¡Despierta, Miraflores!

Nadie exige de los dirigentes del PSUV y del gobierno que sean perfectos, científicos, infalibles. Por favor, no. Tal exigencia de infalibilidad – ajena, por supuesto – en la práctica política es no más que un igual viejo cuanto sucio pretexto de los estúpidos de todos los tiempos. Lo que se exige es que los líderes tengan siempre y rigurosamente presente la dimensión y consecuencias de sus palabras. Que sean consecuentes.

Y es frente a estas exigencias que no se puede admitir las declaraciones hechas por los compañeros Aristóbulo Istúriz y Elías Jaua de que es posible – ¡y necesario! – establecer diálogo con la derecha venezolana. Por favor, no estamos hablando de militantes de base del PSUV, de jóvenes militantes ilusionados por las mentiras de los medios de comunicación burgueses. Se trata de dos de los más importantes, calificados y respetables constructores de todo el movimiento bolivariano. Por supuesto que desde lejano no se puede conocer con detalles las contradicciones y divergencias en el interior de las filas del gobierno. Sin embargo, todos en Venezuela y en todo el mundo tenemos conocimiento claro que Istúriz y Jaua integran hoy el núcleo de decisión del gobierno y del partido en el seno de lo más decisivo movimiento revolucionario del siglo XXI en todo el mundo hasta ahora.

No. Por más profunda que sea la reflexión que uno se ponga a hacer, nadie podrá encontrar un mínimo de racionalidad – racionalidad, siquiera – en la hipótesis de un diálogo entre gobierno y oposición de derecha hoy en Venezuela. No fuera suficiente los análisis de la coyuntura mundial, latinoamericana y local, específicamente venezolana, más allá de estos análisis, los datos concretos disponibles, indiscutibles e incontestables, de la existencia de planes concretos de un golpe de estado por esta misma derecha impiden siquiera hablar en diálogo con la derecha. ¿Estarían Maduro, Cabello y Padrino López ilusionando al pueblo al denunciaren prácticamente todos los días la existencia de un golpe fascista en desarrollo en Venezuela? ¿Los sicarios colombianos diariamente identificados que aportan en grupos en Venezuela tendrían venido de vacaciones? ¿La gran cantidad de armas de medio porte sistemáticamente aprendidas se destinarían a prácticas deportivas? Y más importante que todo: ¿Se reduciría a mero juego de palabras las enfáticas declaraciones de los dirigentes de la MUD que su objetivo ya de corto plazo es el de poner por tierra el bolivarianismo en favor del imperialismo? ¿Y los llamamientos abiertos de Obama y de su secretario de Estado John Kerry al derrumbe del bolivarianismo? ¿Al golpe en contra de Maduro? ¿Nada de eso basta a que se comprenda el momento?

La hipótesis que los planteos de Istúriz y Jaua se justificarían en la lógica de algo como una maniobra en una supuesta “guerra diplomático-ideológica” no pasa tal hipótesis de grave ingenuidad política. Sí, no avancemos más allá de una ingenuidad, sin embargo que eso apunta también para una igualmente grave incapacidad de identificación de la naturaleza de la coyuntura del país. Tenemos sostenido en artículos anteriores aquí en Aporrea que la marca decisiva e inmediata del actual cuadro de las luchas de clases en Venezuela es su carácter irreversiblemente militar. Militar en sentido amplio – y por supuesto antagónico, como enseña la dialéctica materialista –, o sea, en lo que la contradicción capital x trabajo solamente se puede resolver con la neutralización de uno de sus términos a través de la fuerza. Sí, fuerza.
Entonces que la “astucia” de, a través de la proposición del diálogo, atribuir a la derecha “ánimos belicosos, intransigencia, intenciones golpistas” en interior de una supuesta principalidad de una guerra psicológica, todo eso, resulta fatal y simultáneamente en hacer de sus autores víctimas de su propia astucia – desde que al hacer disparos al blanco equivocado inevitablemente se deja de hacer disparos al blanco verdadero. Simple de así. Y más, tal maniobra resulta igual en señal de desmovilización a nuestras propias fuerzas, al proletariado y a las fuerzas armadas propiamente dichas. Todo al contrario, el momento es movilización, de alerta total.

El compañero Elías Jaua observó en reciente artículo aquí en Aporrea que las Fuerzas Armadas Bolivarianas tienen un pasado, remoto y próximo, de decisiva participación en las luchas libertarias en tierras venezolanas. Que, por eso, no se podría hacer una comparación con las Fuerzas Armadas de Chile en el golpe fascista de Pinochet de 1973. Verdad, incontestable verdad. Es por eso, y no por otra razón, que el poder bolivariano se mantiene por diecisiete años, muchísimo más tiempo que las heroicas experiencias políticas semejantes en Latinoamérica, como en Chile (Allende), Perú (Alvarado) y Bolivia (Torres), por ejemplo. Sin embargo, compañero Jaua, la historia es sí maestra, pero no sirve para oráculo. Es preciso tener en cuenta lo que usted conoce seguro profundamente: el lugar de Venezuela hoy en el cuadro latinoamericano y mundial. Por razones económicas (crisis profunda del sistema) y geopolíticos, pues los Estados Unidos no pueden perder su hegemonía en nuestro continente – lo que ocurriría y, lo creemos, ocurrirá, con la manutención del poder bolivariano y su necesaria profundización por una revolución proletaria. Esa profundización revolucionaria, se enfatice, es a su vez vital, absolutamente vital, a la sobrevivencia del bolivarianismo.

Venceremos!

*Militante del Movimento Marxista 5 de Maio-MM5/Brasil


leoleal46@uol.com.br


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