La historia del liberalismo radical ecuatoriano, que fue absorbida por ilustres políticos como Eloy Alfaro a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, influenció el desarrollo de la teoría del socialismo del siglo XXI sostenida por el movimiento de la revolución ciudadana de Rafael Correa.
Eloy Alfaro, “El viejo luchador” liberalista radical, que derrocó a los conservadores y llegó al poder. El 12 de enero de 1897, una Asamblea Constituyente, tras expedir la undécima Constitución, se pronunció por el liberalismo y eligió como presidente a Alfaro. Durante su primer gobierno, que concluyó en 1901, Alfaro se dedicó a consolidar el triunfo liberal, a establecer la separación entre la Iglesia y el Estado y a impulsar la construcción del ferrocarril entre Quito y Guayaquil.
El segundo gobierno alfarista, vigente entre enero de 1906 y agosto de 1911. En este período se promulgó la Constitución de 1906, "la carta magna del liberalismo ecuatoriano"; se continuó la construcción del ferrocarril transandino, que arribó a Quito el 25 de junio de 1908; se consolidó la secularización en la enseñanza pública, y se realizaron también obras de infraestructura y comunicación.
En las elecciones de 1911, el gobierno alfarista impuso a su candidato Emilio Estrada mediante un fraude, pero Alfaro se arrepintió de tal maniobra y quiso obtener la renuncia de Estrada mediante la convocatoria a un congreso extraordinario. Para entonces, el placismo se había aliado con Estrada en contra de Alfaro, que fue depuesto por el pueblo y el ejército y debió abandonar el país.
Entonces asumió el poder Carlos Freile Zaldumbide, quien entregó la presidencia al electo Emilio Estrada, en diciembre de ese año. Pero Estrada falleció y Freile Zaldumbide asumió la presidencia. Alfaro y otros dirigentes radicales regresaron al país pensando influir en la designación de un nuevo mandatario, pero Freile Zaldumbide los apresó en Guayaquil. Trasladados a Quito, el 28 de enero de 1912 una turba asaltó la prisión y acabó con Eloy Alfaro, Flavio y Medardo Alfaro, Luciano Coral, Ulpiano Páez y Manuel Serrano. Sus cuerpos, arrastrados a modo de trofeos sangrientos por la ciudad, fueron quemados en El Ejido. Al parecer, una oscura alianza entre el placismo y los conservadores fue el origen de esta acción criminal.
La labor política de Alfaro es muy trascendente en la historia de Ecuador; tanto por las trasformaciones ideológicas, como las sociales: exonero del tributo territorial a los indios de la Sierra y a los pobladores de la Costa. Suprimió la prisión por deudas, permitió la participación de la mujer en cargos administrativos, promovió escuelas y centros de educación y luchó a favor de la independencia de Cuba y por resucitar la idea Bolivariana de la Gran Colombia.
Estas experiencias políticas lejanas, impulsadas por el viejo luchador, máximo representante del liberalismo radical latinoamericano de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, parecen ser la base histórica que respalda la teoría política de la revolución ciudadana y el socialismo del siglo XXI de Rafael Correa.
El Plan de Gobierno
2007-2011 de la Alianza PAIS enumeraba cinco ejes programáticos: En
primer lugar estaba la revolución constitucional y democrática,
con el objetivo de realizar la convocatoria de una Asamblea Nacional
Constituyente vía referéndum para reformar el Estado en un sentido
descentralizador y mejorar las instituciones del sistema democrático;
una nueva Constitución reemplazaría la promulgado en 1998.
El
enemigo a batir aquí era el "poder mafioso de la
partidocracia". Puesto que el Congreso estaba "moribundo"
y la Asamblea Constituyente ya se encargaría de "estructurarlo
profundamente", la Alianza PAIS renunciaba a presentar
candidatos a diputado. La decisión resultaba insólita, ya que
Correa, de ganar, afrontaría un proceso constituyente con un
Legislativo potencialmente hostil hasta el último escaño, salvo que
negociara con los mismos partidos que ahora descalificaba. En segundo
lugar, no podía faltar una revolución ética, que
conllevaría un "combate frontal" y una "lucha a
muerte" contra la corrupción y la evasión fiscal, y el
establecimiento de mecanismos de transparencia en la administración
pública. “vamos a agarrar a correazos la corrupción”.
En tercer lugar, Correa
proponía una revolución económica y productiva, para acabar
con un "esquema económico perverso que privilegia la
especulación financiera, que beneficia en extremo a los acreedores
del país". Para ese fin, se ejecutarían políticas públicas
activas, de fomento de la inversión, la producción y el empleo
("500.000 puestos de trabajo generados"), así como la
modernización integral del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social
(IESS), un generoso programa de subsidios para la adquisición de
vivienda ("160.000 familias con escrituras"), una reforma
agraria, una "política energética soberana" centrada en
el fortalecimiento de Petroecuador, la extensión del control estatal
a todas las etapas de la industria hidrocarburífera y la revisión
de los contratos con las compañías adjudicatarias, amén de una
"política soberana de deuda externa", que por ejemplo no
vacilaría en reestructurar el servicio de la deuda, o incluso
declarar una moratoria en el pago de la misma, si el Gobierno
necesitaba ese dinero para cubrir necesidades domésticas.
En otras palabras, la Alianza PAIS preconizaba "un cambio radical en el modelo económico porque el neoliberalismo ha fracasado; hay que pasar de una economía rentista, financiera y descontrolada, a una economía que apoye al sector productivo y a la generación de empleo, sobre todo a través de la economía popular". Por si a alguien le quedaban dudas, Correa enfatizó que un Gobierno aliancista respetaría la dolarización, que a fin de cuentas había traído estabilidad monetaria, aunque él se lamentaba de que el Estado hubiese perdido la herramienta de la depreciación para relanzar las exportaciones y corregir el déficit comercial, no quedándole más opción que subir los aranceles a las importaciones.
Por último, el Plan de Gobierno contemplaba una revolución educativa y de la salud, y una revolución por la dignidad, la soberanía y la integración latinoamericana, que entre otros puntos preveía consultar en referéndum a la ciudadanía sobre el futuro de un TLC cuya firma ahora, en los términos negociados con Estados Unidos, significaría un "suicidio social" para el Ecuador.
Correa heredó de la historia natural y social ecuatoriana, el apego a la ciencia, la sagacidad de la política y la inclaudicable posición ética de sostener los principios en que se cree. Correa es uno de los pilares teóricos, políticos e ideológicos de esta nueva América Latina. La de Bolívar y Martí, la del Che Guevara y Kirchner, la de Maradona y Chávez, la de Fidel y Ortega, la de Marulanda y Farabundo Martí, la de Mariátegui y Evo Morales, la de Jacobo Arbenz y Emiliano Zapata, la de Moris Bishop y Omar Torrijos la de Manuela Saenz, Prudencia Ayala, Cristina Fernández, y Rigoberta Menchú. La América Latina de todos los luchadores del siglo XX y XXI que han ofrendado generosamente su sacrificio personal y hasta la vida por construir una Latinoamérica unida, solidaria y socialista. Ese es nuestro futuro.
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