Velasco Chávez: continuidad antiimperialista

El 3 de octubre de 1968, el general Juan Velasco Alvarado y cuatro coroneles progresistas del ejército peruano, rescataron de manos del capital norteamericano y de los partidos políticos puestos a su servicio, la dignidad que Túpac Amaru II legara a la América insurgente.



Veinticuatro años después, en Venezuela, cuatro comandantes intentaban rescatar de manos del FMI, del BM y de los partidos entreguistas, la libertad y soberanía que nos legaran Bolívar y Sucre.



La experiencia peruana terminó por la felonía de otro general que, de la mano de los “gemelos” de la perversidad financiera (FMI y BM), hincó al Perú y a su Fuerza armada y policial a los pies de su amo norteamericano y al servicio de su estrategia militar de dominación judeo cristiana en América latina.



Luego de dos años de encarcelamiento (entre 1992-94), el comandante Hugo Chávez gana, en 1998, las primeras elecciones populares y con ellas el liderazgo del proceso revolucionario que conduce actualmente, dando continuidad al sino antimperialista que señalara Velasco.



Aquí no haré un resumen de los logros verificables de este proceso. Allí están para cualquiera que se precie de una mirada ajena a la mezquindad. Las críticas a la revolución bolivariana proceden de quienes no conocieron nunca la Venezuela de la desigualdad y la marginación de su pueblo por oligarquías que medraron de la explotación del petróleo desde los tiempos de la New York and Bermudez Company (NY&BC), la Venezuelan Development Co. de origen inglés, la Shell (angloholandesa) y la Standard Oil (norteamericana). Estas empresas, eran dueñas del territorio venezolano a través de concesiones que le fueron dadas por los gobiernos de turno por 50 años que se hicieron interminables, a razón de dos bolívares por hectárea concedida. Recordemos que sólo las dos primeras compañías del maridaje norteamericano-inglés, recibieron a comienzos del siglo XX, 27 millones de hectáreas (cada Ha es igual a 10 mil metros cuadrados) en los estados de Sucre, Delta Amacuro, Monagas, Anzoátegui, Carabobo, Zulia, Falcón, Táchira, Mérida, Lara, Trujillo, Yaracuy.



Las críticas también proceden de quienes nunca llegaron a la Venezuela de hoy, y tuvieron contacto con la nueva institucionalidad que ha empezado a reemplazar a esa otra institucionalidad servil creada, financiada y controlada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la USAID. A esta institucionalidad que, según reza la doctrina de la CIA en sus “Documentos de Santa Fé”, constituye el “régimen permanente” que asegura la inversión extranjera, destruye lo que nos es propio, impone los valores asentados en el mercado excluyente, el individualismo, la corrupción, el terror, la inseguridad, el odio, el narcotráfico, la delincuencia organizada.





Quienes se oponen al proceso venezolano no son otros que los usufructuarios de un orden hecho para los privilegios, el lujo, la ostentación; los que no aceptan la idea de que en Venezuela se ha empezado a construir otro orden que hace realidad aquello de la “igualdad de oportunidades” para comer, vestirse, tener una casa, ir a la escuela y a la universidad, curarse en caso de enfermedad. La oposición viene de aquellos que fieles a la doctrina de una iglesia maniqueista aceptan como natural un orden social donde el “señor” habría puesto a los “ricos” para ser amos y a los pobres para ser sirvientes. Viene de los envenenados por Venevisión, por CNN, por la Voz de América, por el Nacional, por las iglesias llamadas evangélicas, por los Uribe, los Vargas Llosa y otras especies. Viene de los que viven de las ONGs internas y externas que dicen luchar por la libertad y la democracia, marca USA, con los dólares de la Fundación para el desarrollo de la democracia (NED), del Instituto Internacional Republicano (IRI), del Instituto Internacional demócrata (NDI), de las Casas para la libertad (Feedom House). Viene (y contagia), de todos aquellos (as) que “antes” podían tener cuatro o cinco carros, yates, aunque no los usaran; de los que hacían sus compras los fines de semana en Miami, que mantenían a sus hijitos en “los Estados”, para tener visa de residentes. En fin, viene de todos aquellos que no entienden, y menos comprenden, el curso de la historia. De los que no quieren enterarse que lo que la caída del muro de Berlín advertía era “el fin de la historia” del capitalismo y el nacimiento del socialismo como “creación heroica de los pueblos, sin calco ni copia”.



A quienes en Venezuela hemos sentido la fuerza movilizadora del cambio, de la alteración, de la construcción diaria de un nuevo orden, en los estudiantes, los campesinos, los militantes comprometidos, no nos cabe la menor duda de este sentido y de sus sucesivas conquistas y logros cada vez más importantes e irreversibles. La “Llave del Arca” sólo tiene un depositario: el pueblo. Y el pueblo venezolano, un líder: Chávez. Este, 07 de octubre, el triunfo es del pueblo. El triunfo es de Chávez. El triunfo es antiimperialista. Ya no se trata de lo que es posible hacer sino de lo que se tiene que hacer.



Abrirle espacio al sionismo terrorista que representa Capriles en Venezuela y que amenaza al Caribe, a la América del sur y al mundo, destruyendo los cimientos de la humanidad y de la cultura, ya no es oposición, es traición.

ruby_7872@yahoo.es

*http://www.alizorojo.com


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Rubén Ramos (*)

Sociólogo y educador peruano, postdoctorado en Filosofía, Política e Historia de las Ideas en América latina por la universidad del Zulia-Venezuela

 ruby_7872@yahoo.es

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