Rusia: la doble victoria, contra dos imperios

No solo los hermanos de la Federación Rusa, sino también, el mundo libertario, todos celebran los setenta años del triunfo sobre la opresión imperial, no solo la del nazismo europeo, sino también, la estadounidense. Es decir, si el Ejército Rojo no hubiese derrotado a los alemanes, llegando hasta Berlín, antes que los circenses del show conocido como "El Día D", en el que el imperio de Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) se construyó una historia de triunfo y libertad con el desembarque a Normandía (Francia), para darse protagonismo y falsa primacía, la prepotencia de este imperio hubiese hecho de las suyas sobre el resto del mundo y hubiese liquidado toda esperanza de liberación de toda opresión del capitalismo, tal y como la historia, setenta años después lo ha demostrado.

Por otra parte, tanto la caída del Bloque Soviético, como los medios de comunicación puestos al servicio de la mentira, sobre todo, desde el cine, han servido para distorsionar la historia, en la que se ha contado parcial y de manera maltrecha qué fue lo que sucedió. Se trataba, en aquel entonces, de liquidar la expansión de una fuerza fascista, presidida por Adolf Hitler, conocida como el nazismo, que fue producto o criatura incontrolada, tanto de EEUU como de sus aliados en Europa, terminando éstos últimos como víctimas de las monstruosidades que ellos mismos auparon y crearon, habida cuenta del coco del "comunismo" y la satanización que del mismo hicieron con la propaganda "fascio" que promovieron desde EEUU.

Hoy, todavía EEUU todavía explota el odio de los judíos sionistas contra el mundo, luego de exponerlos al exterminio genocida de Hitler, que no fue mayor, ni pudieron desaparecerlos de la faz de la tierra, gracias a la intervención temprana de las tropas soviéticas, desde Polonia, pasando por Noruega, Dinamarca, Francia, Bélgica y Luxemburgo, hasta llegar a Alemania. Irónicamente, el aprendizaje que vivido por los judíos como víctimas a manos de criminales nazistas, la están aplicando contra Palestina, entre otras víctimas, como los etíopes, a quienes también asesinan y agreden por ser negros y no puros o arios, como lo soñaba Hitler y lo combatió el pueblo ruso.

Tiempo después, gracias a esa fuerza de empuje del glorioso pueblo ruso y del resto de países de la Unión Soviética, que ofrendaron más de veintisiete millones de vidas de sus mejores mujeres y hombres, podemos decir que entre dificultades, altibajos y vaivenes, la gesta se inició en 1939, que se coronó el nueve de mayo (Hora de Moscú) de 1945, con la Gran Victoria Patria, no solo liberó a los pueblos de Europa y su influencia en el resto de los otros continentes, sino que, el sentido libertario inspirado en sus próceres e ideólogos, se extendió y maduró por todo el mundo, convirtiéndose en mieses que dieron como frutos el nacimiento de pueblos libérrimos y emancipados, de una clase trabajadora internacionalista, con líderes revolucionarios, que hoy nos señalan el surgimiento y consolidación de un nuevo mundo: el multicéntrico y pluripolar, en contraposición del viejo, desgastado, ecófago y ecodida, conocido como el imperio, que se disfraza de democracia, para oprimir y parasitar al mundo, con hambre, miseria, muerte y destrucción.

Por todo lo que hicieron los héroes rusos hace setenta años, hoy podemos decir que ya no se trata de salvar al mundo de otra guerra como la Segunda Guerra Mundial, que no solo fue para librarnos de nazismo hitleriano y de sus aliados, sino también, para impedir que el imperio de EEUU se apoderara del mundo, como hasta ahora, pretende seguir haciendo. Hoy, se trata de enfrentar la locura imperial del viejo mundo unipolar y belicista, como lo están haciendo con valentía, los hermanos del pueblo ruso y su Presidente Vladimir Putin, además de millones de mujeres y hombres de Lugansk, Donetsk, Bielorrusia y Ucrania, entre otros, que se resisten al fascismo y al cerco que desde el imperio decadente pretenden contra Rusia y contra el mundo libertario.

Por lo antes expuesto, hay muchas razones para celebrar la gesta histórica del pueblo ruso, sobre todo, con el reto de salvar el planeta de la destrucción a la que nos puede llevar, peligrosamente, el imperio del viejo mundo decadente unipolar. Por ello también, hijos de estas tierras libertarias de Nuestra América y el Caribe, Cristina Fernández de Kirchner, Raúl Castro y Nicolás Maduro, entre otros cientos de líderes mundiales, se hacen presentes en suelo ruso, para celebrar junto con ellos y en representación nuestra, el triunfo contra el mal que hace setenta años se terminó de librar, y que hoy, siguen librando, Rusia y todos los países del este nuevo mundo multicéntrico y pluripolar, en esta apuesta por un nuevo mundo, del "buen vivir" y del "vivir viviendo", como predicaba el hermano eterno de los rusos, el Comandante Hugo Chávez, nuestro liberador del siglo XXI.



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Luis Alexander Pino Araque


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