Básicamente el gobierno surcoreano ha invertido parte considerable del presupuesto que resulta de su crecimiento económico en sectores estratégicos de inserción en la globalización. La producción industrial en ascenso fomenta las políticas públicas en educación e inclusión digital y viceversa, de tal modo que los profesionales emergentes devuelven estas inversiones del país y alzan la palanca de la economía.
A efectos de comparación,
Corea del Sur invirtió el 3,7% de su Producto Bruto Interno en
ciencia y tecnología en 2007, mientras que según el BID la media de
América Latina estaba en el 0,7%. El Brasil de los países de la región
ha sido el mayor promotor de la ciencia con más del 1,1% del PBI. Somos
así espectadores del triunfo de las empresas surcoreanas en Latinoamérica,
Hyundai, Kia Motors, LG, Samsung, y quién sabe cual será la próxima.
Además, Corea del Sur
se adhirió al BID en marzo de 2005 y participa en varios proyectos
de asistencia y desarrollo económico en América Latina. El país asiático
donó U$ 200 millones al banco para su aplicación en proyectos de reducción
de la pobreza, apoyo a pequeños negocios y transferencia de conocimiento
en ciencia y tecnología.
Los países latinoamericanos
participan tímidamente en el escenario mundial de investigación y
desarrollo, si se considera el porcentaje de los recursos de cada país
y el número de publicaciones en revistas científicas. Algunas de nuestras
universidades, sobre todo las argentinas, brasileras, chilenas y mejicanas
se destacan entre estas colocaciones como las mejores del mundo y han
conquistado espacios notorios.
Según la revista
IDB América, la mejora en la calidad de vida de las personas y
la competitividad en la economía global dependen de cuanto invierte
un país en ciencia, tecnología e innovación. Estas inversiones casi
siempre tienen retornos positivos, aunque a mediano y largo plazo.
Gestores públicos
de orientaciones ideológicas diversas reconocen la importancia del
desarrollo en capacitación humana, aunque alguno sólo lo hagan como
prerrequisito del desarrollo económico del país, o sea, porque el
sector productivo demanda mayor calificación de sus profesionales para
ganar competitividad en el mercado internacional.
Se justifica el aumento
de recursos destinados a ciencia y tecnología como el camino más sensato
para la mejora de la calidad de vida en América Latina y el mundo.
Los inventos facilitan la comunicación entre las personas, las hacen
vivir mejor y curan enfermedades.
El gobierno brasilero
finalmente reconoció que el 1,1% del PBI es una inversión que no satisface
ni la sombra del gigantesco Brasil. El Ministerio de Ciencia y Tecnología
lanzó el programa de Ciencia sin Fronteras, que entre 2011 y 2014 fomentará
la movilidad internacional de los investigadores brasileros y despertará
el sentido de innovación, calificará la mano de obra de jóvenes científicos
para que trabajen en Brasil.
Se espera con esta medida
dirimir parte de los obstáculos siguientes a la investigación y desarrollo:
escasez de recursos y de políticas públicas estratégicas, articulación
deficiente entre investigación y sector productivo, falta de mecanismos
de protección a la propiedad intelectual.
Para esta finalidad es
preciso convencer a los beneficiarios tradicionales de los recursos
públicos de que no hay dinero para todos y que por lo tanto los países
latinoamericanos deberán invertir más en sectores estratégicos a
fin de insertarse en mejores condiciones en el “anárquico” sistema
internacional del cada uno para sí.
No alcanzaremos grandes
logros mientras seamos dependientes de la buena voluntad de países
que como Corea del Sur, aprovechan bien sus recursos, entrenan a sus
hijos, nos ofrecen diminutos auxilios en proyectos de desarrollo y llegan
con empresas bien consolidadas en busca de los que tenemos a cambio.
El arrepentimiento de
lo que se dejó de hacer es improductivo. Peor que esto es asumir
el papel de meros “zappers” de un televisor de la Samsung, usuarios
de una computadora LG o conductor de un moderno Hyundai Elantra. Queremos
mayor presencia de América Latina en los avances de la ciencia y la
tecnología.