Formación ideológica y praxis revolucionaria

PARTICULARIDADES DE LA CUBA SOCIALISTA

Los anteriores artículos versaron sobre Venezuela. Este lo dedico –como todo buen amante del ALBA- a precisar algunos elementos de la dinámica entre la "praxis revolucionaria" y la "formación ideológica" en Cuba, a mi juicio, muy importantes para contrastar con la marcha de cualquier proceso revolucionario. En las particularidades de Cuba, con toda esa larga historia de batalla tras batalla durante cincuenta años, en la construcción de una sociedad más justa, humana y soberana, lo que está ocurriendo en estas primeras semanas del 2008 resulta muy sintomático en la construcción socialista y en este cambio de época en que estamos inmersos. Las recientes elecciones en Cuba, la mejoría de la salud de Fidel con su activa presencia en "la batalla de ideas" mundial, el anuncio de su decisión de no aceptar de la Asamblea Nacional sus anteriores cargos si estos les fueran propuestos por los diputados, y la elección de Raúl Castro, el 24 de febrero, como nuevo Presidente de Cuba son cuatro hechos muy íntimamente imbricados.

Con mucho regocijo revolucionario e innegables y gratos recuerdos personales, hemos recibido todas las noticias sobre la participación y los resultados de las elecciones nacionales, del domingo 20 de enero, en la Cuba que transita desde 1959 por un proceso de construcción socialista, conocido mundialmente como la Revolución Cubana. Y ese gran triunfo se lo auguré y manifesté ese mismo domingo a las 10 de la mañana a la reportera de ANTV cuando estaba concluyendo en la Plaza Bolívar el Acto Aniversario de la Llegada de José Martí a Venezuela. Horas después conocí por la web que a las 10 am ya habían votado casi un millón de inscriptos ante la Comisión Electoral de Cuba (Consejo Electoral). Cualquiera persona sensata, cuerda y estudiosa del proceso cubano podría haberlo augurado también.

Nuestras convicciones sobre la superioridad del socialismo, como sistema social, político y económico, se fortalecen más cuando conocemos, por ejemplo, que fueron a votar más del 95% de los registrados electoralmente, unos 8 millones de ciudadanos y ciudadanas, y que más del 91% asumió como decisión propia el llamado hecho por Fidel a optar por el Voto Unido, estrategia revolucionaria victoriosa de la última década, ante la potente fuerza imperialista contrarrevolucionaria que trata de socavar la unidad del pueblo cubano, construida con sacrificio, heroicidad y también con alegría revolucionaria en los casi cincuenta años de revolución social. Los resultados son una forma de expresarse esa relación dialéctica entre praxis revolucionaria y formación ideológica a la que anteriormente hemos dedicado dos artículos.

Sin dudas de ningún tipo, para que esa relación dialéctica pueda expresarse de forma positiva o coadyuvante al proceso se deben crear ciertas condiciones subjetivas en toda la población, muchas de ellas de forma gradual, aunque casi siempre al unísono, es decir, paralelamente van creándose dichas condiciones subjetivas. Veamos.

Votar es una acción individual, fruto de una decisión personal ante tres alternativas posibles: aceptar la propuesta, rechazarla o abstenerse. Cualquiera de las tres alternativas debe requerir el amplio conocimiento de la propuesta por parte de los electores. Eso es lo lógico en una persona normal, apta para votar. En Cuba –como en cualquier otro país democrático donde el voto no es obligatorio- se dan las tres alternativas. A diferencia de otro país, la inmensa mayoría, al expresarse en la urnas, lo hace como una sola voz libre y soberana, la del pueblo unido, ante la arrogante y agresiva voz imperial. El Voto Unido simboliza el poderío popular antimperialista y hace realidad ante las urnas la tradicional consigna de "el Pueblo, Unido, Jamás será Vencido" . No comprender esa relación dialéctica al analizar los resultados de las elecciones en Cuba es pecar de ignorante.

Si la propuesta es surgida de las entrañas del pueblo y los candidatos son ciudadanos dispuestos a echar adelante los proyectos en beneficio del pueblo, ampliamente demostrado y comprobado, se dan entonces las principales garantías para que en cualquier resultado electoral en Cuba, hayan verdaderos líderes de base asumiendo las riendas del "Poder Popular", nombre con el que se conoce el sistema de dirección político-administrativo y social de la mayor isla de las Antillas.

