Hoy se cumplen 190 años de la épica Batalla de Ayacucho

Prodigios de organización y de economía  realizaron Bolívar y Sucre en los cinco meses empleados preparando el  ejército. De las minas de Huamachuco lograron extraer plomo; bajo su inmediata dirección o siguiendo sus instrucciones, se fabricaron, se fabricaron telas de lana y algodón, correajes, cantimploras, clavos, suelas, paños de mercilla para pantalones y pañete para  capotes, camisas, gorras, sillas, mantas, zapatos, y cuanto objetos podía necesitar las tropas, semi-desnudas a consecuencia de las prolongadas marchas en persecución de Rivas Agüero y sus adeptos; y con anticipación prepararon pascana bien provista de leña y víveres para la tropas para la travesía de la gran cordillera central. La caja del ejército proveyóse ampliamente, y las tropas se pusieron en marcha, con grande acopios de ganado y granos, acostumbrados ya al sorocho y a la punas y como decía el Libertador en su lenguaje pintoresco, a saltar por encima de las peñas, como guanacos en cuyo país iban hacer la guerra. Los departamentos del sur de Colombia, el Ecuador, Guayas y Azuay, mantenidos a la orden del Libertador, con su carácter de Presidente  de Colombia, le proporcionaron reclutas, paños, lanzas al estilo apureño otros artículos” 1    

Impedido el Libertador Simón Bolívar de comandar tropas por ser presidente, por el congreso de Colombia, La Grande controlada por el general Santader. Bolívar le dio el mando de este, joven  general Antonio José de Sucre, y es así como el 28 de julio de 1824 toma el mando del ejército. Santander pretendía con esto que el general Sucre no fuese ascendido a un grado superior al de él, pero se equivocó, Sucre llegó a ser nombrado por el congreso del Perú a Gran Mariscal de Ayacucho,  el otro mariscal que tuvo Venezuela fue Juan Crisóstomo Falcón (1820 - 1870).

CAMPAÑA DE AYACUCHO

Destinado el general Sucre al mando en jefe del Ejército Unido, se incorporó a él en Huncavelica, abriendo operaciones sobre las fuerzas españolas mandadas por el Virrey Laserna en persona, Canterac y Valdés y varios generales más. El ejército republicano ascendía a 5.780 personas, según la Gaceta de Lima, del 19 de diciembre de 1824, contra 10.000 soldados españoles.     

El movimiento de las tropas unidas, después de un corto paro,  al mando de Sucre continuaron sus actividades,  confiaban derrotar al enemigo en cualquier lugar que les ocurriera presentar batalla.

Bolívar, no dejó de darle ordenes al general cumanés. En carta cifrada del 13 de noviembre de 1824 el General en Jefe del Ejército Unido le escribe al Libertador, después de darle detalles de donde se encontraba las tropas realistas: “En Humanga espero ordenes de S.E”. 

El ejército patriota en su marcha tras los realista fue encontrando piezas de artillería que éstos últimos iban abandonando, encontraron en una iglesia piezas de artillaría y municiones, posteriormente en un encuentro con los españoles le tomaron cuatro piezas de artillaría de batalla con sus dotaciones y montajes, cuarenta mil cartuchos de fusil, algunos fusiles y otros elementos de guerra.

Las tropas patriotas se encontraba en mejor estado que las enemigas, su entusiasmo y deseos de batirse  era mayor, mientras el enemigo se iba día a día desmoralizando por las pérdidas que sufrían en los continuos enfrentamientos. Los cuales causaron deserción en las filas del ejército español. [1]

              “Sucre había recibido órdenes expresas del Libertador de no liberar acción alguna sin su consentimiento. Este acatamiento a ese mandato, y estando a la vista los dos ejércitos beligerantes, rehusó la batalla con evolución estratégica, unas veces apareciendo a la vanguardia y  otras veces  a la retaguardia del enemigo, sin disparar un tiro.

