Obama II

Al ser reelecto Barack Obama como Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, politólogos, economistas, internacionalistas, sociólogos, historiadores, líderes políticos y sociales, se han preguntado sobre la naturaleza o carácter de la administración norteamericana en los próximos cuatro años.

No por sesgo economicista es evidente que los principales retos que el señor Obama enfrenta, en el corto y mediano plazo, lo remiten al tema económico. La crisis mundial del capitalismo, a ambos lados del atlántico, no culmina, tiende a extenderse en tiempo y en profundidad. El Presidente logró sortear electoralmente un desempleo que afecta a 15 millones de trabajadores y un débil crecimiento de la economía en 2011-2012, en cierta forma por la modificación del mapa geopolítico que le benefició de la mayoría del voto hispano, esperanzado en una reforma migratoria integral que aun no llega, pero que con el Tea Party conservador menos que imposible. Recuérdese que 12 millones de latinoamericanos “ilegales” trabajan y pagan impuestos en esa nación.

Es una agenda compleja que le hace perentorio impulsar el crecimiento, intentando doblar sus exportaciones y crear dos millones de nuevos empleos, tal como lo prometió en la campaña electoral. Nada fácil cuando emerge un embrión de un nuevo orden internacional: China, India, Brasil, Sudáfrica y Rusia, que disputan espacios del mercado mundial cada vez con mayor éxito.

De otra parte, dos desequilibrios explosivos de la economía norteamericana están presentes con toda su carga de consecuencias recesivas. Uno referido al tamaño y autorización de su deuda pública, próxima a alcanzar los 16,4 billones de dólares, que representa el 103% de su PIB. Está obligado el gobierno de Obama, antes de que termine este año, a acordar con los republicanos en el Congreso para que el techo legal de la deuda en EEUU no implique la austeridad presupuestaria y con ello la vuelta a una recesión con impacto en la economía global. El otro desequilibrio está en la esfera fiscal que este año terminará con un déficit público de 7,9%. Ahora el riesgo tiene un nombre, “fiscal Cliff” que traduce “precipicio fiscal”. Ocurre que en 2011 los republicanos a cambio de permitirle elevar el techo de la deuda al primer gobierno de Obama, impusieron una serie de normas sobre el control del déficit público que entraran en vigencia a partir del 1 de enero de 2013, y que supone una reducción automática del gasto publico y una elevación de impuestos. El objetivo es reducir el déficit en un 5,1% del PIB en 2013, aproximadamente 800.000 mil millones de dólares. En el supuesto de que no haya acuerdo parlamentario la economía Norteamérica, aun anémica, entraría en recesión, y el desempleo, su más grave problema humano, se agravaría. El Presidente Obama ofreció elevar los impuestos a los mas ricos, bajar los gastos militares y mantener los costosos programas sociales. Es una agenda caliente que tiene su principal obstáculo en la naturaleza de la economía norteamericana que en las ultimas, por lo menos tres décadas, concentro su acumulación de capital en la esfera financiera, construyendo la mas portentosa, inteligente y grotesca especulación capitalista en el mundo del dinero, inaugurar una época de la ganancia fácil y rápida para el capital.

El Presidente Obama dijo al obtener su triunfo que “para EEUU lo mejor está por venir”. La economía parece que comienza a desmentirlo.

Lo otro, su política exterior y la visión imperial que siempre le acompaña, es otro tema.

rodrigo1cabeza@yahoo.com


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Rodrigo Cabezas

Economista. Profesor de la Universidad del Zulia

 rodrigo1cabezas@gmail.com

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