Formación ciudadana para el nuevo republicano

Definitivamente la consolidación de este proceso de cambio llamado “revolución”, depende más de la conciencia colectiva y humana que de cualquier propuesta de: nuevas estructuras, de cambios en ministerios, o cualquier otro “inventar o errar”, que pudiera surgir en las próximas horas, días o años. El camino allanado hasta ahora es bueno, inclusive, aplicando la parábola del sembrador podríamos encontrar cierta similitud con el aquí y ahora: “Un sembrador salió a sembrar su semilla. Pues bien, al ir sembrando, parte de ella cayó a lo largo del camino y fue hollada, y las aves del cielo se la comieron”, Lucas 8:5 –esa es la semilla que se ha comido el águila calva; los mas radicales, los lacayos del imperio-; “Otra parte cayó sobre la masa rocosa, y, después de brotar se secó por no tener humedad”, Lucas 8:6 – son aquellos victimas de la guerra mediática-; “Otra parte cayó entre los espinos, y los espinos que crecieron con ella la ahogaron”, Lucas 8:7 –estableciendo un símil entre los espinos y la resistencia al cambio-; “Hay semilla que ha caído en tierra buena y después de brotar produjo fruto a ciento por uno” Lucas 8:8 –los convencidos de que éste es el camino correcto. No en vano vemos las deficiencias prácticas de una buena concepción ideológica. Pero…¿De dónde derivan esas deficiencias? Las deficiencias prácticas derivan de una cultura de adicción a conductas individualistas.

Por costumbre, el “hombre social”, ha estado precisamente alejado del fundamento de ese término el cual es: lo humano y lo colectivo. Las cosas simples de la vida nos muestran, como en lo cotidiano, el proceder es individual porque es anárquico. Se ha perdido la condición humana. Hoy la condición humana es más utópica que el socialismo mismo. Se supone que lo humano radica en que el hombre es un ser conciente de sus actos y por lo tanto, los mismos son razonados. No puede ser producto de ese raciocinio conciente el proceder individual ante las acciones colectivas que hoy vemos en la sociedad, no sólo la nuestra, sino la global. Para muestra basta con observar el proceder de los que dicen llamarse “revolucionarios”. A la hora de la “repartición” reaparecen los tradicionales vicios de una sociedad individual, inhumana, nada transparente, haciendo cierta la afirmación aquella de que:”cada quien tiene su precio”.

Una de las experiencias más recientes de esa deshumanización, la viví cuando en uno de estos centros de Barrio Adentro II; donde hoy se están otorgando cargos remunerados; los mismos miembros de las comunidades pugnaban en la selección de quiénes serían los beneficiados, llegando al punto, de que personas que no habiendo sido seleccionados o de que, quienes fueron escogidos no eran los que ellos deseaban, amenazaban con tomar y cerrar el centro de atención.

Me decía alguien de profunda formación socialista y por ende colectiva: “Habría que preguntarle al Presidente Chávez ¿si lo que lo que esa gente quiere ejecutar, el cierre de un centro de atención médica donde se beneficia toda una comunidad, es lo que él entiende como protagonismo y participación ciudadana? Existen medios para reclamar derechos, diferentes al cierre de una institución que beneficia a toda una comunidad”

Bien es cierto que el Presidente ha dicho: “manifiesten, hagan bulla, señalen, donde las cosas estén mal o no funcionen”; también es cierto que el Presidente no ha dicho: “cierren instituciones donde se beneficie el colectivo, o paren obras de bienestar para las mayorías”. Eso es anarquía social, y la anarquía social es contrarrevolucionaria, tan contrarrevolucionaria, como la ineficiencia y la corrupción. Todo lo anterior es tan sólo un ejemplo de los que podemos citar. Pero… como versa el dicho ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Vivimos y venimos de una sociedad viciada, en donde prevalece el yoismo. Como describió ese yoismo alguien que una vez conocí: “el yo, el mi, el me, y el conmigo”. ¿Cómo cambiar una sociedad, donde modificar el simple comportamiento de los conductores en el transito, por citar un ejemplo, es una tarea titánica, que parece casi imposible? Lo vivimos quienes por razones de trabajo debemos transitar –conducir- por vías de gran volumen, y cuando por ese mismo volumen o un accidente, los más individualistas forman tres, cuatros y hasta más colas, haciendo más anárquica la situación de caos ya generada.

Son vicios de larga data que requieren medidas estoicas que conlleven a educar por la vía de la penalización ejemplarizante. Suena redundante esto de “penalización ejemplarizante”, ¡pero es verdad! Estamos en una sociedad –o como diría Quino, el de Mafalda- una zoociedad, que requiere de contundencia en la aplicación y cumplimiento de las leyes. Donde el castigo se parece más a un premio, reforzando conductas nada sociales.

El protagonismo y la participación popular, requieren de algo más que un simple discurso. Requieren de un tiempo de formación y reforzamiento de la concepción de la nueva sociedad, el nuevo hombre. Llámenlo adoctrinamiento o ideologización, o díganle el “coco”. Pero debemos entenderlo como una etapa, donde la repetición de la lección, es necesaria hasta lograr la aprobación del curso de formación como ciudadanos de la nueva republica; los nuevos republicanos. Donde el protagonismo y la participación popular, son expresiones de la conciencia y raciocinio del ser humano, la solidaridad su consecuencia y el pensamiento colectivo el camino, lo demás es anarquía, y eso, es contrarrevolución.


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