EL CAMPO DE BATALLA

 

              En este mismo sitio se libró una sangrienta batalla en la época de las conquistas del Perú, debido a lo cual los indios llamaron al lugar Ayacucho, lo que significa “rincón de los muertos”. Apenas tiene una  milla de largo y más o menos medía de ancho. Al norte termina en in profundo precipicio, otro materialmente infranqueable lo rodea por el extremo opuesto. En el centro hay un riachuelo que corre norte a  sur. Al oeste queda la aldea india Quinua, que se comunica con el campo de Humanga, por vereda en descenso de seis millas. Al este, Los Andes, con angostos y difíciles pasos que conducen al camino real del Cuzco, Cualquier ejército que sufriera una derrota en ese lugar, encontraría difícilmente la retirada” [2]

         IDEA FUNDAMENTAL DE SUCRE

              Situado en la parte alta de la meseta Sucre divisaba todo el campo de batalla. En la tarde del 8 tenía ya resuelto el espíritu, no dejar a los españoles entrar en  masa, a fin de batirlos en detal a medida que fueran entrando. Para impedirles bajar en la noche sin ser sentidos mandó algunas secciones de cazadores a sostener fuego vivo sobre los puestos avanzados de los enemigos y a fin de aumentar la alarma el general Córdova subió al cerro con algunos cazadores y las bandas de los batallones haciendo disparos  y tocando por algún tiempo. En el curso de la noche los españoles tuvieron varios heridos y no se movieron de sus líneas. [3]

              Al despuntar el alba del día 9 de diciembre de 1824 , según el historiador José Antonio Cova,  un soldado cumanés cantó:

 

“Ay! Cumaná quién te viera

y por tus calles paseara

y a San Francisco fuera

a misa de madrugada...

NARRACIÓN DE LA CAMPAÑA DE AYACUCHO - PARTE DE GUERRA   QUE LE HIZO EL GENERAL SUCRE AL MINISTRO DE LA GUERRA

EJÉRCITO UNIDO

LIBERTADOR DEL PERÚ

                                                                                                                   Cuartel general en

                                                                                  Ayacucho, a 11 de diciembre de 1824             

 

Al señor ministro de la guerra

Señor ministro:

              Las tres divisiones del ejército quedaron desde el 14 de noviembre situadas en Talavera, San Jerónimo y Andahuaylas mientras los enemigos continuaba sus movimientos sobre nuestra derecha. Por la noche del 18 supe que el mayor número de  los cuerpos enemigos continuaban sus movimientos sobre nuestra derecha. Por la noche del 18 supe que el mayor número de los cuerpos enemigos se dirigían a Humanga  y dispuse que el ejército marchase para buscarlo. El 19 nuestras partidas se batieron en el puente de Pampas con un cuerpo enemigo, y el 20 al llegar a Uripa se divisaron tropas españolas en las alturas de  Bombón. Una compañía de Húsares  de Colombia y de la 1ª de Rifles con el señor coronel Silva se destinaron a reconocer estas fuerzas, que constantes de tres compañías de Cazadores fueron desalojados y obligados a repasar el río Pampas, donde se encontró ya todo el ejército real, que había cortado perfecta y completamente, situándose a la espalda.

              Siendo difícil pasar el río, imposible forzar las posiciones enemigas, nuestros ejércitos quedó en Uripa y los españoles en Concepción, estando así a la vista. El 21, 22 y 23 el encuentro de las descubiertas nos fue siempre ventajoso. El 24 los enemigos levantaron sus campos en marcha hacía _Vilcashuasmán y nuestro ejército vino a situarse sobre las alturas de Bombón hasta el 30 que sabiéndose que los enemigos venían por la noche a la derecha de Pampas por Uchubambas a flanquear nuestras posiciones, me trasladé  a la izquierda de río para descubrir nuestra retaguardia.

              Los españoles al sentir este movimiento repasaron rápidamente a la izquierda del Pampas; nuestros cuerpos acaban de llegar a Matará en la mañana del 2cuando el ejército español se avistó sobre las alturas de Pompacahuanaca: aunque nuestra posición era mala, presentamos la batalla, pero fue excusada por el enemigo situándose en unas breñas no solo inatacables sino inaccesibles. El 3 el enemigo hizo un movimiento indicando el combate, y se presentó la batalla; pero dirigiéndose sobre las inmensas alturas de la derecha, amenazaba tomar retaguardia: antes había sido indiferente al ejército dejar al enemigo a nuestra espalda, pero la posición de Matará  después de ser mala, carecía de recursos, y era por tanto necesario seguir la retirada a Tambo Cangallo. Nuestra marcha se rompió muy oportunamente para salvar la difícil quebrada de Corpoguaico, antes que llegase el cuerpo del ejército enemigo, más antes había adelantado desde muy de mañana y encubiertamente, cinco batallones y cuatro de vanguardia con el sector del general Córdova y la del centro enemigo, más este se había adelantado desde muy de mañana y encubiertamente, cinco batallones y cuatro escuadrones a oponerse en este paso impenetrable. Nuestra infantería de vanguardia con el señor general Córdova y la del Centro el señor general La Mar había pasado la quebrada, cuando esta fuerza enemiga cayó bruscamente sobre los batallones Vargas, Vencedor y Rifles en una posición tan desventajosa tuvo que sufrir los fuegos de de artillería y el choque de todas las fuerzas, mas desplegando la serenidad e intrepidez que ha distinguido siempre a este cuerpo, pudo salvarse. Nuestra caballería bajo el señor general Miller pasó  por Chonta protegida por el fuego del Vargas, aunque siempre muy molestada por la infantería enemiga. Este desgraciado encuentro costó al ejército libertador más de trescientos hombres: todo nuestro parque que fue enteramente perdido, y una de nuestras dos piezas de artillería, pero él es el que ha valido al Perú su libertad.

