Pienso, siento y luego escribo

En oportunidades, bajo ciertas circunstancias, es ineludible pensar sobre ciertos tópicos pero no deben ser expresados, un rasgo de prudencia: se piensa pero no se dice. Dadas las reiteradas desgracias que recaen sobre los habitantes del planeta me obligo a reflexionar sobre los males que estamos padeciendo, de igual modo, espero tener la templanza y el equilibrio al escribirlo, a riesgo de ser mal interpretado. Hay momentos de la vida que mis pensamientos se me atoran en alguna dendrita y me preciso buscar la vía de expresarlo y por fortuna lo encuentro en la escritura.

Debo dejar bien claro que soy militante de la paz, no admito ninguna forma de violencia, ni la verbal, mucho menos consiento un empujón y no admito una acción que atente contra la dignidad y la vida de mis semejantes. Lo afirma quien suscribe y cuya familia fue víctima del fanatismo político.

La población mundial está consternada ante el ataque terrorista contra el semanario Charlie Hebdo donde lamentablemente perdieron la vida doce periodistas y otras cinco víctimas en los suburbios de París. Indudablemente, nada justifica la perdida de la vida de varias personas en manos de unos fanáticos. El problema estriba en que el terrorismo, tal como lo analizo, no es una causa, es una consecuencia de cientos años de viles acciones de los imperios sobre la comunidad musulmana radicada en el oriente medio.

El problema hay que analizarlo desde hace muchos años atrás y dentro de otro contexto, es decir, desde cuando comienza el colonialismo sobre la zona costera de áfrica. Entendiéndose como colonialismo "la influencia o la dominación de un país por otro más poderoso de una forma violenta a través de una invasión militar, o sutil, sin la intervención de la fuerza. Esta dominación puede ser política, militar, informativa, cultural o económica".

Durante el siglo XIX los países europeos buscaron la expansión debido a que existía demasiada población en Europa y a que les sobraba dinero. Además del dinero llevan sus ideas, su religión, su política y su forma de vida. Es el resultado de la revolución industrial en Europa, intentando así controlar y explotar la mayor parte del mundo. Este predominio europeo dura unos setenta a ochenta años. El móvil del colonialismo fue la necesidad de exportar capitales excedentes de producción.

En 1873 se produce una crisis económica y Europa se ve envuelta en grandes dificultades. El colonialismo a gran escala comenzó hacia el siglo XIX cuando Europa inició un proceso de expansión económica y colonización económica (denominado expansión capitalista) en casi todo el mundo. Es una vuelta al proteccionismo con búsqueda de salidas, nuevos mercados, esto los llevará al control de territorios ajenos. Además de lo anterior, también se produce una palmaria escasez de materias primas: se explotan minas, así mismo, se constituyen enormes plantaciones, Bélgica explota muchas minas en el Congo, Francia encuentra seda en Oriente e Inglaterra busca algodón en la India obligando a los egipcios a cultivar dicha fibra textil. Comienza, de esta manera, la ocupación de las zonas costeras de África. Algunos países imperiales, como Francia e Inglaterra, se establecen en diferentes costas y como esta, otros imperios europeos aspiraban invadirla de costa a costa. De esta forma Francia ocupa Dakar y Djibouti, Inglaterra ocupa El Cairo y El Cabo y Portugal domina desde Angola a Mozambique.

Una vez derrotado el imperio Otomano en 1916, después de la Primera Guerra Mundial, en el marco del acuerdo secreto Sykes-Picot entre Gran Bretaña y Francia, los británicos y los franceses hicieron un plan para dividirse la tierras del imperio desmembrado por completo. Es así como se plasma la repartición del Medio Oriente entre Gran Bretaña y Francia. El Reino Unido, recibió de la Sociedad de las Naciones (la antigua ONU) el mandato sobre el Medio Oriente, incluyendo el territorio que ahora comprende Israel, Jordania y Palestina. Ante la necesidad de comunicar Irak con Palestina, ambas bajo mando británico, se definió la forma actual del estado jordano. Posteriormente a este repartimiento se incluyeron otros países como Italia, España y Portugal.

Así vemos que Irak, Jordania, Siria, Afganistán, Egipto, Argelia y Libia quedaron repartidos entre Francia y el Reino Unido, Libia permaneció en manos de Italia, a Marruecos se la apropiaron Francia y España, apareciendo de esta manera las conocidas colonias o protectorados; dos maneras de nombrar la usurpación de un territorio.

