Maduro, Capriles, Santos y las verdades ocultas

Las relaciones de Venezuela con Colombia tienen inmenso impacto en la política interna de los venezolanos, porque cada vez que se produjeron episodios de conflicto en estas naciones vecinas, el Chavismo sufrió perjuicios políticos y electorales. Los años 2007 y 2010 son claros ejemplos del "Efecto Bogotá", pues sobrevinieron derrotas en la reforma constitucional y baja votación a la Asamblea Nacional, respectivamente.

En ambas ocasiones, estuvimos perturbados por un escenario de pre guerra con Colombia, que restó entusiasmo al electorado chavista por temores de un conflicto armado binacional y un significativo nivel de desencanto hacia el Gobierno Nacional por lo que fue considerada una política exterior belicosa de parte de Caracas.

Hoy el hecho se repite, a los varios focos de conflicto que se han generado para crear ingobernabilidad contra Maduro y derrocarlo (acaparamiento, inflación, polarización, devaluación, AH1N1, etc) se suma un acto de provocación evidente de parte de la oligarquía colombiana, como lo es que el Presidente Juan Manuel Santos le brinde recibimiento público al ex candidato presidencial Henrique Capriles Radonski, con ocasión a la agenda subversiva de este último.

De acuerdo a esa agenda propagandística de Capriles el único funcionario legítimo en Venezuela es él mismo, no cree en el CNE, ni en el TSJ, ni en la Asamblea Nacional, ni en el Consejo Legislativo de Miranda, ni reconoce al Presidente Nicolás Maduro. De modo que a todas luces, cuando Santos le facilita visibilidad internacional a Capriles en estas circunstancias, comete un acto inamistoso contra Venezuela y viola el Pacto de Santa Marta, el cual contempla la coexistencia pacífica de los dos Estados, por encima de sus modelos antagónicos, y la promesa de no intromisión en los asuntos internos de cada país.

Para la diplomacia internacional (la política ejercida entre los países) atender a Capriles en Bogotá es como atender a Timochenko (jefe de las Farc-Ep) en Caracas. Saben los estudiantes de pregrado en Derecho así como cursantes en Estudios Políticos e Internacionalistas, que a la luz del Derecho Internacional Público, Capriles es un gobernador de una entidad regional que posee legitimidad de origen por ser autoridad electa por el pueblo y en consecuencia es un sujeto legal del Derecho Interno venezolano; mientras que Timochenko encabeza una fuerza subversiva sin reconocimiento de su país ni internacional como fuerza beligerante, que además EEUU y la Unión Europea califican como estructura vinculada al narcotráfico y al terrorismo. Ahora bien, confundir política y Derecho en este caso, sería inadmisible para los observadores avezados, aunque los medios de la derecha internacional se escudarán en ese argumento para presentar a Maduro como el autobusero neófito, un disparatado bravucón que padece el sarampión de izquierda, un ignorante hombre de Neardenthal sin nociones mínimas en el contexto de las relaciones internacionales y a Santos como un culto demócrata que con moderación, prudencia y modernismo le dispensó una cordial y bienintencionada recepción al Gobernador del Miranda. Demás está decir, que este tipo de malintencionadas falsificaciones no son nuevas, de hecho han tenido larga data y pegada mediática en los medios de comunicación del mundo para desprestigiar a quienes no se subordinan a EEUU. Inclusive ex revolucionarios de cafetín e historicistas mediocres se pliegan a esas matrices con total premeditación y alevosía.

Tanto funciona esa perversa maniobra mediática que cuando Santos (entonces Ministro del Presidente Uribe) bombardeó territorio ecuatoriano, para la prensa internacional los violentos no fueron Uribe ni Santos, sino los Presidentes que protestaron acaloradamente por ese hecho criminal: Correa, Chávez, Evo, Ortega, entre otros. Quedaron estos últimos una vez más como izquierdistas radicales adictos a la violencia y al belicismo.

A falta de acuerdo diplomático (omisión del Pacto de Santa Marta), seguramente deberá apelarse a los principios generales de soberanía, Colombia podrá recibir a quien quiera, incluyendo venezolanos que se alcen contra los poderes constituidos del Estado venezolano; y Venezuela no tendrá impedimento de hacer lo propio con los actores de la realidad colombiana (legales o ilegales), además de reconfigurar sus relaciones económicas para que un gobierno hostil como el de Santos no se siga llenando los bolsillos a expensas de la economía venezolana.

Seguramente podemos importar productos de otros países (Mercosur) que demuestren mayor compromiso con el respeto hacia nuestra soberanía e independencia. No cabe duda que Maduro ha hecho lo correcto al emitir severas advertencias a Santos, pues todavía hay tiempo de recomponer las relaciones y retomar la senda de la no injerencia.

Un hipotético silencio del presidente venezolano habría sido estimado como un gesto de debilidad política y alejamiento de los valores patrióticos que históricamente han identificado a la Venezuela Digna que nos dejó Hugo Chávez. Ahora que Colombia solicita su formal ingreso a la OTAN, todo indica que se distancia mucho más de Caracas y se abraza totalmente con Washington. Muy mal síntoma para la seguridad de la región latinoamericana, así deberá constar en términos de la política real que circula en los informes confidenciales de alto nivel gubernamental.


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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

 jesussilva2001@gmail.com      @Jesus_Silva_R

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