Siguiendo la pista al dinero

La fiscalía de los Estados Unidos presentó hoy en El Paso el testimonio de Oscar de Rojas, un contador cubano estadounidense radicado en Nueva Jersey, quien declaró haberle girado dinero a Luis Posada Carriles a El Salvador y Guatemala en 1997. El Departamento de Justicia sostiene que Posada Carriles utilizó ese dinero para financiar la campaña terrorista con bombas contra Cuba. Una de las bombas mató al turista italiano Fabio Di Celmo el 4 de septiembre de 1997 en el Hotel Copacabana en La Habana.

El contador de Nueva Jersey

Oscar de Rojas tomó el estrado a las 3:55 de la tarde. Vino obligado a El Paso, a raíz de un citatorio oficial y la promesa de que no será procesado por delitos penales relacionados a su testimonio.

Es un hombre de 74 años, que camina con dificultad como si tuviera encima el peso de los años que ha vivido. Parecía incómodo y nervioso en el estrado. En vez de alzar la mano para tomar el juramento, extendió todo el brazo derecho y lo mantuvo unos instantes horizontalmente —muy parecido a un saludo nazi.

Testificó ser habanero de nacimiento y haber estudiado en el Colegio Belén. Posteriormente cursó estudios universitarios de Contabilidad en la Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. Emigró de Cuba en el año 1967 vía Madrid, antes de establecerse permanentemente en las áreas de Nueva York y Nueva Jersey.

Aunque es contador público, no está certificado como tal. “Mi inglés no es suficientemente bueno para tomar el examen”, le dijo al jurado. Trabajó 23 años como perito contador de Arnold Fashions en Nueva Jersey, una tienda en Union City, especializada en ropa de mujer. “Trabajé ahí hasta que se murió el dueño”, dijo de Rojas.

El del dinero

El dueño de Arnold Fashions era Arnaldo Monzón Plasencia. En 1998, Cuba le proporcionó evidencia a los Estados Unidos que Monzón era “el principal financiero de Posada” y miembro de la junta ejecutiva de la Fundación Nacional Cubano Americana (La Fundación). Según el Miami Herald, que también reportó la noticia,“Monzón y Posada han sido amigos desde su infancia en Cuba… Jorge Más Canoza invitaba a Monzón a recaudaciones de fondos, e incluso visitaba a Monzón en la oficina”, dijo De Rojas hoy en Corte. “Más Canosa era el presidente de La Fundación, y yo pertenecí a ella hasta el año 2004”, testificó.

Un informe del Ministerio del Interior de Cuba, fechado en agosto de 1998, afirma que Monzón fue uno de los autores intelectuales de un plan terrorista para asesinar al Presidente Fidel Castro. También de un atentado fallido contra el famoso cabaret Tropicana, donde iban a detonar una cadena de explosivos. El informe indica que Monzón ofreció $20 000 por la acción contra El Tropicana y otros centros turísticos.

Dinero para Bob Menéndez y Robert Torricelli

Tanto Monzón como de Rojas, a través de la empresa Arnold Fashions, fueron contribuyentes habituales de las campañas electorales del entonces congresista (y ahora senador) Bob Menéndez—demócrata de Nueva Jersey– y del ex legislador Robert Torricelli —también demócrata de Nueva Jersey. Ambos políticos son feroces enemigos de Cuba. Aparte de sus contribuciones individuales, Arnaldo Monzón realizó varios actos para recaudar fondos para el Congresista Menéndez y fue una de sus más importantes fuentes de dinero.

La oficina de Bob Menéndez admitió al Diario La Prensa de New York en 1998 que Monzón había “contribuido a sus campañas políticas. Además destacó su trabajo para la comunidad y su lucha por la paz, la libertad y la transición demócrata de Cuba.”

Follow the money

La famosa fuente de información, conocida como Garganta Profunda, del periodista Bob Woodward —durante la investigación del escándalo de Watergate— le aconsejó al periodista “Follow the Money” (Sigue el dinero), y eso fue lo que lo ayudó a destapar el misterio de la conspiración para tapar los crímenes cometidos por funcionarios de la Casa Blanca en 1972.

Follow the money fue precisamente lo que hizo el fiscal Jerome Teresinski esta tarde con el testigo Oscar de Rojas. El fiscal llevó el testigo de la mano en un recorrido de recuerdos entre marzo y septiembre de 1997. La época en que estallaron las bombas en La Habana. “Tenía órdenes (de Monzón) de ir al banco a combrar unos giros de dinero (Money Orders) que me pidió que mandara”, declaró de Rojas.

“¿Cuáles eran las cantidades de los giros”?, le preguntó Teresinski. “$800”, respondió de Rojas.

“¿Y cuántos de esos giros vio usted”?, indagó el fiscal. “Diez o doce”, confesó de Rojas.