Después de la Segunda Guerra mundial muchas de esas naciones consiguieron su independencia. En algunos casos producto de una revolución, en donde eran frecuentes los atentados terroristas contra Francia en Argelia y contra el Reino Unido en Palestina, en esta región tales ataques fueron dirigidos por los sionistas. En otros casos los imperios concedieron la independencia dejando en tales países algunos gobernantes que les aseguraba a sus empresas imperiales el suministro de petróleo barato. Así mismo crearon nuevos estados árabes plegados a las políticas imperiales, tales como Qatar y Kuwait. Todo esto sucedió a principios del siglo XX y hoy, todavía, en el siglo XXI continúan los estragos contra algunos países árabes.

Ya para finales del siglo XX y lo que va del XXI observamos como los imperios aliados en la OTAN continúan con el interés de subyugar a los países del Medio Oriente, al igual como aconteció en el siglo XIX, para apoderarse del combustible necesario para proseguir su desarrollo. Es por eso que, de nuevo, algunos estados del Medio Oriente como Irak, Libia, Siria y Afganistán, cuyos gobernantes no admiten los lineamientos de los imperios, se ven hostigados por los antiguos imperios. Son palpables los muertos, heridos, huérfanos, viudas, ciudades destruidas, patrimonios culturales arrasados, entre tantos destrozos causados por el afán de los imperios de apoderarse de los territorios ajenos.

Indudablemente, así como las convulsiones geológicas revelan tumultuosamente los secretos de la entraña terrestre, los cataclismos sociales ponen de manifiesto lo que hay en los estratos más encendidos del ser humano. Debemos estar claro que las reacciones de los individuos no se revelan en abstracto, sino a través de acciones concretas (adecuadas o no) en la que la existencia tiene lugar. Como se dice en la ciencias física, a cada acción le corresponde una reacción, y esta última son impredecibles, a veces inhumanas, de acuerdo con el estado de hostigamiento al cual se somete a una población y al estado emocional de los fanáticos, prestos a dar respuestas según sus errados criterios.

De acuerdo con los anterior nos damos cuentas que los países árabes desde hace más cien años se han visto sometidos a sanguinarios hostigamientos y a las naciones de occidente parece que esto no les importa. Los diarios informan de los actos terroristas de los drones, propiedad de EEUU y de la OTAN, bombardeando poblaciones civiles donde perecen reiteradamente decenas de hombres, mujeres niños y pareciera que para la prensa occidental esto actos son simple "daños colaterales". Juzgo que los imperios occidentales han sembrado vientos y actualmente están recogiendo tempestades.

No creo que el terrorismo sea la solución de nada, pero tales métodos fueron y son utilizados por los fanáticos que se ven en minusvalía contra la potencia invasora. Así mismo, la población civil está en el medio de las acciones terroristas de los imperios y la sanguinaria reacción de los fanáticos terroristas. Estas erradas formas de combatir al invasor la utilizaron los sionistas contra los ingleses y los argelinos contra los franceses. No estoy justificando tales procedimientos, pero debe quedar claro que si no existieran las acciones imperiales los fanáticos no utilizarían la reacción equivocada, como una forma de atacar al invasor.

No obstante, a pesar del avasallamiento militar contra un pueblo, el asesinato indiscriminado de una población civil (más de ochocientos mil árabes) la satanización de un gentilicio (todos los árabes son terroristas), la aprobación indebida (robo) de los recursos naturales de una nación, la destrucción de ciudades y de los patrimonios culturales de los estados árabes, entre otros, a esto se agrega la burla de los signos religiosos de una población que posee unos valores y una idiosincrasia diferente a la de los occidentales, pero esto no debe ser motivo de burlas en el nombre de la libertad de expresión.

Debo insistir, lamento en grado máximo el asesinato a mansalva en manos de terroristas fanáticos, de igual modo exijo el respeto hacia los valores culturales por otros pueblos. Por el hecho de que alguien no profese una doctrina de fe, no debe ser motivo de burla. Insisto, estamos frente a un pueblo que se mantiene avasallado por más de cien años y ante cierta circunstancia se debe ser muy cuidadoso, dado que es imposible predecir las reacciones de ciertos grupos fanáticos.

No soy religioso, no practico ninguna doctrina de fe, mi única religión es convivir en paz con mis semejantes y cumplir con las leyes que me permita vivir como ciudadano, pero me molestaría enormemente ver caricaturizado a mi comandante Chávez para que fuese objeto de burla por sus detractores. Estimados periodistas y caricaturistas, la libertad de expresión debe tener un límite y sobre todo en la circunstancia actuales. Me hubiese gustado ver a quinientos mil parisienses y otros trescientos mil ingleses protestando por las acciones terroristas contra el Medio Oriente donde están implicados sus gobiernos. Pido mil perdones si alguien considera que mi escrito es ofensivo, pero no fue esta mi intención. Tal como lo pensé, lo sentí y me vi obligado a escribirlo.



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Enoc Sánchez


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