La pobreza es un jamón para el capital

A partir de la invención de la agricultura durante el periodo neolítico hace aproximadamente diez mil años, aunado a la domesticación de animales y el correspondiente progreso en la fabricación de instrumentos de piedra,  las primitivas comunidades humanas entraron en la producción del excedente económico. Desde estos tiempos, la producción comenzó a exceder  al consumo y esto provocó el avance hacia la primera gran transición histórica de la humanidad.

De la distribución equivalencial de la producción entre los propios productores, se pasó a una distribución asimétrica del producto. Los guerreros, los sacerdotes, los chamanes se fueron apropiando del excedente creado por los trabajadores directos, utilizando primero el expediente de la división social del trabajo, y luego inventando  la institución de la propiedad privada de los medios de producción, con todos los medios de represión para protegerla.  La humanidad entró así en su segunda gran época histórica, caracterizada por la explotación de unos hombres por otros; la existencia de pobres y ricos hizo su aparición, continuando hasta hoy  con todas sus consecuencias negativas.

Nació también en aquel periodo histórico  el régimen del capital, en sus formas mercantiles y dinerarias,  entendiendo que el capital es trabajo humano acumulado en manos de una minoría que buscara acrecentarlo  y perpetuarlo  por los siglos de los siglos. Con el capital también apareció el trabajo asalariado, el individualismo, el egoísmo, la sed de riquezas y el fetichismo encubridor de las relaciones sociales de explotaciòn.

El régimen del capital con diez milenios de existencia,  tuvo que esperar hasta el siglo XIV de nuestra era para ver nacer la forma capitalista de producción. A esta forma de producción le antecedieron el régimen de producción asiático, el esclavismo y el feudalismo. Por consiguiente, capital y capitalismo son dos cosas diferentes. Lo que tipifica al capitalismo es que la mercancía trabajo asalariado se universaliza, al igual que la mayoría de los bienes que produce el trabajo humano.

Ahora bien, durante todas las formas de producción pre-capitalistas, la explotación de unos hombres por otros hombres, descansó  en mecanismos extraeconómicos, jurídicos, políticos y religiosos. Es decir, los que  producían la riqueza material  poseían sus instrumentos de producción, salvo el esclavo que era considerado “una cosa que habla”. La explotación pre-capitalista era esencialmente extraeconómica.

Para el advenimiento del capitalismo hizo falta que el trabajador fuera extrañado tanto de sus medios de producción como del acceso a la tierra. Este proceso  se dio en la Europa Occidental a partir del Siglo XVI y Marx lo bautizó como la “acumulación originaria de capital”. A partir de esta fecha, los trabajadores  del viejo continente fueron Pobres de solemnidad, sólo poseían dignidad. Este manjar de pobreza fue una bendición para el capitalismo naciente, pues, a estos trabajadores la única solución de garantía para mantener su ciclo vital,  era alquilarse como asalariados a los dueños del capital y así, el capital los fue subsumiendo para acrecentar su proceso  de acumulación.

Una vez que las relaciones capitalistas de producción adquirieron carta de ciudadanía en Inglaterra con la revolución agraria del siglo XVII y la concomitante revolución industrial del siglo XVII, el capital aumentó sideralmente su cuantía, al mismo tiempo que la masa de pobres a nivel planetario también se acrecentaba. El aumento de la pobreza era el requisito que el capital siempre ha necesitado para abaratar la mercancía fuerza de trabajo y así, aumentar su tasa de explotación del obrero. Hoy la masa de pobres a nivel mundial es astronómica y eso le ha permitido al capital implementar políticas económicas rayanas en la ruindad ética,  como el  llamado neoliberalismo.

Otra ventaja adicional que tiene la pobreza para el capital es que minusvalíza al pobre culturalmente, haciéndolo presa fácil de ideas y representaciones que lo condenan a una eterna alienación. La pobreza material es el camino más corto a la subyugación económica de los desposeídos.

Por lo expuesto, los políticos del capital jamás podrán cumplir con  sus ofrecimientos de pleno empleo y cero pobrezas,  pues, la máquina de hacer pobres es un requisito económico-político básico para la reproducción del capital. No olvidemos que el capital es trabajo vivo(cuerpo y mente) del obrero que se acumula en manos de una minería sedienta de oro y sangre. La maquinaria científico-técnica del capital para producir pobres en la actualidad, es más poderosa que nunca. Una vez subsumido por el capital, el trabajador pierde toda esperanza. La pobreza es el gran negocio del capital.



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Humberto Trompiz Vallés

Historiador y profesor universitario jubilado, especializado en historia petrolera de Venezuela.

 htrompizvalles@gmail.com      @trompizpetroleo

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