Más Socialismo, más Conciencia del deber Social y más Revolución

La Revolución Bolivariana y su hora de los hornos

He recordado este título de una película de Solanas que cuenta aquellos tiempos en los cuales una generación atrevida, desvergonzada y plena de osadía intentó el asalto al cielo. Cosa de hombres y mujeres resteados con sus sueños y no de calculadores de oficio, expertos en el mimetismo político y oportunistas. Cosa de quienes jamás entendieron su entrega como moneda de cambio al disfrute de “merecidos” privilegios. Cosa de revolucionarios y revolucionarias de verdad. La Revolución Bolivariana se encuentra hoy en ese luminoso trance. (To be or not to be: that is the question.) Ser o no ser: he ahí el dilema. Esa es la exclamación ante la duda de Hamlet, ese es nuestro desideratum hoy.

Las últimas decisiones del gobierno revolucionario han disparado las alarmas del capitalismo. Sabe que la batalla es a muerte y no escatima artimaña por inmoral que ella sea para lograr sus fines. A su servicio activa con rabia todas las fuerzas manipuladoras del preconsciente colectivo: medios de manipulación masiva, sistema educativo formal, jerarquías eclesiásticas, partidos políticos, empresarios con control oligopólico sobre cadenas de producción, distribución y consumo de bienes esenciales, organizaciones profesionales, sindicatos, etc. Activa los viejos miedos profundamente instalados en la población por siglos. El ancestral miedo al “comunismo” grotescamente desfigurado está siendo progresivamente el fantasma más socorrido: el temor a perder la patria potestad de los hijos; la supuesta amenaza a la propiedad personal sobre bienes de uso y consumo elementales que por milenios les fue confiscada a los pueblos por los explotadores; la prédica constante acerca de la ineficiencia en la gestión de gobierno como sello típicamente “socialista” y todas las argucias que permita llevar y mantener a la población desprevenida en estado de zozobra constante.

Del mismo modo como lo hicieron en la Nicaragua Sandinista de los años 90, la población va siendo puesta frente a la disyuntiva de tener que elegir entre violencia, escasez, angustia, o inseguridad, todo ello fina y maquiavélicamente asociado al socialismo, o bien la paz, el encuentro, el progreso, la modernidad, etc., encarnados en la “dama de la paz”, “la madre buena”, o “la señora democracia”, modos como era presentada la señora Violeta Chamorro, fría e inteligentemente preparada para cumplir con ese papel por los centros originadores de la guerra psicológica en los EEUU. En la tierra de Sandino el capitalismo imperial y la burguesía nacional alcanzaron sus objetivos. Drámaticas expresiones del Comandante Tomás Borges son un libro abierto respecto a los errores que se cometieron. Hoy en Venezuela estas manipulaciones están ocurriendo ante nuestros ojos.

Una Revolución Socialista no puede construirse con las herramientas "éticas" del capitalismo. El socialismo se construye con los instrumentos que conduzcan a la socialización de la cultura, de la economía y del modo de ser integrado, humanista y ético del nuevo hombre y la nueva mujer. A los problemas sociales generados por el modo egoísta, fragmentario e individualista del capitalismo deben dárseles soluciones integradoras, igualitarias, socialistas en su esencia o no tendrán solución nunca. Aún habiendo perdido una buena cantidad de oportunidades en esfuerzos progresistas que esencialmente contenían el veneno del capitalismo en sus entrañas, como las miles de cooperativas de propiedad privada, la cantada cogestión e incluso los miles de Consejos Comunales conformados para la solución fragmentada y divorciada del conjunto social de “sus problemas”, se está en inmejorables condiciones para emprender con éxito la construcción de una Venezuela socialista. Para ello habrá que quebrarle el espinazo al control de la economía y al bloque superestructural (educación, cultura, medios, iglesia…) que hasta hoy responde al capitalismo más grosero. ¿Algunas pruebas? Veamos:

