Lampedusa y el exterminio de los africanos negros

Lampedusa es una pequeña isla italiana que tiene la mala suerte de estar ubicada como primer lugar de posible desembarco en la desesperada huida de miles de africanos que renuncian a sus patrias acosados por el hambre y por una vida indigna, aún para el más infeliz de los animales. Estos negros fugitivos son descendientes de esos abuelos que fueron esclavizados hace cientos de años por la codicia de ingleses, franceses, italianos, portugueses, belgas, etc. Y además paralelamente destruidas sus economías, saqueados sus recursos naturales y agobiados por enfermedades infecciosas que les llevaron de regalo sus invasores europeos. Uno de los pretextos fue inculcarles a la fuerza una religión apta para la sumisión llamada cristianismo. La misma receta y estrategia que aplicaron en Latinoamérica. Antes de la llegada cruzada de los europeos ni en África ni en Latinoamérica se conocía el hambre. Por su parte los ingleses que emigraron a América fueron más prácticos con el 95% de los Piel Rojas y otras etnias de Norteamérica: los exterminaron para asegurar la pureza de la raza blanca en su paraíso americano. Hoy las naciones africanas continúan devastadas todavía por los intereses europeos vigentes y por los negros apátridas que, gozando de una vida europea explotando a sus propios compatriotas y defendiendo los intereses de quienes asesinaron o esclavizaron a sus abuelos, les sirven de comparsa a sus amos de siempre.

Los negros africanos que hoy arriesgan sus vidas en frágiles barcazas diseñadas para la muerte no quieren apoderarse del estilo de vida europeos, sencillamente quieren sobrevivir junto a sus pequeños hijos. Son traficantes de distintas nacionalidades quienes los hacen surcar el Mediterráneo en verdaderas ruletas rusas flotantes. Mientras tanto los gobernantes de Europa “muy preocupados” organizan comisiones de estudios emparentados con las tortugas, por no terminar nunca en llegar a conclusiones de acción, realizando “un gran esfuerzo” para buscar salidas viables al molesto problema de miles de cadáveres africanos flotando en el océano, situación nefasta para el turismo, sobre todo para los cruceros de placer. Se trata de una tarea molesta para los expertos europeos que no tardan en suprimir “dictaduras” como la de Libia por el modesto precio de convertir una nación próspera en un estado fallido aunque en defensa de la sagrada libertad. Mucho mayor trabajo han tenido que realizar contratando mercenarios para desangrar y apoderarse de Siria. La muy decente institución ACNUR (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados) cumple por desgracia, con las escasas atribuciones y recursos financieros que posee, sólo una acción mitigadora.

Mientras tanto África sigue cumpliendo su función de esparcimiento con sus safaris para reyezuelos de opereta como un tal Felipe y sus descendientes que nos hacen el favor de eliminar en la medida de lo posible a los pocos elefantes que van quedando en el planeta y que suelen estorbar el tránsito en las ciudades africanas, también para que sigan reimprimiendo La Cabaña del Tío Tom con su mensaje implícito de que es preciso aceptar la voluntad divina y no luchar y para que sigamos sin comprender que en el fondo el racismo es un problema de lucha de clases.

enesfer25@hotmail.com


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