              El 4 los enemigos engreídos de su ventaja, destacaron cinco batallones y seis escuadrones por las alturas de la izquierda  a descabezar la quebrada, mostrando querer combatir: la barranca de la quebrada Corpoguiaco permitía una fuerte defensa; pero el ejército deseaba a cualquier riesgo aventurar la batalla. Abandonándoles  la barranca me situé en medio de la gran llanura de Tambo Cangallo. Los españoles al subir la barranca  marcharon velozmente a subir a los cerros enormes a nuestra derecha, evitando todo encuentro en esta operación fue un testimonio evidente, de que ellos querían maniobrar y no combatir: este sistema era el único que yo temía, porque los españoles se servirían de él con ventaja conociendo que el valor de sus tropas estaba en los pies, mientras el nuestro se hallaba en el corazón.

              Creí pues necesario obrar sobre esta persuasión, y en la noche del 4 marchó el ejército al pueblo de Guaychao, pasando la quebrada Acroco y cambiando nuestra dirección. El 3 en la tarde se continuó la marcha  Acos Vinchos y los enemigos a Tombillo, hallándonos siempre a la vista. El 6 estuvimos en el pueblo Quinua, y los españoles  por una fuerte marcha a la izquierda se colocaron a nuestra espalda en la formidables alturas de Paiccaisa: ellos siguieron el 7 por la impenetrable quebrada de Gaumanguilla y al día siguiente a los elevados cerros a nuestra derecha, mientras nosotros estábamos en el reposo: el 8 en la tarde quedaron situados a las alturas de Cundurcunca a tiro de cañón de nuestro campo: alguna guerrilla que bajaron, se batieron en la tarde y la artillería usó sus fuegos.

              La aurora del día 9 vio estos dos ejércitos disponerse para decidir los destinos de una nación. Nuestra línea formada un ángulo la derecha compuesta de los batallones Bogotá, Voltigeros, Pichincha y Caracas de la 1ª división de Colombia al mando del señor general Córdova  1 la izquierda de los batallones 1º, 2º, 3º y  Legión Peruana con los Húsares de Junín bajo el ilustrísimo general La Mar2 al centro los Granaderos y Húsares de Colombia, con del señor general Miller 3  y en reserva los batallones Rifles, Vencedores y Vargas de la 1ª división de Colombia, al mando del señor general Lara4   al recorrer los cuerpos recordando a cada uno los triunfos y sus glorias, su honor, su gloria y su Patria; los vivas al Libertador y a la república resonaban por todas partes. Jamás el entusiasmo se mostró con más orgullo en la frente de los guerreros. Los españoles a su vez, dominando perfectamente la pequeña llanura de Ayacucho y con fuerza casi dobles, creían cierta su victoria: nuestra posición aunque dominada, tenía seguros sus flancos por barrancas, y por su frente no podía obrar la caballería enemiga de un modo uniforme y completo. La mayor parte de la mañana fue empleada sólo con fuegos de artillería y de los Cazadores: a las 10 del día los enemigos situaban al pie de la altura cinco piezas de batalla, arreglando también sus masas a tiempo que estaba yo revisando la línea de nuestros tiradores: di a éstos la orden de forzar la posición en que colocaban la artillería, y fue ya señal del combate.    

              Los españoles bajaron velozmente sus columnas, pasando a las quebradas de nuestra izquierda los batallones Cantabria, Centro, Castro 1º Imperial y dos escuadrones de Húsares con una batería de seis piezas forzando demasiadamente su ataque por parte. Sobre el centro formaban los batallones Burgos, Infante, Victoria, Guía, y 2º del Primer regimiento, apoyando la izquierda de éste por tres Escuadrones de la Unión, el de San Carlos, los 4 de  Granaderos de la Guardia  y  las 5 piezas de artillería ya situada, y en las alturas de nuestra izquierda los batallones 1º,2º, de Jerona, 2º Imperial, 1º del Primer Regimiento, el de Fernardinos, el Escuadrón de Alabarderos del Virrey , y dos de Dragones del Perú.  

