Socialismo proletario o muerte burguesa

Por primera vez en la historia política de Venezuela, desde que en 1855 el brasileño José Ignacio Abre é Lima y en 1923 el peruano José Carlos Mariátegui introdujeran el socialismo y el marxismo en América Latina; y desde que en 1931 Juan Bautista Fuenmayor, Pío Tamayo, Rodolfo Quintero, Salvador de La Plaza, Pedro Ortega Díaz, Gustavo y Eduardo Machado hicieran lo propio en Venezuela, en nuestro país se está discutiendo abiertamente acerca del socialismo, sin que nadie tema ser censurado, encarcelado, desaparecido, exiliado o asesinado, como ocurrió en el pasado de gobiernos dictatoriales y “democráticos”.                

Sin embargo, a pesar del clima pluralista y la libertad con el que el gobierno del Presidente Chávez está ayudando a promover este trascendental debate, hemos podido notar que desde un principio el mismo no ha tocado los puntos más importantes que este tema amerita, como lo son el conocimiento y divulgación de las verdaderas raíces históricas de lo que se conoce hoy en día como el socialismo, y más bien se han fomentado una serie de tesis distorsionadas y tergiversadas acerca de sus orígenes reales, provocando la consecuente confusión entre la mayoría de compatriotas auténticamente interesados, al fin y al cabo hacia quienes van dirigidos todos los esfuerzos por construirlo.

 En gran medida, esta carencia teórica que hemos sufrido todos los venezolanos en cuanto al tema del socialismo se ha debido, en gran parte, a que los promotores “oficiales” del marxismo en Venezuela, los partidos de izquierda tradicionales y sus intelectuales, se adueñaron de él y lo tergiversaron, convirtiéndolo en un catecismo político-ideológico, tal y como lo hicieron los ex-camaradas de Lenin y Trotsky en la extinta Unión Soviética; y debido a que en ninguna universidad venezolana, durante todos estos años, fue explicado y enseñado de acuerdo a la verdad histórica fluyente y viva, sino más bien como una materia más que debía ser aprendida al caletre para obtener un título académico, de manera superficial, limitada a la reseña de hechos y datos empíricos, sin profundizar en su verdadera dimensión e importancia histórica; y al mismo tiempo debido a la represión y la censura sufridas por los pocos quienes ciertamente lo habían comprendido y estaban en capacidad de hacer grandes contribuciones a su enriquecimiento desde estas latitudes, principalmente la corriente trotskista.

En este sentido, y para hacer nuestra humilde contribución a este debate de dimensiones nacionales y mundiales, quisiéramos comenzar formulando las siguientes preguntas: ¿de dónde provienen esas tesis reformistas-revisionistas del socialismo que algunos sectores políticos e intelectuales ya han alertado como un peligro para la Revolución Bolivariana socialista de Venezuela y que van en contra de los verdaderos intereses de la mayoria de los venezolanos? ¿Por que es tan importante conocer las circunstancias del origen y las propuestas de los principales pensadores reformistas-revisionistas? ¿Hasta que punto esta tendencia histórica nacida dentro del marxismo puede ser utilizada para confundir al pueblo y al mismo tiempo para reprimir, torpedear y destruir la construcción del verdadero socialismo en Venezuela, América Latina y el resto del mundo?

