Nicolás Maduro, El Recatado

Imaginemos que nuestro Presidente cualquier día de estos decida efectuar cambios radicales en la manera de ejercer su liderazgo. Qué luego de una reflexión profunda pruebe nuevos mecanismos de comunicación con la ciudadanía, destinados a informar de sus planes para re enrumbar al país.

Especulo que en ese cambio de perspectiva intentaría mostrar una imagen más propia y menos condicionada por la de su antecesor, el inolvidable Chávez. Quizá probaría a dejar de relacionar los logros del gobierno con su figura, a reducir la partida presupuestaria destinada a elaborar canciones, afiches, propagandas, programas semanales y campaña en las redes sobre su persona. Los mensajes se circunscribirían a logros alcanzados y planes definitivos. Y a un entendimiento colectivo del proceso de cambios.

Quizás revisaría hasta qué punto los insultos reiterados y desmedidos al adversario, a un adversario que en este momento tiene más seguidores que el gobierno, le están rindiendo dividendos políticos. A lo mejor se daría cuenta de que esa táctica obedece a una inercia mal entendida en la que se copia, con resultados negativos, un estilo inimitable. Chávez lograba convencernos de que cada insulto al adversario tenía una razón, que el asumía la responsabilidad de romper los protocolos por obtener fines superiores. Si el presidente actual se percata de que las circunstancias ya no son las mismas, y de que es inconveniente para él y para los ciudadanos de este país relacionar su imagen con la de un protagonista de la lucha libre, con un buscapleitos, es probable que sea más recatado en sus calificativos hacia los del bando contrario.

El presidente conocía muy bien a Chávez. Por tanto podría analizar con detenimiento si el tipo de liderazgo multifacético del comandante se puede reproducir satisfactoriamente. Si esa capacidad de ser maestro de escuela, historiador, analista experto en política e ideología y amigo del humilde se puede replicar con buenos resultados. De no ser así, a lo mejor decide enfocar sus energías en hablar del país, en presente y en concreto. Quizás cuando Chávez le “puso el ojo”, no fue pensando: cópiame. Tal vez fue pensando lucha con tus propias armas y  defiende lo logrado.

Si el presidente intentara abarcar lo más posible con estos cambios, quizás llegara a la conclusión de que no es el momento de repetir en exceso un discurso convencional que sin respaldo en el imaginario del ciudadano adquiere un efecto contrario al que se aspira. Como buen revolucionario con años de lucha y además sucesor de un líder deslumbrante, convendrá en que la palabra sentida y paradigmática de la redención social se respeta y no se invoca en vano.

En fin, que se enfocaría en sorprendernos, en iniciar una historia nueva que quizá incluiría llamar a los que necesita aunque estén bravos con él,  y no sería más eco de una cueva abandonada, cueva que obviamente no representa nuestro pasado reciente de logros y esperanzas, sino a una cueva engañosa y fantasmal que impide asumir el presente y actuar desde las verdaderas posibilidades.  Sorprendería al Chavismo mostrándose como un presidente autentico, y recuperaría el respaldo popular necesario para mantener vivo al Proceso. Puede que cualquier día de estos el presidente recupere el recato. Recato en las maneras, y generosidad en la búsqueda de las salidas a la crisis. Puede pasar.

papavarel@gmail.com


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