio entre muchos ciudadanos europeos en el año del 40° aniversario del establecimiento de relaciones bilaterales.

Hechos y cifras recientes

El 2015 es el año para volverse y mirar hacia atrás y ver que a la vuelta de una década de la firma del acuerdo de comercio y colaboración entre China y la Unión Europea, en 1985 Europa mantenía un superávit comercial con China. En aquellos tiempos un enorme país del Tercer Mundo, en gran medida aislado y comunicándose a través de una modesta infraestructura, ahora su economía es tres veces más de lo que era el año 2005. Según el Fondo Monetario Internacional, FMI las estimaciones sobre la paridad del poder adquisitivo de la economía de China, el pasado mes de diciembre, es de $17,6 tn --por debajo de la del bloque de la Unión Europea que es de $18,5 tn y ambas por encima de la norteamericana que es de $17,4 tn.

En este año 2015 como en la mayor parte de los años recientes, la Unión Europea pasó a ser el mayor socio comercial de China, mientras que China es el mayor socio comercial de la Unión Europea justo detrás de Estados Unidos. China, inmersa en un impresionante comercio bilateral de más de un mil millones de euros al día, bien podría convertirse en el primer socio comercial de la Unión Europea dentro de esta década.

De manera sorprendente, el año pasado, Gran Bretaña el más estrecho aliado de Estados Unidos en la Unión Europea, estuvo evaluando sus propios intereses de acuerdo con la nueva era Asia Pacífico, alejándose de las opiniones de Washington. Una de las medidas innovadoras de Londres fue su decisión de ser el primer país de Europa que abre un fondo de mercado monetario denominado en yuanes. Otra actitud más que técnica y claramente geopolítica es su alejamiento de la posición de Estados Unidos de no adherirse al Banco de Infraestructura de Asia. El ingreso de Londres al banco el pasado mes de marzo fue rápidamente imitado por varias capitales europeas como si no fueran socios sino más bien competidores tratando de llegar primero. Bruselas tuvo muy poco que decir acerca de una medida de honda significación tanto histórica como geoestratégica. En este momento en vista de la próxima visita del Primer Ministro Li Kegiang a Bruselas este mes para anunciar el compromiso de China con el Plan Juncker, se podría anticipar nuevos compromisos.

Se necesita un enfoque más amplio

Varios ex líderes europeos, todos ellos, han tratado de explicar en el continente la necesidad de actuar sin divisiones internas para una política exterior común y proyectos de largo alcance con China. Ahora el momento ha llegado, pero se necesita aun más.

Beiyín define a China y a Europa cuyas relaciones bilaterales alcanzaron status de asociación estratégica en menos de dos generaciones como "socios civilizatorios". La fuerza impulsora china está indicando una vía euroasiática, que incluye a Rusia como un socio importante. Bajo las actuales circunstancias de crisis económica y volátiles perspectivas de seguridad, es un hecho que hay que tomar en cuenta tan pronto como sea posible tanto en Bruselas como en las principales capitales de la Unión Europea para el desarrollo de la cooperación euroasiática incluyendo a todos los miembros del macro-continente. China está a punto de alterar las dimensiones del contexto geoestratégico y sería aconsejable considerar de manera realista e imaginativa nuevas rutas de acción. En este momento, es una cuestión apremiante.

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Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona



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