              Observando que aun las masas de centro no estaban en orden y que el ataque de la izquierda se hallaba demasiado comprometido, mandé al señor general Córdova que lo cargase rápidamente con sus columnas protegidas por la caballería de del señor general Miller, reforzando a un tiempo al señor general La Mar con el batallón Vencedor y sucesivamente con Vargas, Rifles, quedaba en reserva para rehacer el combate donde fuera menester, y el señor Lara  recorría sus cuerpos en todas partes. Nuestras masas de la derecha marcharon armas a la discreción hasta cien pasos de las columnas enemigas, en que cargadas por ocho escuadrones españoles rompieron el fuego: rechazarlos y despedazarlos con nuestra soberbia caballería, fue un momento. La infantería continuó inalterablemente su carga, y todo plegó a su frente.  

              Entretanto los enemigos penetrando por nuestra izquierda amenazaban la derecha del señor general La Mar y se interponían entre éste y el señor general Córdova como dos batallones en masa: pero llegando en oportunidad Vargas al frente y ejecutando bizarramente los Húsares de Junín la orden de cargar por los flancos de estos batallones, quedaron disueltos. Vencedor y los batallones 1º, 2º, 3º y La Legión Peruana marcharon audazmente sobre los cuerpos de la derecha enemiga, que rehaciéndose tras la barrancas presentaban nuevas resistencias: pero reunidas las fuerzas de nuestra izquierda y precipitadas a la carga, la derrota fue completa y absoluta.   

              El señor general Córdova trepaba con sus cuerpos la formidable altura de Cundurcunca, donde tomó prisionero al Virrey La Serna: el señor general La Mar salvaba en la persecución las difíciles quebradas de su flanco y el señor general Lara marchando por el centro aseguraba el suceso. Los cuerpos del señor general Córdova fatigados del ataque, tuvieron la orden de retirarse; y fue sucedido por el señor general Lara , que debía reunirse en la persecución al señor al señor general La Mar en los altos de Tambo. Nuestros despojos eran ya más de mil prisioneros, entre ellos sesenta jefes oficiales, catorce piezas de artillería, dos mil quinientas fusiles, muchos otros artículos de guerra y perseguidos y cortados los enemigos en todas las direcciones, cuando el general Canterac comandante en jefe del ejército español, acompañando al general La Mar, se me presentó a pedir una capitulación. Aunque la posición del enemigo podía reducirlo a una entrega discrecional, creí digno de generosidad americana conceder algunos honores a los rendidos que vencieron por catorce años en el Perú, y la capitulación fue ajustada en el campo de batalla en los términos que V.S. en el tratado adjunto: por él se han entregado todos los restos del ejército español, todo el territorio del Perú ocupado por sus armas, todas sus guarniciones, los parques, almacenes militares y la plaza del Callao con sus existencias.  

              Se hallan por consecuencia en este momento en poder del ejército libertador los tenientes generales La Serna y Canterac; los mariscales Valdés,  [4]Carratalá,  Monet y Villalobos; los generales de brigada Bedoya, Ferraz, Camba, Somocurcio, Cacho, Atero, Landazuri, Vigil, Pardo, y Tur, con 16 coroneles 68 tenientes coroneles, cuatrocientos ochenta y cuatro mayores y oficiales,  más de dos mil prisioneros de tropa 5   inmensa cantidad de fusiles, todas las cajas de guerra, municiones y cuantos elementos militares poseían: mil ochocientos cadáveres enemigos y setecientos heridos han sido en la batalla de Ayacucho las víctimas de la obstinación y de la temeridad española.[5] Nuestra pérdida es de 309 muertos y 670 heridos: entre los primeros el mayor Duxburi de Rifles, el  capitán Urquiola de Húsares de Colombia los tenientes Oliva de Granaderos de Colombia, y Ramírez de Rifles, Bonilla de Bogotá, Sevilla del Vencedor, y Prieto y Ramonet de Pichincha: entre los segundos el bravo coronel Silva de Húsares de Colombia, que recibió tres lanzazos cargando con extraordinaria audacia a la cabeza de su regimiento; el coronel Luque que al frente del batallón Vencedor entró a las filas españolas: el comandante León de batallón Caracas que con su cuerpo marchó sobre las baterías enemigas: el comandante Blanco del 2º de Húsares de Junín, que se distinguió particularmente; el señor coronel Leal contuso que a la cabeza de Pichincha  no sólo resistió las columnas de caballería enemiga, sino que las cargó con su cuerpo; el mayor Torres de Voltigeros  y el mayor Somoza de Bogotá, cuyos batallones conducidos por Guach y Galindo trabajaron con denuedo: los capitanes Jiménez, Coquiz  Doronzoro, Beown, Gil, Otaola, Frencle, los subtenientes Galindo, Chaburn, Rodríguez, Malabé, Terán,  Pérez, Calles, Marquina, y Paredes de la 2ª división de Colombia. Los capitanes Landaeta, Troyano, Alclá, Dononzoro, Granados, y Miró: los tenientes Payara, Ariscune, y el subteniente Sabino de la 1º división de Colombia. Los tenientes Otalara, Suárez, Ornas, Posadas, Miranda, Montolla, y los subtenientes Izas, y Alvarado de la división Perú. Los tenientes coroneles Castilla y Geraldino y los tenientes Morán y Piedraita del estado mayor genera. Estos oficiales son muy dignos de una distinción singular.

