Diplomacia y negocio

Nunca las relaciones entre los Estados se han limitado a los asuntos exclusivamente políticos y sus derivaciones militares, porque el componente económico, comercial y financiero de las relaciones entre los Estados, especialmente en la época de desarrollo del Capitalismo, en su fase mundializada, adquirió una dimensión extraordinaria que transversalizó el conjunto de la relaciones entre los Estados y, de manera particular, entre los gobiernos que los representan en la escena internacional.

Las alianzas y los acuerdos entre los Estados son hoy, más que nunca, el resultado  de una coincidencia política  estratégica que tiene su base en  su capacidad para proteger sus intereses más allá de su espacio territorial  y contenido poblacional, por lo que las economías constituyen un aspecto fundamental de tales vínculos internacionales, cuya importancia es de tal suerte transcendente que, aún en los cambios la dirección de los gobiernos, tales instrumento se mantienen inalterables o poco modificados, por cuanto, jurídicamente obligan a los Estados con prescindencia de  sus gobernantes pero,  especialmente, expresan el interés de las clases y sectores dominantes en el país y sus relaciones con el entorno regional y los condicionantes extra-regional.

En los inicios de la expansión del Capitalismo, las potencias coloniales de Europa y Asia abrieron  su comercio en Asia, Africa y Oceanía mediante el uso descarado de la diplomacia de las cañoneras y sus competidores, los Estados Unidos de América. impuso su Doctrina Monroe (América para los Americanos), con la amenaza y el uso de la fuerza a las débiles republicas latinoamericanas del siglo XIX y comienzos del siglo XX,  con el fin de abrir y controlar  los mercados a sus productos industriales, imponer sus empresas agrícolas, petroleras y mineras y permitir las operaciones de sus bancos y seguros. En el caso de Venezuela, uno de los casos más emblemático de su conducta de las potencias europeas (Italia, Inglaterra, y España) fue el bloqueo del puerto de La Guaira, cercano  a la capital, Caracas, en 1.912, durante la presidencia de Ciprinano Castro, con la finalidad de imponer el pago de supuestas deudas de la época de la independencia, lo cual fue rechazado por el gobierno venezolano y se convirtió en causa para que, años más tarde fuera derrocado por la traición de su vicepresidente Juan Vicente Gómez, con el apoyo delos Estados Unidos de América.

Es imposible pensar hoy en acuerdos entre Estados, en cuyo contenido no aparezca un componente  comercial o financiero, sea directo o indirectamente o que, no estando en la letra explícita de los acuerdos, no haya sido objeto de consideración de las partes que, de común acuerdo, ex oficio omiten la incorporación en el texto y delegan al tratamiento del mismo a otras instancias de sus respectivos gobiernos y, de esa manera, eluden rígidas normativas nacionales, la suspicacia de factores políticos y económicos internos de sus países y, de manera especial, el reclamo de Terceras Partes que, sintiéndose afectados por tales acuerdos de Estados, puedan reclamar para sí la aplicación de la Cláusula de País Más Favorecido, que obligaría a darle el mismo tratamiento otorgado a otro en el presunto acuerdo.

En medio de la actual crisis del Capitalismo, la búsqueda de nuevos acuerdos comerciales y financieros que permitan a los países del centros Capitalista mundial  y los países Emergentes que pugnan por desplazarlos de áreas importante de la economía mundial, se ha desatado una frenética lucha  para sostener sus viejas y privilegiadas relaciones comerciales y financieras, las cuales han desestabilizado las relaciones entre los Estados, afectadas por la deslealtad de sus socios y el espionaje de sus medios de transmisión de datos; convirtiendo a la diplomacia en un instrumento de fuerza que, de manera directa y personal, en la misma sedes de los gobiernos y en los espacios de los grupos políticos y económicos de presión, hacen lobby para advertir sobre decisiones que pudieran afectar sus relaciones, el mantenimiento de acuerdos de seguridad o el cumplimiento de contratos, lo cuales afectan, sensiblemente, la capacidad de respuesta de algunos gobiernos sin disposición a sostener el interés de la Nación y la Defensa de su Soberanía frente a la bota insolente del mercader  extranjero, debiendo aceptar condiciones que son contrarias al interés actual y futuro de sus pueblos.

Pero, como lo que es igual no es trampa, según el sabio proverbio castizo, la pérdida relativa de las hegemonías por parte de la grandes y medianas potencias del Capitalismo mundial respecto a países de mediano desarrollo y fuerza geopolítica integrada en algunas regiones del planeta, como América Latina; ha conducido a que las acciones impositivas de los imperialistas y las viejas potencias coloniales, puedan ser contestada con el arma  de la represalia comercial, obligándolos, muy a su pesar, a reconsiderar sus posiciones e, incluso, a disculparse, cuando  su decisión o el grupo del países del cual forman parte, incurren en acciones que afectan la dignidad nacional y el interés comercial  o político de aquellos Estados, como son los recientes casos del posible asilo del exespia de la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional de USA y Objetor de Conciencia, Edwar Snowden, y el atentado frustrado cometido por Italia, Portugal, Francia, España y los Estados Unidos de América contra el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales

Sin duda, las marchas y contramarchas públicas de la diplomacia francesa y  española, el vergonzoso silencio pero no inactividad diplomática - de la italiana  y portuguesa, así como la cobarde actitud omisiva del gobierno usamericano,  es expresión, no de un acto de reconocimiento de un error diplomático y de una violación del Derecho Internacional sino, de la justificada preocupación por los miles de millones en contratos comerciales, industriales y de infraestructura que Bolivia y otros países latinoamericanos - como el caso de Venezuela que acaba de firmas varios jugosos contratos con Italia, Francia y Portugal) que, en el caso de verse suspendidos e, incluso, abrogados, por Bolivia y sus socios de la región, afectarían sensiblemente la situación de sus economía en crisis y ello traería la reacción inmediata de las grandes corporaciones  de tales países que exigirán un  cambio de postura de sus gobiernos, porque ahora no tienen capacidad para amenazar ni mucho menos usar, la fuerza para imponer sus pretensiones. De allí que la vieja diplomacia imperial, avergonzada y temerosa de sus pasos, estará hoy haciendo el trabajo que en el pasado, solo era cosa de cañoneras, de espías intrigantes y militares  cipayos golpistas.

Yoel Pérez Marcano

 



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