Conocer nuestra vida es reconocerse a sí mismo

Así me imagino yo que sería un día cualquieras entre mil de la vida de Fidel, fundándome en lo que de él ha dicho el pueblo cubano y de sus mismas palabras.

Ayer noche, como todas las noches, se acostó en su cama, con la resignación de no levantarse. A la luz vacilante de la lámpara, ha escrito antes de la fecha del día que va a venir, esas tres letras: W. I. L., iniciales de las palabras que pueden traducirse por: "Si yo vivo".

La naturaleza de Fidel no soporta la confusión ni el disimulo, ni el interior ni el exterior. Fidel, acostumbrado a ver con toda precisión la línea y el contorno u observar minuciosamente el primer movimiento de un preso, no transige en ver en sí mismo un conglomerado confuso. Por eso, no puede resistirse, desde el principio ya, a volver la mirada hacia sí incesante y profundamente: "Quiero conocerme completamente", desde este momento, empieza la observación aguda, desconfiada y avisada de su propia alma, observación que no ha de cesar hasta sus cincuenta años. Sin compasión, pone cada uno de sus nervios, cada uno de sus pensamientos, bajo el bisturí de su autodisección; con toda la intensidad que siente, quiere conocerse. Un hombre tan fanático de la verdad como Fidel, no puede ser más que un autobiógrafo fanático de la verdad.

Pero el propio "yo" no se desprende nunca completamente de esa atadura, porque la observación de ese "yo", siempre variable, no acaba nunca. Por eso es que los grandes autobiógrafos continúan la observación de sí mismos durante toda la vida. Con la misma constancia con que Fidel persigue su propia alma, ésa huye siempre más lejos, y él, fenómeno gigantesco de voluntad, se siente atraído con más fuerza a esa persecución. Para eso no sale de sus manos, durante los cincuenta y ocho años de sus titánicos trabajos.

Nunca puede Fidel separar su propio "yo" de sus observaciones y sensaciones. Egocentrista hasta el desespero, no logra perder su "yo" ni aun en los momentos de éxtasis. Sus ojos observadores no cierran nunca los parpados, ni aun en los cuerpos, de sí mismo, aunque él todo lo hubiera dado para que la sombra siniestra de su personalidad se apartara de su lado; con su conciencia despierta siempre, no puede nunca esconderse dentro de la pasión ni aun perderse en su elemento fundamental: la Naturaleza. "Amo la Naturaleza cuando me rodea por todos los lados, sin embargo, he estar dentro de ella.

El deseo de verdad ha ido creciendo con el conocimiento de su sér; ya ha conocido toda forma variable, múltiple y profunda de la verdad y, en los mismos lugares donde él se deslizó a los diecisiete años como sobre una superficie de cristal, siente ahora el temor de la responsabilidad del que busca la verdad y ese temor le paraliza.

—"El acontecimiento más importante de la vida de un hombre es el momento en que llega al conocimiento de su ‘yo’; las consecuencias de este hecho pueden ser muy favorables o extremadamente terribles".

¡Fidel Vive!



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Manuel Taibo


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