              El batallón Vargas conducido por su comandante Morán ha trabajado bizarramente. La Legión Peruana  con su coronel Plaza sostuvo con su gallardía la reputación: los batallones 2º, 3º del Perú con sus comandantes González y Benavides mantuvieron firmes sus puestos contar bruscos ataques: los Cazadores del número 1  se singularizaron en a pelea, mientras el cuerpo estaba en reserva los Húsares de Junín, conducidos por su comandante Suárez, recordaron su nombre para brillar con un valor especial, los Granaderos de Colombia destrozaron en una carga el famoso regimiento de la Guardia del Virrey. El batallón Rifles no entró en combate escogido para reparar cualquier desgracia, recorría los lugares más urgentes y su coronel Sandes los invitaba la traición con que fue atacado en Corpoguaico. Todos los cuerpos en fin, han llenado su deber cuanto podía desearse: los jefes y oficiales del estado mayor se han conducido bizarramente.

              Con satisfacción cumplo la agradable obligación de recomendar a la consideración de el Libertador, a la gratitud del Perú y al respeto de todos los valientes de la tierra, la serenidad con que el señor La Mar ha rechazado todos los ataques a su flanco, y aprovechando el instante de decidir la derrota, la bravura con que el señor general Córdova [6] condujo sus cuerpos y desbarató en un momento el centro y la izquierda enemiga; la infatigable actividad con que el señor general Lara atendía a su reserva a todas partes, la vigilancia y al oportunidad del general Miller para las cargas de la caballería; y el celo constante con que el señor general Gamarra jefe del estado mayor ha trabajado en el combate y en la campaña.

              Como el ejército todo ha combatido  con una resolución igual al peso de los interese que tenía  a su cargo, es difícil hacer una relación de los que más han brillado, pero he prevenido al señor general Gamarra que pase a V. S. originales de las noticias por los cuerpos. Ninguna recomendación es bastante para significar el mérito de estos bravos.

              Según el estado tomado al enemigo, su fuerza disponible en esta jornada eran nueve mil trescientos diez hombres, mientras el ejército libertador formaba cinco mil seiscientos ochenta. Los españoles no han sabido qué admirar más, si la intrepidez de nuestras tropas en la batalla, o la sangre fría, la constancia, el orden y el entusiasmo en la retirada desde la inmediaciones del Cuzco hasta Humanga, al frente del enemigo. Corriendo una extensión de ochenta leguas[7]  y presentando frecuentes combates.

 

              La campaña del Perú está terminada: su independencia y la paz de América se han firmado en este campo de batalla. El ejército unido cree, que sus trofeos en la victoria de Ayacucho sea una oferta digna de la aceptación del LIBERTADOR DE COLOMBIA.

 

              Dios guarde a V. S.

A. J. De Sucre

 

Al redactar este oficio para el ministro de guerra, el general Sucre no dejó de reconocerle méritos a ninguno de los participantes de esta épica batalla para que en consecuencia cada quien fuese premiado 

 

Cabe señalar: que aún cuando el batallón Rifles de la 1ª División Colombia, no entró en batalla,  fue a quien le mataron más hombres,  3 de sus oficiales fueron muertos y 51 personas de su tropa. Entre los heridos de ese batallón: 4 oficiales fueron heridos y de la tropas 114 hombres. 