Esta historia de la confrontación entre los socialistas revolucionarios y los reformistas viene desde el triunfo de la Revolución Francesa democrático burguesa en 1789, cuando la burguesía, quien fue la que formuló la teoría y las leyes para que esta tuviera éxito, de la mano de su compañero de lucha, el proletariado, cuyo único papel fue el de servir de fuerza motriz, tumbaron al absolutismo del clero cristiano y la nobleza feudal, y una vez triunfante la revolución los obreros, los trabajadores, pensaron que junto a la burguesía construirían un mundo nuevo de justicia social, sin amos ni esclavos, pero no contaron con que sus camaradas burgueses los traicionarían, una vez alcanzado el poder, y los someterían bajo su dominio, a pesar de haberlos ayudado a tumbar a los viejos opresores comunes.  Una vez consumada la traición y que las diferencias fueron irreconciliables, el proletariado, los obreros y trabajadores, es decir, el otro lado de la moneda del sistema capitalista, montaron tienda aparte y comenzaron a formular su propia teoría, filosofía, su propio sistema que se basara en lo social (por eso se le llama Socialismo) y no en lo económico, tal y como fue formulado por la burguesía (y aun se mantiene hasta el día de hoy), en el Capital (y por eso se le llama Capitalismo).  Ahí es cuando entran de manera magistral Marx y Engels, en 1848, formulando la matriz de lo que actualmente se conoce como el socialismo científico filosófico, hasta ahora la única teoría seria que ha formulado sus principios basándose en el estudio objetivo de la realidad capitalista y no basándose en cánones ético-religiosos.

El Revisionismo o Reformismo, matriz ideológica de la social-democracia a nivel mundial, que a pesar de todo esto nace y se desarrolla dentro de los limites del sistema capitalista, produjo serios y profundos debates dentro del movimiento obrero, la contraparte del  movimiento burgués capitalista, originando a su vez dos corrientes, las que mantenían la propuesta inicial de convertir al nuevo sistema surgido del derrumbamiento del feudalismo en un sistema en el que se hiciera énfasis en lo social, tomando como base fundamental para su implementación los avances tecnológicos y el progreso impulsados por la Revolución Industrial inglesa iniciada en 1830, para el provecho de toda la humanidad, y no para una elite privilegiada, y la que sostenía que la prevalescencia de la burguesia sobre el proletariado, lo económico sobre lo social, era inevitable por naturaleza, y por lo tanto lo único que le quedaba al proletariado por hacer era organizar la lucha para sacarle el mayor número de reivindicaciones sociales a la burguesía, algo así como luchar lo mejor que se pudiera por unas limosnas, por las migajas que cayeran de la mesa de los burgueses, con la mayor  dignidad  posible, y de esa manera elevar el nivel de vida de los trabajadores hasta donde el sistema capitalista pudiera soportar, eso sí, sin que esas reivindicaciones pusieran en peligro la existencia misma del sistema, ya que de ser así, según los reformistas, al colapsar el sistema colapsarían también los trabajadores al no haber empresas que les dieran empleo, entre otras falsas justificaciones.

Algo así como que los obreros vivan un poquito mejor cada día,  humanizar  el capitalismo, ya que éste es la máxima expresión de la civilización humana, y por lo tanto no hay nada más alla del capitalismo, además, según esta tesis, como la burguesía y el proletariado dependen uno del otro, para no aniquilarse entre sí proponen el consenso de clases, la concertación, la cohabitación, la coexistencia, buscando con esto, igualmente,  atraer a sectores burgueses de clase media (lo que Marx llamó la pequeña burguesía) hacia el socialismo, y al mismo tiempo, para que el proletariado le perdiera el miedo a la burguesía, identificándola con esta  clase media  más cercana a sus intereses y menos explotadora que la  alta burguesía , porque entre otras cosas también era explotada por esta última.  

El problema hoy en día es que cuando Marx se refirió a la pequeña burguesía (los precursores de la actual clase media) se estaba refiriendo única y específicamente a los pequeños propietarios de medios de producción, definiendo muy claramente, a su vez, lo que era un proletario: todo aquel que tenga que vender su fuerza de trabajo en el mercado para sobrevivir, incluyendo a los burócratas, intelectuales, profesionales, técnicos, quienes si bien no realizan trabajos manuales sí realizan un trabajo de tipo intelectual, pero al fin y al cabo un trabajo, es decir, tienen que ofrecerse (venderse) en el mercado de trabajo y por lo cual reciben un sueldo, igual que lo hace un trabajador manual, solo que en mayor cantidad.  Precisamente, todos estos sectores de profesionales, técnicos e intelectuales, que se creen pequeño-burgueses (clase media), son unos de los mayores impulsores del reformismo dentro de la Revolución Bolivariana que aspira a convertirse en socialista.