“¿Y a nombre de quién eran los giros de dinero?”, interrogó Teresinski. “Ramón Medina”, respondió de Rojas. Ese es uno de los seudónimos que el propio Luis Posada Carriles confesó haber utilizado. Se lo dijo al gobierno de los Estados Unidos en los formularios que presentó al Departamento de Inmigración y en declaraciones anteriores.

“¿A dónde enviaba usted los giros de dinero?”, preguntó el fiscal, buscando aún más detalles del envío de dinero a Luis Posada Carriles desde Nueva Jersey. “Monzón siempre me decía la dirección en El Salvador o en Guatemala”, respondió de Rojas.

Teresinski entonces le mostró al testigo tres formularios de la agencia Western Union. “¿De quién es esa letra?” De Rojas observó los documentos y respondió inmediatamente: “Mía. Completé los formularios con letra en molde. Monzón me pidió que los llenara”.

Al confirmar el testigo la autenticidad de los formularios de Western Union, Teresinski pidió que su ayudante, Sue Ellis, proyectara unas imágenes en las pantallas de los monitores del tribunal. Ellis se ha encargado durante este proceso de manejar la proyección electrónica —a través de una laptop– de las pruebas que va ofreciendo la fiscalía.

Mientras ella trataba de hacer funcionar el proyector electrónico, el testigo de Nueva Jersey contó que había enviado los giros monetarios de Western Union a Luis Posada Carriles a través de la agencia Peerless.

En eso, apareció en la pantalla la primera imagen. Se veía clarita. El destinatario, Ramón Medina. El remitente, Oscar Rojas. La fecha, 22 de agosto de 1997. El destino, San Salvador. La cantidad de dinero, $800—más $52 en cobros.

El fiscal interrogó a De Rojas para que éste confirmara la veracidad de la información. “¿Si usted se apellida De Rojas, por qué puso Rojas en el formulario?”, preguntó. “Yo acostumbro a llamarme Oscar Rojas en los asuntos que no son oficiales”, dijo el testigo. “Así no confundo a la gente”, añadió para aclarar cualquier confusión que tendría el fiscal.

Francisco Chávez Abarca

Teresinski pidió que la Sra. Ellis proyectara la próxima imagen a los monitores. El destinatario de ese giro monetario no era Luis Posada Carriles. El formulario decía claramente “Francisco Chávez”. Fechado el 11 de septiembre de 1997, una semana después del asesinato de Fabio Di Celmo en La Habana. “Envié $800”, confesó el contador con cierta nostalgia en su voz. “Yo mandé ese dinero. Monzón me lo dio”, añadió.

Francisco Chávez Abarca era la mano derecha de Posada Carriles en El Salvador. Encargado de reclutar a centroamericanos en nombre de Posada, para poner las bombas en Cuba, también puso la primera que estalló en 1997 —en el cabaret Aché, del Hotel Meliá Cohiba. Fue capturado por las autoridades venezolanas y extraditado a Cuba, donde lo condenaron a 30 años de prisión por terrorismo.

Ramon Medina y Luis Posada Carriles son la misma persona

El testigo Oscar de Rojas siguió testificando y confirmó que el tercer giro que le mostró en la pantalla el fiscal Teresinski también lo envió a Ramón Medina en El Salvador por la cantidad de $800, el 12 de septiembre de 1997. Ocho días después del asesinato de Fabio Di Celmo.

“Me pareció muy extraño eso de los envíos seguidos de Money Orders a El Salvador y Guatemala”, dijo de Rojas. Confesó haberle mentido a un agente del FBI, a quien identificó solamente como Lisa, en junio de 2006. “Le dije que los giros no tenían mi firma. Es que tenía miedo. Después le pedí disculpas a Lisa por haberle mentido”, contó De Rojas. “Es que me hubieran botado del trabajo si yo no hubiese mentido”, concluyó el testigo.

Teresinski trató de preguntarle a de Rojas sobre cuándo se enteró de que Ramón Medina y Luis Posada Carriles eran la misma persona, pero el abogado defensor Arturo Hernández se quejó. Después de una larga conversación privada entre los abogados en sidebar, la Jueza Kathleen Cardone le prohibió al fiscal indagar en esa dirección. No explicó por qué.

No importa. El propio Luis Posada Carriles nunca ha ocultado que uno de sus seudónimos favoritos es Ramón Medina. Lo confesó en varios formularios que presentó a Inmigración y en varias entrevistas que le hicieron los funcionarios del gobierno estadounidense.

Además, Posada Carriles cuenta en su libro autobiográfico cuándo y por qué se le ocurrió bautizarse Ramón Medina. Tratando de escaparse de Venezuela en 1985, después de fugarse de la prisión en San Juan de los Morros, él buscaba alguna identidad para burlarse de los retenes en el camino. Entonces se le ocurrió esta idea, “que fue la más acertada: con un bolígrafo especial pinté en el retrato de la cédula el pelo parecido al mío y con borrador y plumillas le enderecé el ojo bizco; así se parecía bastante a mí. Su nombre era Ramón Medina y tenía aproximadamente mi misma edad. Por lo tanto, al carnet de guardia también le puse el nombre de Ramón Medina. Con esos documentos pasaría un retén que se encontraba a unos 50 kilómetros del penal, en el camino hacia un pueblo llamado La Encrucijada”.

