El arado y el mar

Pobre Chávez: "los hijos" subastan el sueño y todos asienten

Ya aprendieron el decálogo del oportunista: decir una cosa y hacer lo que más les convenga; ya los gobernantes bisoños nunca más meterán la pata, como Eulogio alborotando a Jaua. Ahora, “los hijos”, que deberían ser guardianes del sueño entregan la Patria sin hacer propaganda, en nombre de “la paz”, de “la productividad”, lo que en el fondo es el delirio de permanecer aun a costa de la deslealtad. 

El propio Presidente, el primer “hijo”, oferta en subasta internacional la Faja, vocifera en el mercado, sugiere: vengan, no es necesario invadirnos, las puertas está abiertas a las trasnacionales. ¿No es ese el objetivo de la invasión, abrir las puertas a las trasnacionales? Ya lo hicimos. 

Un ministro indulta al capital robado, con desvergüenza habla de 300 mil millones de dólares que volverán. Ellos los llaman capitales fugados, cuando debían llamarlos robados. “Vengan”, promete pasando por encima de la ley, no se harán averiguaciones de su procedencia. Y esa entrega la ostentan como un triunfo.

Es un fenómeno digno de prestarle atención, el país está retrocediendo no al 3 de febrero sino atrás del 58. Los pasos son firmes, se está gobernando para las trasnacionales, la restauración es desvergonzada, no tiene límites, desde la modificación de leyes hasta la futura modificación cambiara, de impuestos. Y esa restauración, que sólo los desvergonzados pueden ignorar, no consigue resistencia: todos, desde los dirigentes obreros hasta la cúpula de la mud, lo aprueban, unos, la derecha externa, no habla de eso; otros por complicidad, aquellos por omisión.

La intención de la socialdemocracia es entregar el oro y el petróleo a las trasnacionales y amansar a los humildes con bolsas, lo que ellos llaman gasto social. El capital aprendió que es mejor negocio dar algo a los desposeídos para que se tranquilicen; sólo que la voracidad de la burguesía emergente es total, ya confesaba el ministro menchevique que los ladrones se llevaron hasta quinientos mil millones de dólares, así no alcanza para calmar las apetencias desatadas de una sociedad manipulada para el consumismo.

El Comandante Chávez comprendió que sólo la Revolución Socialista podrá construir una sociedad viable, basada en la solidaridad, en la racionalidad, en la armonía entre los hombres y de estos con la naturaleza, derrotar la demencia del capitalismo. Ese fue su legado, ese es su sueño, que estos  desleales dilapidan jugando a que no los tumben, como esos boxeadores que sólo tienen como meta llegar al último round. No hay visión de futuro, de construir, sólo el desespero por ganar un poco de permanencia, como unos perdidos en el desierto se alegran de sobrevivir un mes, aunque ese mes sea el más costoso de toda la historia. 

Sólo el Socialismo hará posible una sociedad nueva y un hombre nuevo alejado del egoísmo. Y sólo sin egoísmo será viable, posible, la  permanencia de la vida planetaria.

Los “hijos” de Chávez, cuando esto caiga, y por este camino la caída es inevitable, no podrán vivir tranquilos. Pudieron pasar a la historia como fundadores de un nuevo mundo y escogieron el camino de la mediocridad, cambiaron la gloria de ser reconocidos por un pueblo por el espejismo del poder, los paraliza el miedo de lanzarse a la aventura, de romper con lo establecido, como Chávez enseñó el 4 de febrero. No hablan, se distraen con espectros, prefieren el silencio cómplice a decir que vamos mal, que hay que rectificar.



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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