Reformistas: Sin máscaras y sin pueblo

En este tránsito hacia el Socialismo, predecible ha sido la resistencia de la clases dominantes, defendiendo su supremacía dentro y fuera del aparato estatal. Considerando que ningún grupo dueño del poder lo ha entregado pacíficamente, el reto histórico de esta inédita Revolución Bolivariana será ganar esta lucha de clases sociales sin sufrir males mayores. Tan trascendental tarea, requiere consolidar un Estado de bienestar social, que garantice la participación democrática del pueblo en una economía industrializada y diversificada, con relaciones productivas equilibradas y un justo reparto social de los beneficios generados. Este grado superior de desarrollo constituirá la base objetiva de la clase trabajadora para su proceso de emancipación frente a la tradicional explotación capitalista.

 

 

 

Ciertamente, a medida que el pueblo vaya conquistando control productivo, irá perfilándose como estamento capaz de alcanzar, administrar y sostener el poder político. No obstante urge resaltar que la conciencia de liberación social jamás preexiste y que por lo tanto, se requerirá un movimiento político capaz de politizar las relaciones de trabajo, sembrando el pensamiento socialista. De allí que en ese avance hacia el Socialismo, resulte primordial tener un partido con teoría revolucionaria que desarrolle una amplia vinculación con las masas y dentro de ese marco de actuación, produzca democráticamente sus cuadros de dirección.

 

 

 

En efecto, la cualidad multitudinaria del partido revolucionario es fundamental e implica un programa general de penetración e influencia en los espacios económicos, sociales y culturales de la sociedad; lo cual se concreta con la movilización de toda una militancia consciente y organizada que sale al encuentro con la población no militante, haciéndose parte de las masas, captando nuevos adeptos y desarrollando eficazmente las tareas planteadas. Es en definitiva, esa actividad partidista realizada por la generalidad de sus miembros, la que legitima al Partido como verdadero instrumento popular capaz de impulsar transformaciones sociales.

 

 

 

De ese proceso dialéctico, en el que convergen praxis social y ejercicio ideológico, surgen los cuadros políticos. Son pues, los dirigentes nacidos de las entrañas del pueblo, al rigor de la lucha de clases, y tendrán que ser los más éticos, los más combativos y mejor preparados para comprender y generalizar las vivencias de las masas, y así orientarlas en la acción política. Adentrándonos en el dilema sobre “Partido de Cuadros o Partido de Masas”, es fundamental advertir que dentro una revolución, la Vanguardia Revolucionaria, si es verdadera, tiene que asumir su obligación histórica de potenciar su calidad política hacia nuevas dimensiones de cantidad. Esto significa que una vez que el Partido produce, desde sus bases, un conjunto de militantes con elevado nivel teórico y práctico, en el ámbito ético, político, ideológico y de nexo con las masas; es necesario seguir formando más dirigentes con igual calidad para ampliar y fortalecer la dirección orgánica, entendiendo que mientras mayor sea la cantidad de cuadros políticos, mayor será la calidad del Partido Revolucionario y mayor será su perspectiva de triunfo hacia la sociedad socialista.

 

 

 Hoy más que nunca, los revolucionarios debemos enfatizar que nuestra verdadera vanguardia es aquella que conscientemente crece y se multiplica. Y que no será jamás “una elite iluminada” divorciada de las masas populares, la que conducirá a nuestro pueblo hacia la conquista de la liberación nacional (El Antiimperialismo) y la liberación de las clases sociales explotadas (El Socialismo). No es un secreto, que la espantosa degeneración de muchos partidos de izquierda, se ha caracterizado por la dictadura de cúpulas dinásticas y antidemocráticas, dedicadas al voluptuoso goce del poder, y que éstas han empujado a sus militantes a los abismos de la historia. Inocultable y vergonzosa traición al Socialismo a cambio de poder político y económico. Aferrados a su retórica demagógica, los angustiados reformistas delatan su rendición al Capital. ¡Se van cayendo sus máscaras, se van quedando sin pueblo!

 


jesussilva2001@cantv.net


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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

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