90 millas en 52 años: Obama y Raúl, crónica de un divorcio (I)


No es fácil analizar la reciente decisión de los presidentas Obama y Castro, sin pensar cual es el futuro ideológico de Cuba. El divorcio de más de 50 años, ha llegado a su fin y de aquí en adelante, las reglas de juego cambian. ¿Cuales serán los cambios? Tal vez, siguiendo el modelo chino, Cuba se mueva entre una economía regulada por el estado y un mercado lo suficientemente abierto que le permita tener un atractivo al inversionista norteamericano, por años deseoso de controlar ese mercado, entre otras cosas.

Los EE.UU., admitiendo un error de más de medio siglo, tiene la mirada puesta en las nuevas puertas que se abren. No es descabellado pensar, que habiendo errado por tanto tiempo en su intención de influir directamente en la política interna de Cuba, esta nueva oportunidad de permear el amurallado sistema cubano será usada para hacer desde adentro, lo que no pudo lograr desde afuera. Ninguno de los dos presidentes, no obstante, dio señales que permitan deducir cuales serán la reglas de juego entre dos sistemas enfrentados en una guerra fría por más de medio siglo. Tal vez es muy pronto para ello.

El gobierno norteamericano deberá enfrentar internamente mucha presión política de parte de la enferma disidencia cubana y de su enemigo político natural, el partido republicano, con este inesperado giro que sorprendió a propios y extraños. Las preguntas que saltan al aire son, sin embargo, si serán los negocios los que finalmente se impondrán como leiv motif en la relación que sigue entre estos dos países, o será el intervencionismo, que en 52 años fracasó con su política de aislamiento, lo que aprovechando las ventajas de poder penetrar el sistema político cubano desde adentro, se impondrá como lo hizo en la Unión Soviética, Polonia, y lo que quedó de la desintegración de la Yugoslavia de Broz Tito, después de la caída del bloque soviético.

Los republicanos, con mayoría en el congreso recién obtenida, son un contrapeso muy fuerte a la hora de que esta institución apruebe el fin del embargo, que es una ley que ha vistos pasar diez presidentes de los EE.UU., muchos de los cuales ha repetido en la presidencia de ese país. Obama lo sabe y por eso, su decisión, que le granjeará los mejores frutos para su legado político, ya enriquecido por haber sido el primer negro en llegar a la presidencia de ese país, tiene el propósito de crear un hito de fortaleza para compensar sus derrotas electorales y su pérdida de popularidad a causa del álgido Medio Oriente donde los EE.UU. están entrampados en una guerra donde es difícil identificar al enemigo y que se ha extendido por más de diez años.

Raúl Castro, sin perder un ápice de la tradicional dignidad revolucionaria, se anota una victoria sin precedentes, pues sin negociar el fundamento ideológico del sistema político de cuba, pudo negociar diplomáticamente una salida muy beneficiosa para Ese país al tradicionalmente trabado juego político entre estos dos tradicionalmente enemigos acérrimos.

Este acuerdo, del que hasta ahora sólo conocemos la mediación del Vaticano y el gobierno de Canadá, tiene otras aristas, aun cuando el congreso norteamericano no se ha pronunciado oficialmente como cuerpo. Y es que en la triangulación del bloqueo, otros países, que también tenían que cumplir con aspectos del bloqueo so pena de ser sancionados si intercambiaban comercio con Cuba, ahora tendrán la libertad para hacerlo, incluso primero que los EE.UU., hasta que este último país no vea abolida en el congreso esta ley de más de 50 años de edad.

Más allá de la espera por el legislativo norteamericano, el ejecutivo de este país a la cabeza de Obama y el gobierno revolucionario de Cuba, ya tienen un plan diseñado y en ejecución y acordado al más alto nivel, que incluye el nombramiento de embajadores y el correspondiente inicio de relaciones diplomáticas, mas temprano que tarde. El triunfo diplomático de ambos países es evidente, aun cuando la política interna estadounidense deba resolver muchos aspectos domésticos relacionados con la medida. No creo, sin embargo, que el congreso de ese país, vaya a cometer el error de contrariar una medida tan universalmente aplaudida de manera tan abrumadora, pues estarían mostrando una gran brecha y una división inédita de proporciones electoralmente perjudiciales para el partido republicano, con reciente mayoría en ambas cámaras. Por lo tanto, tarde o temprano, aprobará la propuesta de Obama.

Los aspectos multilaterales alrededor de esta medida, son, sin embargo, muy interesantes pues se desprenden muchas interrogantes en relación con otros países igualmente sancionados y que tienen buenas relaciones con Cuba pero no con los EE.UU. Venezuela es uno de ellos. Nos preguntamos si, de alguna manera, nuestro gobierno fue consultado por Cuba, con quien tenemos intercambios en muchas materias de interés mutuo. Máxime cuando nuestras relaciones con los EE.UU. están en su nivel más bajo en la historia. Sería interesante saber si el resto de los países del ALBA fue también referido de alguna manera por Cuba en esta ecuación tan dinámica y tan mantenida en secreto y que hoy se ha constituido en el mejor regalo de cumpleaños para el Papa Francisco.

Las preguntas difíciles de responder quedan en el ambiente, ante esta "luna de miel" entre EE.UU. y Cuba. ¿Qué pasará con Venezuela y sus múltiples acuerdos con esa nación caribeña? ¿Cual será la actitud de Cuba ante los atropellos de los EE.UU. hacia Venezuela, que ha sido por demás, solidaria al 100% con el pueblo cubano y su gobierno? ¿Hasta donde llegará la fidelidad cubana? Y habiendo estado negociando con EE.UU. por espacio de 18 meses, ¿por qué el gobierno cubano no enteró a Venezuela de tales gestiones y ayudo a suavizar el clima de tensión de nuestro país con aquel del Norte? ¿Cual será la actitud de nuestro gobierno a partir de ahora?

Solo resta esperar el giro de los acontecimientos en pleno desarrollo, como diría, Walter Martínez.

lgraterolh@gmail.com


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