 Consecuencia lógica de estas tesis reformistas es el parlamentarismo, la participación en elecciones dentro de la democracia democrático burguesa para, dentro del capitalismo, lograr una representación de los obreros, los trabajadores, las mujeres, los excluidos, los discapacitados, ante el poder legislativo del estado burgués y con ello lograr que se aprueben las reivindicaciones exigidas y necesitadas por estos, excluyendo, por lo tanto, el logro de cambios radicales mediante la Revolución, no sólo para mejorar la calidad de vida de los trabajadores en tiempos de bonanza económica sino para que ellos tomaran el control de los medios de producción y así dirigir su propio destino y no depender de los caprichos de los burgueses y los ciclos de bienestar y de crisis del sistema capitalista,  tal y como lo plantearon Marx y Engels originalmente. El problema también es que, históricamente, la Revolución fue lanzada para tumbar al feudalismo, pero los proletarios la retoman como su arma para lograr lo propio contra el capitalismo (sin embargo, la Revolución es una invención histórica única y exclusiva de la burguesía para implantar y mantener su sistema capitalista, con sus propias leyes y reglamentos formuladas por ellos y para ellos: utilizando la violencia y el terror, que era la única forma en que se podía sacar del poder al clero cristiano y a la nobleza feudal y, al mismo tiempo, mantenerlo vigente hasta el día de hoy, por lo que es inútil tratar de moldear esta herramienta ajena a las necesidades propias del proletariado, pues no tendría el mismo efecto que tuvo sobre el feudalismo en el capitalismo, algo así como tratar de utilizar un globo de aire caliente del siglo XVIII para viajar a la Luna... podrá volar hasta cierta altura, pero nunca tendrá la capacidad necesaria para vencer la gravedad de la Tierra y al mismo tiempo garantizar la vida de sus ocupantes en el espacio exterior).  

Los reformistas siempre han tenido esto bien claro, y por eso siempre han sido contra-revolucionarios, siempre han negado que el motor de la historia y la causa de los conflictos políticos, sociales y económicos sea la lucha de clases.  Por eso es que siempre hemos insistido en que el proletariado no puede tumbar a la burguesía tomando prestadas sus armas revolucionarias, porque ya están obsoletas, ya cumplieron su tarea histórica.  Además, no es la tarea histórica del proletariado destruir a la burguesía, pues ella misma lo está haciendo a través de sus guerras de exterminio, arrastrando con ellas al resto del mundo, incluyendo al proletariado mismo. Más bien el proletariado debería crear sus propias armas emancipatorias para liberarse no sólo del capitalismo sino de cualquier tipo de esclavitud terrenal o universal, debería crear sus propias herramientas para salir de este sistema cerrado que se haya en su etapa final de implosión e integrarse a los procesos naturales y cósmicos creativos ilimitados, que vayan más allá de este planeta en que nos ha tocado vivir, convirtiéndose de esclavos asalariados a creadores emancipados.

Históricamente, los fundadores del reformismo-revisionismo, el alemán Eduard Bernstein y el checo Karl Kautsky, además del ruso Georgi Plejánov, buscaban reformar el marxismo, primero descalificándolo (¡como el caso de Bernstein, que ya en 1899 en su obra “Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia” afirmó que el marxismo era obsoleto, décadas antes de que existiera la Unión Soviética ), para facilitar la victoria del socialismo sobre el capitalismo, pero en la práctica lo que hicieron fue oxigenar al capitalismo formulando un socialismo democrático (social-democracia) adaptado al capitalismo, aunque sin admitirlo, sin llamarlo capitalismo reformado, revisado,  actualizado , mejorado (o “reformateado”, para decirlo en términos modernos).

 Históricamente, los reformistas siempre han jugado el papel de salvadores del sistema capitalista al mantener intacta su estructura, haciéndolo mucho mejor que muchísimos teóricos burgueses, irónicamente; es decir, que en el fondo siempre fueron y siempre serán anti-marxistas, y por lo tanto, anti-socialistas.