Las leyes del mercado –sus leyes- aseguran que en una economía donde la demanda de bienes sea mayor que la oferta de estos, el mercado –su mano invisible- tenderá a equilibrar la demanda insatisfecha aumentando los precios, de modo tal, que al mejor estilo de un Caracas-Magallanes, como hay más personas que quieren entrar al juego que localidades disponibles pues aparecen los revendedores, a esa enfermedad se la llama INFLACIÓN. Al contrario, si en una economía hay una disminución en la demanda de bienes por disminución de liquidez en manos de los compradores –por ejemplo- pues el mercado –el bendito mercado- equilibra bajando los precios para estimular la demanda, vale decir, si un vendedor de tomates tiene más tomates que los que están dispuestos a adquirir los consumidores por falta de dinero, pues el vendedor rebaja el precio de los tomates o se le pudren. A esta otra enfermedad la llaman DEFLACIÓN.

Hasta aquí vamos bien. Son unos linces los padres del capitalismo y todo está aparentemente “equilibradito”. Más aún, cuando ponemos canales de televisión como TVe (Televisión española), vemos que su economía lleva unos cuatro meses en medio de una gran crisis financiera y la respuesta lógica es que la inflación ha estado los dos últimos meses por debajo de cero. Apartamentos que se vendían en 100.000 Euros, se liquidan hoy por 50.000 y no los logran vender. La ley de la Oferta y la Demanda funcionando aceitadita, pues.

Ahora veamos una economía capitalista no dirigida por capitalistas sino por delincuentes (por más que una cosa sea sinónimo de la otra, ¡existen límites!), es decir una economía donde en lugar de empresarios el papel de estos lo cumplan unos mafiosos acostumbrados a vivir del cuento, de medrar a la sombra de los gobiernos, de manejarlos ellos mismos, etc., es decir, para no seguir con enumeraciones, veamos la economía capitalista venezolana:

a) Los ingresos por causa de las exportaciones petroleras han caído considerablemente.

b) La masa monetaria en manos de la gente ha disminuido (como es natural)

c) El consumismo exorbitado de hace unos meses ha bajado en consecuencia.

d) Los precios de los apartamentos se han multiplicado por dos en los últimos tres meses.

e) Los precios de los alimentos también.

f) En general el IPC continua por el camino inflacionario de modo que la inflación acumulada para el 2009 ya apunta a más de un 20%.


¿Explicaciones, para esta barbaridad que desafía sus propias leyes? Sencillo: una caricatura mafiosa de capitalismo empeñado con todas sus fuerzas en quebrar esta patria, en destruirla hasta dejarla en ruinas a menos que se le deje su control de nuevo. Al mejor estilo –el de siempre- del general fascista Millán Astray: “prefiero mil veces una España ensangrentada y rota antes que roja” ¿Puede dársele espacios a este peculiar capitalismo sin que se pague con violencia, sangre y muerte?, ¿No se está viendo el sincronizado concierto que contra la paz social ejecutan en estos momentos variados sectores sociales desde profesores universitarios, sindicaleros, gremios de profesionales como los médicos, etc.?

Si queremos hacer una Revolución Socialista es imprescindible la sustitución de la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad social de los mismos. El fin último será la propiedad social directa de los medios de producción pero el tránsito exige la implementación de la propiedad social indirecta o administrada por el Estado bajo la estrecha vigilancia y control del pueblo. Sólo el trabajo social y la producción con fines sociales garantizan la integración del ser humano en sociedad y la plena satisfacción de sus necesidades. La conciencia del deber social debe encontrar apoyo y respuesta en la producción social y su uso con fines sociales y no egoístas. Son las condiciones materiales de vida las que generan la conciencia y no la conciencia la que crean estas condiciones. La conciencia proporciona la idea que de las condiciones materiales se tiene y no al revés.

Hemos de crear las condiciones para que el pueblo construya un sistema socialista desde las relaciones de producción al tiempo que adquiere plena conciencia de ellas. Una moral humanista, una nueva ética, una cultura del deber social, exige y requiere una difusión de los valores humanistas desde todos los medios al alcance de la sociedad (educación, televisión, radio, prensa, etc.,); una cultura del ejemplo más radical de vida desde los cuadros y funcionarios del gobierno; y una estructura económica socialista que articule y armonice perfectamente con el mundo de las ideas.


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Martín Guédez


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