Cuando uno ve lo que está sucediendo en la nación norteña que se vende al mundo como “la más democrática del mundo” y en donde sus dirigentes se la pasan apuntando con el dedo condenador a otros gobiernos tipificándoles de regímenes dictatoriales, terroristas, violadores de derechos humanos, represores, etcétera, no se alegra por supuesto por la situación que vive la población negra, discriminada y sometida a la más brutal violencia, pero resulta inevitable sentir un fresquito por dentro de ver al descubierto la doble moral del supremo juez del mundo.
El gobierno bolivariano de Venezuela ha sido señalado permanentemente por el gobierno de Estados Unidos a través de diferentes voceros de ultrajar los derechos humanos a sus ciudadanos, sus funcionarios han sido sometidos a una campaña de desprestigio internacional. Las protestas que ocurren en la localidad estadounidense de Ferguson, a raíz del asesinato de un joven negro a manos de la policía del lugar, dejan al descubierto las pocas libertades de que gozan los estadounidenses, especialmente los que constituyen la minoría.
Hace algunos meses, cuando en nuestro país comenzaron las llamadas “guarimbas” conducidas por la oposición que seguía instrucciones del imperio yanqui, el gobierno garantizaba los derechos de los manifestantes que no se movilizaban precisamente por razones de justicia social, como es el caso de los activistas de Ferguson, sino por una salida antidemocrática del presidente constitucional Nicolás Maduro. Las principales víctimas de estos actos violentos resultaron ser funcionarios de las Fuerzas Armadas bolivarianas quienes fueron masacrados por activistas opositores y mercenarios financiados por grupos políticos.
En Ferguson las imágenes que nos llegan dan fe del trato inhumano por parte de los órganos represivos que reciben quienes han salido a la calle a manifestar contra la discriminación racial. En Gaza sucede el mayor genocidio de la humanidad. El juez del mundo se limita al silencio cómplice y a suministrarle armas a los sionistas, esto en nombre de la libertad.
Menos mal que Estados Unidos es el paradigma de las libertades y justicia, como sería si no lo fuera.
