“Pedagogía liberadora para el siglo XXI” (Crítica a 20 tesis de política de Enrique Dussel)

En la tesis 11 denominada “El pueblo. Lo popular y “el populismo” Dussel indica: “Es decir, por mutua información, diálogo, traducción de sus propuestas, praxis militante compartida, lentamente se va constituyendo un hegemón analógico” Señalando la forma en que los movimientos de resistencia pueden ir uniendo sus luchas a través de un diálogo franco donde cada movimiento social escuche las necesidades de cada cual y se percate de las causas de sus aflicciones son iguales, la crisis del sistema capitalista.

Ejemplifica: “El feminismo descubre que las mujeres de color son las peor tratadas; que las obreras reciben menos salario; que las ciudadanas no ocupan funciones de representación; que las mujeres en los países periféricos sufren todavía mayor discriminación, etc. De la misma manera el indígena descubre la explotación de la comunidad en el capitalismo, en la cultura occidental dominante, en el racismo sutil pero vigente.” Así la resistencia deja de verse como una geografía desembrada, sin orden y mucho menos con la cohesión suficiente para frenar los embates del enemigo, para construir una propuesta superadora del estado de cosas injusto.

Pero dicha propuesta no se puede construir en las bases de la imposición de los objetivos de una sola organización, ni en la implantación forzosa de “vanguardias” a través de actos supuestamente democráticos pero similares al sistema que se pretende transformar. El diálogo no puede surgir en el dogma intransigente que cierra toda posibilidad de entendimiento.

Se debe construir un bloque popular para enfrentar al capitalismo en su fase neoliberal, pero debe formarse en el diálogo franco, verdadero, respetando la autonomía de cada movimiento pero aprendiendo también del otro, estableciendo metas comunes dónde sumando se gane pero también visualizando aquellos senderos por donde es mejor transitar aparte.

Para ello es fundamental el ejercicio pedagógico liberador basado en un concepto distinto al de instrucción, alejado de la transmisión de informaciones conservadoras de las injusticias a un concepto transformado. Una educación que sea capaz de visualizar las contradicciones sistémicas, analítica y crítica, en palabras de Paula Freire: ““la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo” Una educación que destierre del proceso pedagógico todo síntoma de sociabilización necrófila, domesticación y quietismo social. Con la fuerza para revertir la geografía unipolar, en una plural, en equilibrio. Construyendo los nuevos escenarios desde abajo pero estructurados en la democracia, requisito indispensable para una cohesión de las fuerzas transformadoras. Por tanto, para construir la nueva utopía es principal la educación liberadora recurso de la democracia participativa.

Solamente así será posible dejar atrás el individualismo, el egoísmo, la mentira y toda aquella actitud antisocial. Será posible ir construyendo espacios alternativos al del poder hegemónico y desde ellos construir un nuevo mundo.

Un mundo solidario, equitativo, justo, igualitario y democrático. Un mejor mundo para habitar.

Los hombres en colectivo construyen su historia, pero para hacerlo necesitan despertar su conciencia por medio del estudio de la realidad y acciones transformadoras.

Con teoría y práctica en el diálogo podemos iniciar las trasformaciones necesarias hacia un nuevo orden.

El camino es largo, pero paso a paso se puede realizar.

Referencias bibliográficas:

E. Dussel (2006) 20 tesis de política. XXI Siglo Editores. México.

*El autor es Licenciado en Docencia en Lengua y Literatura por la Universidad Autónoma de Baja California.



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