Los Premio Nobel de La Paz y la guerra necesaria para la continuidad del imperio del mal

Entrado el siglo XXI, a Barack Obama, presidente recién electo de los Estados Unidos de Norteamérica y posteriormente a la Unión Europea, coalición de países europeos aliados directamente con las políticas coloniales de los EE.UU, se les otorgó el hasta ahora prestigioso Premio Nobel de La Paz. La cantidad de críticas a nivel mundial contra tal asignación fueron incalculables. Los organizadores no tuvieron escusas ni respuestas a tal otorgamiento. Sólo la complacencia política entre elites de dominio imperial podía explicar tal aberración.

El recién llegado, presidente de color, había creado toda una expectativa nacional e internacional en cuanto a cambios políticos, económicos y sociales sobre la forma de mirar y actuar ante el mundo. Su antecesor llevó a la gran Nación Imperial del Norte y sus aliados incondicionales de la UE, Inglaterra, España, Francia y Alemania, a las más desastrosas y humillantes derrotas militares y económicas. Los fracasos militares en las invasiones de Afganistán e Irak no lograron consolidar el decadente modelo económico y social capitalista y neoliberal. Sólo unos pocos banqueros financistas del gobierno saliente ganaron, los pueblos de estos países sufren en cuerpo y alma la pérdida del estado de bienestar que por décadas el aparato propagandístico les dibujó en el horizonte.

Obama, recién electo y los sucesivos gobiernos aliados de la UE, han tenido que correr con las consecuencias de estos fracasos. Sus gobiernos ya no pueden sostener por mucho más tiempo el descontento social interno y desde el punto de vista internacional, no pueden por vías pacíficas y diplomáticas sostener la relación de dominio imperial a niveles de un mundo unipolar.

El dominio imperial del mundo está en riesgo, los Premios Nobel otorgados de manera inexplicable sólo tenían el propósito de lavar las manos y la cara de quienes en una nueva oleada de invasión, destrucción y muerte ejecutan, a través de medios propagandísticos, corresponsales y paramilitares, acciones terroristas y violadoras del derecho internacional. Violadoras de la humanidad y sus derechos. El objetivo es precisamente llevar la devastación y la muerte a todos aquellos países y regiones no alineados con las políticas imperiales que hoy, en un mundo multipolar, de igualdad, solidaridad, complementariedad, buscan y proponen el manejo independiente de sus políticas y recursos naturales. Un mundo social, política y económicamente justo, donde el ser humano y su bienestar sea la prioridad. Un modelo político, social y económico alterno al fracasado y decadente modelo imperial de dominio mundial.

Los financistas imperiales y otorgantes del Premio Nobel de la Paz requieren con premura el retorno de su capital económico y político.

felmar138@gmail.com


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