En última instancia, el reformismo lo que ha hecho es reciclar al capitalismo en sus tiempos de crisis, y cuando estas han llegado a su punto máximo, cuando ni la dinámica capitalista ni la dinámica reformista-socialdemócrata han podido resolverlas, el capitalismo ha apelado a su herramienta más extrema y sanguinaria, su último recurso: las guerras (civiles, entre pequeños países o intraimperialistas, llamadas también  guerras mundiales ).

Por último, no hay que confundir a Bernstein y Kautsky (y a sus seguidores contemporáneos, como el Señor Heinz Dieterich, hoy en día uno de los exponentes más conspicuos del reformismo moderno, confeso seguidor de Kautsky y formado en la “Escuela de Bremen”), con otros marxistas que sí hicieron trascendentales contribuciones a la teoría socialista como Leon Trotsky en Rusia, por ejemplo, a quienes el estalinismo soviético, quien a su vez tergiversó de la manera más horrenda los postulados originales del marxismo desarrollados en Rusia por Lenin, también tachó de revisionista, pues es bien sabido que Trotsky propagó la extinción total del capitalismo a nivel mundial por medio de la tesis de la Revolución Permanente, entre otras obras importantes que hoy en día deberían tomarse muy en cuenta en el debate del Socialismo del siglo XXI.

Una vez conocidos estos hechos históricos cobra todavía mayor importancia preguntarnos, actualmente, en el contexto de la Revolución Bolivariana, la reforma del Estado, la organización del nuevo partido único socialista y la construcción del socialismo del siglo XXI, ¿quiénes representan e impulsan la corriente reformista-revisionista y quiénes la corriente revolucionaria marxista? ¿Quiénes son mayoría y quiénes minoría? ¿Quiénes quieren maquillar al capitalismo y quiénes quieren abolirlo? ¿Estaremos ante la absurda paradoja de una revolución reformista o una reforma revolucionaria? ¿O más bien ante el dilema de convertirnos en una revolución socialista que desintegre al capitalismo o una reforma capitalista disfrazada de socialismo? Ante este panorama desquiciado, ¿valdrán la pena todos nuestros esfuerzos actuales?



Ante este panorama debemos exigir, sobre todo los jóvenes, que se nos diga la verdad acerca del socialismo, el marxismo y el capitalismo, porque no podemos conocer la verdad sobre uno sin saber la del otro, para que de esta manera sea el pueblo mismo quien decida el destino y la orientación de su nuevo socialismo (me atrevo a sugerir que se incluya a una de las principales teóricas marxistas contra esta tendencia perniciosa, como lo  fue Rosa Luxemburgo, sobre quien ya escribí un artículo en conmemoración del 88º aniversario de su asesinato http://www.antiescualidos.com/pag/index.php?idmen=85&idn=1024, quien defendió magistralmente las tesis originales de Marx y luchó denodadamente contra ella), y no se nos vuelvan a imponer recetas preparadas desde arriba, y sobre todo que no se nos distorsione, una vez más, la verdad histórica con cosas como socialismo cristiano, cristianos socialistas y demás mezclas incoherentes, pues estaríamos cometiendo los mismos crímenes que cometieron personajes tan funestos como Stalin, quien perpetró todo tipo de desmanes en nombre del socialismo, que costaron millones de vidas y el desprestigio y la deslegitimación del socialismo y el marxismo como únicas alternativas válidas para la preservación de la especie humana y la naturaleza ante los ojos del mundo.
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Referencias:

http://es.wikipedia.org/wiki/Eduard_Bernstein

http://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Kautsky

http://es.wikipedia.org/wiki/Revisionismo

http://es.wikipedia.org/wiki/Georgi_Plekhanov

http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Comunista_de_Venezuela

http://www.aporrea.org/actualidad/a17908.html


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Jesús María Nery Barrios


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