Entonces,.desde el exterior podrían surgir las preguntas: ¿cómo surgen de las entrañas del pueblo las propuestas de postulaciones a ser candidatos? ¿cómo los electores pueden corroborar la autenticidad de las conductas ciudadanas y verdaderamente patrióticas de los postulados a candidatos? Estas preguntas no podrían contestarse adecuadamente si antes no se reflexiona sobre otro aspecto crucial en las elecciones de Cuba: el nivel de educación de las grandes mayorías del pueblo cubano y en particular la educación científica, patriótica y ecológica desde los primeros grados que le ha dado la base para la profunda formación ideológica-ambiental comenzada en la secundaria y ampliada en la universidad. Este nivel de educación tan extendido y amplio socialmente, como en pocos países, facilita la organización, los debates y las decisiones colectivas acerca de las postulaciones, y luego de las elecciones, tanto a nivel de comunidad como a nivel de Asambleas (municipal, provincial y nacional)

Si todo este avance de la conciencia social ha sido posible por la educación seríamos también muy ingenuos si no reconocemos que no ha sido cualquier educación. No es una educación determinada por corrientes pasajeras, como el eclecticismo "teorizante" de los postmodernistas, ni resultado de paradigmas dogmáticos, sino que ha sido una educación basada en la filosofía marxista, explicada, aplicada y recreada muy creativamente por los líderes cubanos, encabezados por los pensamientos de Fidel y el Che a las condiciones de la práctica revolucionaria cubana, la cual está estrechamente vinculada al conflicto mundial entre el imperialismo/capitalismo y el socialismo.

En la construcción de una revolución socialista, el nivel de educación dialéctica e histórica, las dos claves de la filosofía marxista, constituye el "eje transversal" imprescindible para garantizar la consolidación de las capacidades organizativas del pueblo. Sin ese tipo de educación, un proceso revolucionario puede avanzar mejorando el nivel de vida o proporcionando más felicidad a algunos sectores sociales de pobreza extrema o de pobreza general pero la velocidad con que lo puede hacer nunca se colocaría al nivel de la velocidad de crecimiento de las necesidades del pueblo, y pasados unos años, vuelven a darse contradicciones y frustraciones que inciden en la desorganización del pueblo y lo mantienen vulnerable ante las fuerzas contrarrevolucionarias o actores sistémicos capitalistas para avanzar en las transformaciones. Y sin capacidades organizativas en el pueblo no hay posibilidades de construcción política y organizaciones revolucionarias al nivel masivo como lo demanda una revolución socialista.

En Cuba, con el impulso de la educación dialéctica e histórica, a partir de la formación de cuadros y profesionales de las ciencias sociales, y paralelamente en todas las carreras y estudios, para ubicar en todas las instituciones, asociaciones, organizaciones del movimiento social y político revolucionario, también se van consolidando paralelamente las necesarias capacidades organizativas del pueblo, desde el primer y principal acto revolucionario: reunirse en colectivo y concluir con acuerdos, hasta realizar un gran acto de masas o ejecutar un proyecto de alta complejidad productiva para satisfacer necesidades sociales o incluso, realizar un balance autocrítico y crítico de todo un período de trabajo revolucionario. Para lo uno y para lo otro, la educación basada en los paradigmas socialistas agilizará los debates y direccionará las acciones por cuanto no empleará términos ambiguos para explicar el mundo, ni los complejos procesos sociales y politicos que en él se suceden, y orientará a todos los educandos a buscar las causas, las raíces de los males y las consecuencias dañinas a los fines colectivos.

El eclecticismo posmodernista –arma utilizada para desorganizar a los pueblos a partir de los intelectuales orgánicos al capitalismo- niega la existencia de las causas y lleva a sus simpatizantes a actitudes y conductas evasivas y no comprometidas por no reconocer las razones, las causas de los hechos o de las propuestas políticas. "El hombre verdadero -decía José Martí- es el que va a las raíces", y en varias ocasiones nos lo ha recordado Fidel y Chávez.

De manera que –en el caso de Cuba- las garantías más profundas para alcanzar una conducta ciudadana como la manifestada el 20 de enero pasado en que votó más del 90% del pueblo en forma secreta y directa por sus líderes, se encuentran en el nivel de conocimiento o de educación dialéctica e histórica, alcanzado y mantenido por la inmensa mayoría del pueblo cubano, que ha garantizado un alto nivel de formación comunitaria, como síntesis de la solidaridad y colectivismo revolucionario, que le ha permitido ejercer un poder popular más eficiente y eficaz en todas las fases de la gestión: desde el diseño y la planeación estratégica hasta la organización, el control y la evaluación de las tareas y los objetivos cumplidos o no alcanzados.