Luis Posada Carriles y Ramón Medina son la misma persona. Lo dicen los documentos. Lo dice la evidencia y lo dice él en su propio libro.

Un fax comprometedor

Un fax que Posada Carriles envió desde El Salvador a Guatemala, bajo otro de sus seudónimos, el 25 de agosto de 1997, confirma su conocimiento de los pagos que recibía desde los Estados Unidos. A través del fax, Posada Carriles le informa a dos de sus colaboradores: “Esta tarde recibirán por Wester (sic) Union cuatro 4 envíos de $800”, dice el fax. “Necesito todos los datos de lo de la discoteca para tratar de confirmarlo. Si no hay publicidad no hay pago”, continúa el fax que está escrito de puño y letra de Posada Carriles.

El fax cayó en manos de la periodista Ann Louise Bardach, quien publicó un artículo sobre el tema el domingo 12 de julio de 1998, en el cual cuenta que un comerciante cubanoestadounidense, Tony Alvarez, quien tenía un negocio en Guatemala interceptó el fax que había enviado Posada desde El Salvador y firmado Solo. “El Señor Posada reconoció haber escrito el documento”, reportó Bardach para el New York Times.

Bardach y Tony Alvarez

La fiscalía anunció desde el comienzo del juicio que ha citado a Bardach y a Alvarez para testificar en El Paso, aunque el abogado defensor de Posada Carriles —Arturo Hernández—le dijo a la Jueza Cardone que se opone al testimonio de Alvarez.

El primer día del juicio, Hernández le dijo al jurado que el gobierno quería presentarle el testimonio de Tony Alvarez. El abogado defensor alegó que Alvarez sería un testigo parcializado contra Posada Carriles. “Una persona que es amigo personal de Fidel Castro y que tuvo una relación íntima con una hija de Fidel Castro”, dijo Hernández ese día. Sobre Ann Louise Bardach, Hernández dijo algo parecido. También la acusó de estar parcializada contra su cliente y de haber escrito “siempre contra la comunidad del exilio”.

El testigo mexicano

Antes de que Oscar de Rojas estremeciera a la corte con su descripción meticulosa de la ruta del dinero que sostenía el terror contra Cuba en 1997, testificó un oficial de la Inmigración mexicana, Mauricio Castro Medina.

Esperó una hora en el pasillo, porque la Jueza Cardone tuvo una audiencia a puerta cerrada con algunos de los abogados del caso. Como indicamos ayer, era de esperar, porque Posada Carriles insiste en que sus derechos constitucionales serían violados si el gobierno de los Estados Unidos no hace públicos ciertos documentos que la fiscalía ha clasificado como secretos, porque supuestamente impactan contra la seguridad nacional del país. La jueza escuchó ayer en la mañana argumentos sobre ese tema de los abogados y fiscales.

Antes de realizar la audiencia secreta en la sala judicial, la Jueza Cardone vació la sala. Se quedaron solamente su secretario personal, tres fiscales y el abogado defensor principal. Posada Carriles, uno de sus abogados, los interpretes, los guardias, los alguaciles, incluso una de los integrantes del equipo legal de la fiscalía, tuvieron que esperar en el pasillo.

Mientras tanto, el oficial de la Inmigración leía. Un libraco de 884 páginas sobre la vida de Pancho Villa escrito por el autor mexicano Paco Ignacio Taíbo II. Cuando al fin logró testificar, contó detalles sobre el uso de un pasaporte guatemalteco a nombre de Manuel Enrique Castillo López para entrar por Chetumal a México y de otro pasaporte estadounidense perteneciente a Generoso Bringas para salir del país azteca a través de Isla Mujeres. Ambos viajes en marzo de 2005.

La evidencia ha demostrado anteriormente que el pasaporte guatemalteco tiene la fotografía de Posada Carriles y que el pasaporte estadounidense fue el que usó Posada para salir de México en el Santrina en marzo de 2005.

El testimonio del oficial Castro Medina fue largo y tedioso. La Jueza Cardone bostezó por lo menos tres veces. Mientras el testigo respondía las preguntas del fiscal, el abogado defensor se levantó para estirar su espalda. “Me duele”, le dijo Art Jernandes a su colega Felipe Millán. ¿Y Posada Carriles? Roncaba tan alto que algunos integrantes del jurado rieron.

El jueves

La Jueza Cardone convocó a los abogados a las 8:30 de la mañana para “escuchar argumentos legales”. No sabemos si eso será otra vez a puerta cerrada. Al concluir los argumentos, el contador continuará su testimonio. Le toca a Arturo Hernández interrogarlo. El agresivo abogado defensor probablemente se pasará la noche afilándose los colmillos.

José Pertierra es abogado y representa a Venezuela en el caso de extradición de Luis Posada Carriles.

Fuente: Cubadebate



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