El descarado y cínico Federico Franco

Hay seres realmente ignorantes del superior nivel de cinismo que les caracteriza. Se creen dioses humanos capaces de crear mitos y dogmas eternos con sus perogrulladas. Federico Franco es ese arquetipo perfecto del cinismo barato y hasta asqueroso. Federico Franco debió haber vivido en la época de Pizarro para que a éste le hubiese cargado el maletín de sus cinismos.

 Fue el candidato de Fernando Lugo a la Vicepresidencia de Paraguay y salió electo, fundamentalmente, por los votos que le aportó el famoso obispo. Los paraguayos sabían que era un burgués pero como era de la fórmula de Fernando Lugo, votaron por él. Razón tuvo el burgués Beslay para decirles a los comuneros de París que jamás debían creer en la palabra de los burgueses. Desde que se posesionó Francisco Franco de la Vicepresidencia de Paraguay inició su conspiración contra Fernando Lugo, precisamente, para sustituirlo como Presidente y buscando ganar adeptos para ser elegido en el próximo proceso electoral como tal.

 Rezó, oró, invocó a todos los santos, imploró a Dios, pidió al señor Jesucristo, prendió velas a todos lo brujos, visitó astrólogos e hincado de rodillas elevó plegarias a la virgen María para que el Congreso de Paraguay destituyera o le diera un golpe de Estado parlamentario al Presidente Fernando Lugo. Lo logró, echando por la borda la fidelidad que le debió caracterizar con el obispo y su superior, ya que éste nunca rompió con el hilo constitucional y, mucho menos, con el status de capitalismo subdesarrollado que es lo más importante y decisivo para la oligarquía paraguaya y el imperialismo foráneo.

 Luego de juramentado, como Presidente, por el Congreso golpista, el cínico y descarado Francisco Franco, como cualquier Celestina, declaró que iba a solicitar la solidaridad o el apoyo del derrocado Presidente Fernando Lugo para que ésta salga a explicar y justificar que el golpe de Estado parlamentario que le dieron es justo, es legal constitucionalmente, es legítimo y contaba con su propio aval por lo cual debían de reconocer al usurpador que no es otro que Francisco Franco. ¿En qué cabeza cabe mayor perogrullada, cinismo y descaro? Ah, en la de Francisco Franco.

 No tenía minutos de haber sido designado Presidente del Uruguay cuando el usurpador, con un cinismo grotesco y burlesco, dijo:
"Ahora mismo estoy tratando de hablar con el presidente Lugo, lo voy a hacer, creo que es muy importante su presencia como paraguayo para tratar de dar una imagen internacional, que en estos momentos necesitamos de un gobierno legalmente constituido". Dense cuenta que el mismito usurpador, en sus palabras, reconoció a Fernando Lugo como Presidente pero agrega que lo paraguayos necesitan de otro Presidente legalmente constituido como si Fernando Lugo no lo era. La politiquería, vestida de demagogia y de un derecho burgués cínico que legaliza la injusticia, recurre a triquiñuelas para justificar lo injustificable: el golpe de Estado parlamentario que le dieron al obispo y Presidente Fernando Lugo, quien se ha quedado sin el chivo y sin el mecate por mirar la política con los ojos de la religión y no ver a ésta con los ojos de la política.

El cínico y descarado usurpador desea y aspira que sea el derrocado quien le ayude “… a evitar que Paraguay reciba un castigo absolutamente injusto, innecesario e impopular”, como si el golpe de Estado parlamentario fuese, realmente, popular, como si contase con el apoyo de la inmensa mayoría de la población paraguaya. ¿Es o no cinismo y descaro la solicitud del usurpador?

Francisco Franco, como el zorro que ha sido obligado a esconderse al ver un animal que le excede de tamaño o como el avestruz metiendo la cabeza entre sus piernas, reconoce que no debe salir del país (precisamente por la impopularidad de su golpe de Estado parlamentario) hasta que baje la marea de protestas como sucedió en el caso del golpe de Estado a Manuel Zelaya. Aspira que sea el propio Presidente derrocado quien le haga la segunda. Francisco Franco es quien más está convencido que el golpe de Estado parlamentario dado a Fernando Lugo es tan impopular como el zorro que se mete a un gallinero sin que el gallo padrote lo haya invitado a su terruño.

Lo que solicita el usurpador y cínico Francisco Franco al derrocado Fernando Lugo es tan semejante a que la Inquisición le hubiese solicitado a Galileo que explicara a lo científicos lo legítimo y justo del juicio que lo condenó por exponer su teoría de que la Tierra rotaba alrededor del Sol o como si el Imperio Romano le hubiera solicitado al señor Jesús explicara a sus seguidores que morir en la cruz era una sentencia justa por sus crímenes de predicar la liberación de lo pobres.

Si Francisco Franco espera con ansia y muy pronto que los gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay entiendan la situación de Paraguay y lo reconozcan como Presidente legítimo, los pueblos de América Latina y el Caribe deben esperar que ningún gobernante de la región le de vuelta a la tortilla y mañana salga recibiendo, con todos los actos protocolares y honores, al usurpador, cínico y descarado Francisco Franco como el legítimo Presidente de los paraguayos y paraguayas. Ojalá no se repita la historia de Honduras, porque no será más que avalar la tragedia de un pueblo, cuyo derecho y deber de elegir democráticamente a sus autoridades gubernamentales no valen un pito cuando el Congreso se confabula con los imperialistas y los oligarcas para derrocar Presidentes.



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El Pueblo Avanza (EPA)


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