Sin dudas de ningún tipo, resulta verdaderamente imposible que en el sistema del Poder Popular en Cuba, ante unos electores masivamente preparados en el ejercicio de la política y conscientemente dispuestos a desempeñar el papel de dirigente social, puedan infiltrarse ciudadanos que aspiren a colocar a Cuba, otra vez, bajo el dominio yanqui, ni incluso, bajo el dictamen de un capitalista disfrazado de socialista. Y cuando alguno se ha infiltrado, su permanencia en los cargos es efímera pues el pueblo organizado es celosamente vigilante de sus obras y en cualquiera de los cinco o seis espacios (CTC, PCC, UJC, CDR, FEU, FEEM, FMC, ANAP, entre otras) de intercambio de opiniones y de acciones conjuntas, los ciudadanos(as) y sus autoridades populares toman medidas adecuadas. No obstante, de muchas formas, hay influencias provenientes de estructuras aún mercantilistas en Cuba que generan ideas contradictorias a la educación dialéctica e histórica, y constantes ataques mediáticos radiales y televisivos desde "el norte revuelto y brutal" que también ejercen influencia en actitudes y ciertas conductas no socialistas.

Reflexionando sobre todo lo anterior, las recientes palabras de Fidel en su crónica sobre la visita de Lula, me vinieron "como anillo al dedo" al momento de preparar este papel de trabajo, pues entre revolucionarios, los sentimientos triunfalistas, producto del optimismo revolucionario, no pueden omnubilarnos, ni producir abstracciones que generen esa idea de linealidad en la lucha revolucionaria, cuando lo cierto es que todo el avance de una revolución social se va alcanzando con mucho esfuerzo, sacrificio, riesgo y hasta sangre debido a las poderosas fuerzas y acciones reaccionarias con que se debe enfrentar el pueblo constructor de la revolución. Por algo fue que el manifiesto de Lenin "Dos pasos adelante y uno hacia atrás" siempre alcanzó tanta fama en Cuba y en el mundo. Quienes obvien esa enseñanza deberán asumir las consecuencias y quizás obtengan, como resultado, dar dos pasos hacia atrás en vez de uno, como sostenía Lenin.

El pasado 19 de febrero, recibimos la Reflexión de Fidel, referida a su histórica decisión. Es toda una obra maestra para concluir estas ideas. Les invito a leerlas, como lo ha hecho Raúl, su gran compañero, amigo y hermano, ahora el 24 de febrero elegido por los diputados cubanos, quienes expresan la voz del pueblo, para el más alto cargo del país.

La elección fue martiana, justa y merecida. Raúl ha estado más de 60 años luchando, primero contra la dictadura de Batista siendo joven comunista, luego en la Sierra Maestra y más tarde junto a Fidel contra el imperialismo yanqui. Dirigiendo a los oficiales militares y milicias de la lucha contra bandidos en Cuba, a los generales cubanos victoriosos contra el ejército racista sudafricano en Angola y contra los invasores de Etiopía. Y sobre todo, dando las más grandes muestras de humildad y sencillez, ante el pueblo, en la educación de sus hijos y de sus compañeros de trabajo. Raúl es un ejemplo de padre proletario, de jefe militar y de estadista. En Raúl Castro, hijo del pueblo de Cuba, se expresa fielmente esa gran dialéctica entre praxis revolucionaria y formación ideológica. Ya tendremos tiempo para contrastar, estas afirmaciones, con el liderazgo de Raúl al mando colectivo de la Revolución Cubana.

[Ver Formación ideológica y praxis revolucionaria en el socialismo bolivariano (III)]

[Ver Praxis revolucionaria y formacion ideologica en el socialismo bolivariano (II)]

[Ver Praxis revolucionaria y formacion ideologica en el socialismo bolivariano (I)]

http://www.magec.info/articulo.php?art_id=146 o en www.aporrea.org

wongmaestre@gmail.com

*Profesor del Seminario de África de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV y del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos "Pedro Gual" y Coordinador Asistente de la Revista Latinoamérica y el Caribe hacia la Integración. www.parlatino.org.ve



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Ernesto Wong Maestre


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