La Superioridad del Ser Humano, la relatividad del bien y del mal, y la discriminación injusta (Parte 1)

"Continuó S.E – se trata de Simón Bolívar – diciendo que el estado actual de las luces dejaba a muy pocos engañados en estas materias; que los hombres racionales no discutían ya principios, dogmas y misterios, cuyos cimientos eran reconocidamente falsos, y que, por lo mismo, se sabía que eran hijos de la superstición y la impostura."
Peru de Lacroix, "Diario de Bucaramanga". Día 6 de junio.

El razonamiento humano, así como el de muchos animales, se basa generalmente en un principio de no contradicción (algo no puede ser y no ser al mismo tiempo), a partir del cual surge la noción de lo natural. Los fenómenos que no se contradicen entre sí son llamados naturales. Por ejemplo, la ocurrencia de un relámpago es coherente (no se contradice) con innumerables experiencias, entre las que podemos contar otros relámpagos, la emisión de luz a partir de corrientes eléctricas en focos, bombillos, luces de neón, la carga de materiales dieléctricos (ámbar, peines de plástico, cabellos) y su consecuente descarga... entonces un relámpago es considerado un fenómeno natural. En cambio aquello que sale de lo natural sería un fenómeno en el cual el principio de no contradicción deja de cumplirse. Por ejemplo, el que una persona camine por sobre las aguas contradice innumerables experiencias previas, como el hecho de observar sólidos que se sumergen en medios menos densos, incluidas numerosas observaciones sobre personas que de hecho no pueden caminar sobre las aguas sin sumergirse en ellas... entonces el que una persona camine sobre las aguas es considerado un fenómeno sobrenatural. Claro está que por falta de experiencias conocidas un fenómeno puede ser considerado sobrenatural en un principio y, posteriormente, al relacionar dicho fenómeno a experiencias naturales, lo que antes era considerado sobrenatural pasa a ser considerado natural.

Muchas personas suelen diferenciar también lo natural de lo artificial, siendo lo artificial todo aquello hecho "por la mano del hombre" (del ser humano). Quizás, hacen esta separación a partir de la creencia en la existencia de un alma sobrenatural, por lo que en última instancia una obra humana sería de origen sobrenatural, a diferencia de una obra hecha por otro ser viviente, como un termitero, un arrecife de coral o un panal de abejas.

Muchos hemos oído hablar sobre la existencia de un "ser superior". Muchas veces esta noción de "ser superior" es entendida como la existencia de un ser o fenómeno sobrenatural. Sobrenatural o supernatural es una forma de decir "superior a lo natural". De igual forma la superstición se refiere a la existencia de un estado o lugar superior (super stitio). A pesar de que lo superior a lo natural se entiende como algo "más allá de lo natural", es decir, que sale de los límites de lo natural (contradice lo natural), es curioso que se utilice la palabra superior y no la palabra inferior. Nadie habla de un ser inferior, ni de un fenómeno "infranatural", ni de la "infrastición", a pesar de que esto también correspondería a salir de los límites de lo natural. Parece que para nuestro lenguaje (lenguas romances y otras influenciadas por el latín) salir de los límites de lo natural es por definición superior (mejor) a quedarse dentro de lo natural.

Entonces llegamos al problema fundamental de este ensayo: ¿Qué es la superioridad? ¿Cómo distinguir a un ser superior de uno inferior? ¿Somos los seres humanos superiores a otros seres?

La Superioridad del Humano

 
"Crescite et multiplicamini
et replete terram et subicite eam
et dominamini piscibus maris et volatilibus caeli
et universis animantibus, quae moventur super terram"
Genesis, 1,28
 
(Creced y multiplicaos
y llenad la tierra y sojuzgadla
y dominad los peces del mar y las aves del cielo
y todos los animales que se mueven sobre la tierra.)
 
¿Es acaso un problema de tamaño? ¿De fuerza? ¿De inteligencia? Sí, mucha gente dirá que se trata de la inteligencia, ¿pero es que en realidad sabemos con certeza lo que es la inteligencia? ¿Estamos seguros de poseer la mayor inteligencia? Y si vamos a compararnos con otros animales o seres, ¿por qué somos nosotros los que escogemos el criterio de comparación?, ¿No es obvio que al escoger el criterio de comparación tenemos más probabilidades de salir vencedores? Las cucarachas probablemente escogerían la supervivencia de su especie a prueba de milenios y saldrían seguramente mejor paradas que nosotros. Las ballenas azules su enorme tamaño, las bacterias su cantidad y resistencia. Las mitocondrias y cloroplastos (orgánulos con ADN y reproducción propia) nos harían notar la dependencia que muchos de los seres vivos tienen con respecto a ellos.

El problema de dicha discriminación va más allá de la simple mezquindad que podría representar; tiene consecuencias graves en las deducciones y análisis que realizamos, y aun más graves en las acciones que tomamos basados en dichas deducciones.

