La odisea del Psuv

Son pocas las dudas sobre lo acertado de la decisión sobre el inicio de un proceso para organizar políticamente el movimiento innovativo históricamente presente en la realidad social venezolana.

Y no había sustituto para la realización de esta determinación que la iniciativa y la voluntad del líder de la revolución venezolana, Hugo Chávez. Admite poca discusión que la rebelión popular de febrero de 1989 fue un hecho histórico modificador de la inercia de la nación venezolana.

Quietismo consagrador del orden jerarquizado de la sociedad, dentro del espíritu del liberalismo dominado por la desviación capitalista de la modernidad. En la explicación de este acontecimiento hay un consenso sobre su identificación como un "desorden" en la forma de una rebelión relativamente espontánea y desorganizada con amplio apoyo y participación popular. Fue una forma de violencia política relacionada con privaciones relativas agudas de un amplio sector de la población, pero sin objetivos políticos concretos.

La direccionalidad política se la proporcionó la conspiración que se desarrollaba entre facciones de la izquierda política organizada y sectores medios de los cuadros de mando militares, materializada en las rebeliones castrenses de 1992.

Un movimiento que insólitamente logró de manera pacífica, en 1998, el control de las instituciones de gobierno del Estado, con los métodos de esa deformada democracia liberal.

En ese contexto surgió la figura carismática de Hugo Chávez, producto de su relación con los restantes miembros de la comunidad nacional, quienes adquirieron la conciencia de formar parte de un todo que nos trasciende, que continuamos en la actualidad y que las generaciones que vendrán después continuarán en el futuro.

Como ocurre en estos casos, el yo del personaje, odioso "per se", como afirma Descartes, se transforma en un nosotros que es tú y yo, no es el plural de yo.

Así, Chávez se transformó en un nosotros con las fuerzas de cambio para formar una comunidad auténtica. Un conjunto que hoy se materializa a partir del "milagro" propio del ser carismático que es la concreción del Psuv, convocado por su iniciativa. Una organización que recoge la mayor parte del "bloque histórico" configurado en el marco de lo que se denominó como Polo Patriótico.

Pero este nuevo hecho ha sido una odisea, "un viaje largo con abundantes aventuras adversas y favorables al viajero". En él, la organización se ha topado con un escenario político globalizado dominado por las fuerzas conservadoras de la inercia, que minimizó el concepto del Estado, en las cuales ha encontrado parte de sus calamidades.

Pero no fueron menos los inconvenientes del Psuv en su ámbito interno –en el nosotros–. En este campo, la reivindicación de la oferta liberal, sustentada en estructuras burocráticas dominadas por la desviación capitalista, ofrecía a muchos de sus miembros la seguridad que garantiza la inercia. De modo que la tendencia hacia el burocratismo también ha sido fuente de infortunios. Y es en esa doble dialéctica donde se desenvolverá este Psuv como instrumento fundamental de la revolución, que le abre posibilidades a nuevas fuerzas productivas e inicia la transformación de las instituciones y de las formas ideológicas que le corresponden.

alberto_muller2003@yahoo.com


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Alberto Müller Rojas


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