NUMERO DE COMBATIENTES

Gaceta del Gobierno de Lima, 19 de diciembre de 1824 p 243.

Colombianos..................4.500 (Colombianos nativos de los países que conformaron la Gran Colombia)

Peruanos.........................1.200

Argentinos.......................    80

                                    ______ 

                      Son      5.780

Hay que hacer notar que los irlandeses y británicos que pelearon en esta batalla de Ayacucho, como los nativos de otros países de la América los incluyen dentro de las tropas de estos tres países antes señalados.

En su Memoria el General O’ Leary dice; “Como es importante todo lo que tenga relación con  a batalla que selló la independencia de la América del Sur copio la capitulación que Sucre concedió a los vencidos, la que es un monumento eterno de su generosidad” [8]

              “Don José Canterac, teniente general de los reales ejércitos de S. M. C.  , encargado del mando superior del Perú por haber sido herido y prisionero en la batalla de este día el excelentísimo señor virrey don José La Serna, habiendo oído a los señores generales y jefes que se reunieron después que el ejército español, llenando en todo sentido cuanto han exigido la reputación de sus armas en la sangrienta jornada de Ayacucho y en toda la guerra del Perú, ha tenido que ceder el campo a las tropas independientes; y debiendo conciliar a un tiempo el honor a los restos de estas fuerzas, con la disminución de los males del país, he creído conveniente proponer y ajustar con el señor general de división de la república de Colombia, Antonio José De Sucre , comandante en jefe del ejército unido libertador del Perú, las condiciones que sostienen los artículos siguientes:  Y a continuación aparecen los artículos del Armisticio.

[email protected]



[1] P. 470 y 471 del Tomo IV (1823 – 1824)  del Archivo de Sucre. Fundación Lecuna Banco de Venezuela. Caracas, 1976. 

P.96 Antonio José de Sucre – Bosquejo de su vida por Guillermo Sherwell, traducción de Samuel Darío Maldonado. Edición Banco Industrial de Venezuela, Caracas 1970.  

[3] O´Connor. F.B Recuerdos. La Paz. 1915. Página 147. Miller Memoriaas Madrid 1910 II, página 173

1 2.100 hombres

2 1.380 hombres

3    700 hombres

4 1.600 hombres

El General realista Valdés, ante la derrota, trató de quitarse la vida pero sus soldados se lo impidieron,  lo ayudaron a escaparse para que momentos después en unión a Canterac  solicitarán a  Sucre  capitulación.

5 El Mariscal Álvarez los generales Montenegro y Echeverría, sesenta y tres jefes y oficiales más y hasta el completo de seis mil prisioneros de tropa están ya entregados. Diciembre 29.

[5] Es de hacer notar que los oficiales de alta graduación hechos prisioneros en la batalla de Ayacucho sobre pasa a la cifra de catorce, por tanto no es cierto el hecho curioso de la “catorcera”  de esa batalla que dice : “Catorce años duraron invictos los españoles en las batallas del Perú (cierto),  catorce oficiales de alta graduación fueron hechos presos, (incierto)  catorce cañones cayeron en poder de las tropas libertadoras (cierto),  ni tampoco es verdad que los patriotas derrotaron a un ejército de catorce mil hombres, no llegaron a diez mil los soldados españoles que pelearon en ella, según parte de Sucre que se basó en el números de soldados españoles dados a él por el realista Canterac.    

NOTA: Córdova y La Mar, estos dos generales, los cuales se comportaron tan heroicamente en Ayacucho posteriormente van a traicionar los ideales de Bolívar: La Mar invadió a el Ecuador desde el Perú y fue derrotado por Sucre en Tarqui el 27 de febrero de 1829, Córdova, más tarde,  se alzó  en armas contra el Libertador. Con 50 hombres tomó a Medellín el 9 de diciembre de 1829 y sé declaró Jefe del Ejército . El general Córdova,  héroe de tantas batallas por la libertad de América cayó vilmente asesinado en manos del irlandés Ruperto Hand de la Brigada del General O’Leary quien lo encontró mal herido en una choza y aún sí le atravesó el cuerpo, varias veces, con su espada hasta matarlo. Posteriormente, el Libertador ordenó expulsar a este General del ejército.

[7] Una legua es 5, 5 kilómetros.

[8] P 316 Memorias del  General O’Leary. Tomo 28 . Ministerio de la Defensa 1981.

 



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Gil Ricardo Salamé Ruíz

Economista, con Post Grados en Industralización y Ecología. Historiador.

 gilrsalame@yahoo.com      @gilricardosalam

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