La más grave de dichas consecuencias es la de desechar la Teoría de la Evolución de Darwin, la cual es comúnmente aceptada para todas las especies, pero obviada en el ser humano, por ser éste "obviamente superior". Mientras todas las especies desarrollaron su forma y comportamiento mediante la selección natural del entorno en el que se encontraban, el ser humano tomó su forma de dios, y su comportamiento del alma inmortal. ¿Es acaso un absurdo pensar que nuestra forma y nuestro comportamiento resultan también de la selección natural?

Para la comunidad científica es admisible el desarrollo de la forma humana debido a la evolución. Nos erguimos ya que esto nos permitió desplazarnos más eficientemente por el suelo y recolectar gran cantidad de comida. Incluso es aceptado que desarrollamos nuestra capacidad de razonamiento ya que esto nos permitió ser más exitosos en nuestra supervivencia. Pero nuestros sentimientos, nuestra moral, nuestra ética, parecen hoy en día escapar a la explicación más que lógica de la evolución y vuelven a convertirse en refugio de supersticiones y dogmas religiosos. Los estudios de P. Kropotkin sobre los orígenes evolutivos de la Moral y subsecuentes trabajos que respaldan la esencia de la explicación evolutiva de nuestra moral (W. Hamilton, L. Dugatkin), son obviados sistemáticamente. Tenemos toda una gama de afirmaciones aceptadas por el común de la gente, e incluso por científicos, que carecen de comprobación empírica:

"El lenguaje es una característica única de los seres humanos": Si se refiere a un lenguaje hablado, es decir un lenguaje de lengua (parte del cuerpo), posiblemente sea así (quoique...), pero si se trata de un lenguaje entendido como un sistema complejo de comunicación, como el lenguaje escrito, o el lenguaje de señas, entonces estamos ante una falacia imperdonable, ya que es bien sabido que numerosas especies animales poseen complejos sistemas de comunicación, notablemente los cetáceos, simios, elefantes, hipopótamos así como insectos, aves y peces.

"Los sentimientos sólo pertenecen a los seres humanos": Cualquiera que haya convivido con un mamífero, sea perro, gato, caballo, puede fácilmente percatarse de la existencia de sentimientos en animales. Pero así no sea esto evidente, ¿cómo puede hacerse semejante afirmación sin un estudio exhaustivo del comportamiento de otros seres vivos y de una definición precisa (científica) de lo que son los sentimientos?

"Los seres humanos están al final de la cadena evolutiva" o "son la especie más avanzada de la cadena evolutiva": Esto muestra una gran incomprensión de la teoría evolutiva. La evolución no tiene un objetivo o un fin, es un fenómeno natural como lo es la lluvia o el día. Las especies actuales no son mejores que las pasadas, simplemente las especies actuales están adaptadas al medio ambiente actual, y las especies pasadas estaban adaptadas al medio ambiente pasado. Es posible atribuirle mayor complejidad a las especies más nuevas ya que tuvieron más tiempo de evolución. Los seres humanos están adaptados a cierto medio ambiente actual (no estamos para nada adaptados a las profundidades del mar por ejemplo), es lógico prever que el medio ambiente cambiará causando una inadaptación de los seres humanos y una consecuente evolución (cambios genéticos afortunados que permitirán una adaptación) o desaparición de nuestra especie. Los seres humanos no son la especie más reciente, basta con ver la gran cantidad de enfermedades que han aparecido durante la existencia de nuestra especie producto de organismos "nuevos". Nosotros mismos hemos propiciado el cambio genético en muchas especies así como la extinción de otras tantas al modificar el medio ambiente. Es precipitado pensar que somos la especie más compleja. Al menos desde el punto de vista genético somos más simples que un grano de arroz (¡ni siquiera podemos realizar la fotosíntesis por Dios! - sic). Es posible además que en diversas etapas de la historia del planeta los seres de mayor complejidad se hayan extinguido (algunas veces la complejidad implica especialización y por lo tanto poca resistencia al cambio). También es precipitado pensar que nuestra especie es la que más ha modificado el medio ambiente. Toda la vida ha modificado en cierto grado el medio ambiente. Quizás una de las modificaciones más radicales la produjo la aparición de seres que podían realizar la fotosíntesis, los cuales pudieron modificar la composición de la atmósfera emitiendo oxígeno gaseoso, alterando el clima, causando el desarrollo de especies consumidoras de oxígeno (aerobios), y causando también la muerte de muchos organismos vulnerables al oxígeno (anaerobios).

La especie humana, como cualquier otra especie, tiene una combinación de características que la hacen única; es posible que cierto tipo de razonamiento, cierta capacidad mnemónica, cierta estructura de su lenguaje, cierta organización social, distingan a nuestra especie de las demás, pero estos hechos deben ser comprobados empíricamente, y no darlos por ciertos basándonos en suposiciones prejuiciosas sobre nuestra superioridad.

