¿Socialismo, capitalismo o integración?; hacia la transformación del pensamiento

La dominación y la barbarie del sistema capitalista posee múltiples aristas, atacando en todos los ámbitos del transitar del quehacer diario, suscribe un poder alienante ensordecedor, donde los seudocientíficos juegan un papel preponderante, embargando su capacidad creadora a la infamia del opresor burgués, sirviéndose de instrumentos que generan distracción del pensamiento mientras avanza socavando la conciencia hasta borrar la propia identidad. Al discernir sobre tales instrumentos se destaca la división del trabajo, en tal sentido Marx-Engels Werke, 4, Berlín, (Dietrz), citado en N. Elias, Sociología fundamental, Barcelona, Gedisa (1982), decía: "Lo que caracteriza a la división del trabajo en las sociedades modernas es el hecho de que produce las especialidades, los especialistas y, con ellos, el idiotismo del especialista" (164, p. 157., p. 55).

Nótese la genialidad del planteamiento, dejando al descubierto la verdadera intensión detrás de la mal llamada revolución industrial, donde las personas son deshumanizadas para ponerlas a producir indiscriminadamente, en reprimenda de sus propios intereses, vulnerando incluso la salud mental y emocional, colocándolas como piezas del gran engranaje del aparato productivo, siendo dejados en el olvido hasta ser asaltados, en el mejor de los casos, por la jubilación, a cambio de unas cuantas monedas que apenas le alcancen para alimentarse, vestirse, estudiar o tener donde vivir dignamente; el problema radica en que generalmente es difícil cubrir las diversas necesidades básicas.

Los debates de saberes apuntalan la imperiosa necesidad de allanar el camino hacia el establecimiento de modelos políticos de naturaleza humanista, a los efectos de erigir una sociedad de libertades, igualdad, derecho y de justicia, saliendo entonces de las fronteras del materialismo para circunscribirse al campo del idealismo, por cuanto es superlativo torcer el brazo subyugante del modelo capitalista, labrando en revolución los cimientos estructurales-organizativos del nuevo estado venezolano, capaz de producir el mayor cúmulo de felicidad posible, bienestar y seguridad a los(as) ciudadanos(as), sin distingos de raza, credo, religión o filiación política.

En el mismo orden idea, se debe garantizar la construcción y producción de conocimientos científicos-tecnológicos-sistémicos, en virtud de los planes estratégicos de la nación, así como las necesidades fundamentales de sus nacionales, de la mano siempre del proyecto bolivariano primigenio emancipador, para la refundación de la patria grande, hasta lograr convertirla en un enorme faro capaz de iluminar a los países latinoamericanos, alejando los destinos de la humanidad del oscurantismo, la miseria e incertidumbre de la sinrazón.

La pugna entre socialismo y capitalismo es eterna, se hace irremediable e imperiosa la desaparición de uno de ellos, con la muerte del primero la especie humana está condenada a la extinción, pero con la muerte del segundo se logrará la redención de los pueblos, en palabras del Che Guevara: "La revolución no se lleva en los labios para vivir de ella, se lleva en el corazón para morir por ella". Ahora bien, todo lo anterior pudiera obedecer a posiciones radicales en cuanto a la percepción del sistema-mundo, no obstante en medio de una dinámica social pujante e indetenible, repleta de factores, elementos y/o fenómenos que la complejizan, cabría preguntarse: ¿la célebre pugna histórica entre socialismo y capitalismo permitirá la transcendencia del ser humano o se convertirá en la razón sepulta del progreso?; ambos modelos poseen serias contradicciones y elementos rescatables, pero también muestran puntos en común, solo que invisibles al prejuicio excluyente, contenido en el fanatismo por las ideas.

Tal vez el verdadero camino es la integración y respeto por quienes te adversan, sacando de la dialéctica del discurso aquellos elementos que sugieren confrontación; trabajando con ahincó para desarrollar de manera exponencial los puntos en común, dejando entonces para el debate y construcción de puentes, esos aspectos visibles donde las diferencias parezcan inconclusas, replanteando y fortaleciendo entonces el sentido de hermandad, solidaridad y servicio a la civilización humana, aun en presencia de posiciones encontradas. Transformar el mundo para hacerlo un lugar amigable, pasa por la tolerancia y la humildad, pero antes de todo, pasa por la autocritica, la reflexión y capacidad de admitir los errores propios, más allá del cuestionamiento y juicios del valor sobre el prójimo.



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Wilman Bernal

Lcdo. Administración, organización y sistemas. Profesor universitario

 wilmansanz@gmail.com

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