El bien y el mal

"Sólo los seres humanos son capaces de distinguir el bien del mal": Esta es otra afirmación producto de un prejuicio que pretende convertir en un concepto universal a definiciones muy humanas. Las nociones del bien y del mal se resisten a una definición universal objetiva (sic). De hecho esta noción puede incluso variar entre los mismos humanos, lo cual conlleva a la necesidad de la sociedad de excluir a los individuos que más se apartan de la definición de "bien" de la mayoría. El error de convertir nuestra noción del bien en una noción universal, condujo, entre otros desastres, a la extinción de numerosos depredadores, considerados animales "asesinos" (malos) por el hombre.

Nuestra noción del bien coincide casualmente con las acciones que nos benefician como especie (notar que la palabra beneficio proviene de bene, bien, y facere, hacer). Por ejemplo las relaciones incestuosas probablemente son consideradas malas ya que conducen a la pérdida de la variedad genética en la especie, haciéndola más susceptible a la extinción con cambios bruscos del medio ambiente (desventaja que pone en riesgo de extinción a especies como los pandas y los guepardos, y amenaza con la desaparición de muchos cultivos desarrollados por el hombre). Hay que tener en cuenta que el cambio de nuestro medio ambiente puede haber producido (y puede producir en el futuro) cambios en la noción del bien y del mal. Las relaciones incestuosas son perjudiciales para la supervivencia de la especie, pero en un grupo muy reducido de seres humanos ésta podría ser la única forma de sobrevivir, por lo que los grupos con una noción del bien que aceptase dichas relaciones, serían más aptos para sobrevivir que grupos donde el incesto estuviese prohibido. Muchas especies animales evitan el incesto de diversas formas (manadas donde las crías deben emigrar al llegar a la pubertad por ejemplo) mientras que otras no lo hacen; podemos decir de manera prejuiciosa que unas especies son "buenas" y otras son "malas", o entender que unas comparten alguna noción del bien con los seres humanos y otras no lo hacen. Los humanos somos mejores que los animales según la noción humana del bien, sólo que los animales son mejores que nosotros según sus propias nociones del bien.

La preservación de las especies es considerada buena por muchas personas. Los seres humanos hemos sido beneficiados por numerosas especies y es lógico pensar que en el futuro otras especies nos beneficiarán también. Estas especies nos permiten alimentarnos, reciclar nuestros desechos, curarnos de heridas o enfermedades, vestirnos, disfrutar de la vida, incluso entender nuestra evolución, entender el funcionamiento de nuestro cuerpo y de nuestras sociedades. Sin embargo pocas personas se opondrían a exterminar una bacteria que amenazara con hacer morir a numerosos seres humanos. La vacunación contra la malaria (o la erradicación de la viruela) no produce la misma compasión en los seres humanos que la que produce la caza de rinocerontes (o la extinción del tigre de Tasmania), a pesar de que en ambos casos se atenta contra la existencia de una especie de la naturaleza. Y es que nuestra noción del bien es una característica que nos ha permitido sobrevivir haciéndonos distinguir lo que nos conviene de lo que no nos conviene como especie, privilegiando la preservación de las especies más útiles y más parecidas al ser humano.

El canibalismo (seres humanos que se alimentan de otros seres humanos) es otro caso en donde se puede apreciar la inexistencia de una noción del bien y del mal universal. Para la mayoría de las personas de la sociedad actual, el canibalismo es considerado "malo". Muy probablemente el rechazo al canibalismo ha traído beneficios a nuestra especie en el sentido de mejorar nuestra capacidad de supervivencia. Es lógico pensar que comer individuos de nuestra propia especie aumenta las probabilidades de contraer enfermedades propias del ser humano. Pero en sociedades donde el alimento escasea, el canibalismo se convierte en una estrategia bastante efectiva de supervivencia. De igual forma condenar el adulterio y promover la monogamia pudo evitar la transmisión de enfermedades venéreas en nuestras sociedades. Pero en sociedades donde dichas enfermedades no existían, o en donde se desarrollan métodos para su prevención, la promiscuidad puede no representar el mismo peligro y ser entonces aceptable por esas sociedades.

Sin embargo ciertas nociones del bien y del mal difícilmente pueden variar en las diversas sociedades, y son entonces comunes a toda la especie humana (e incluso a otras especies). Difícilmente podríamos encontrar una situación acorde con nuestra realidad (con nuestro medio ambiente) en la cual una sociedad se vería beneficiada por la muerte, la soledad o el sufrimiento de sus individuos. Las causas de muerte y sufrimiento son condenadas en cualquier sociedad. Probablemente el dolor y el sufrimiento son indicadores (como lo son el hambre, la sed, el sentir frío, el sentir cansancio) desarrollados de manera evolutiva que nos permiten saber cuándo estamos ante una situación desventajosa (mala) para nuestra supervivencia como individuos así como de la sociedad en su conjunto. El dolor y el sufrimiento nos permiten evitar sus causas y el evitar estas causas ha permitido nuestra existencia.

Continúa...

jorgerojasve@gmail.com



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