Las causas reales del derrumbe de Dilma Rousseff

Los análisis de la crisis política brasileña, con el derrumbe de la presidenta petista Dilma Rousseff, divulgadas exhaustivamente por los medios de comunicación tienen sido desgraciadamente pobres, primarios y superficiales y, por eso mismo, muy distantes de los verdaderos y concretos motivos que llevaran la extrema derecha al Palacio del Planalto. A esos análisis les hace falta base material, fundamentalmente en consecuencia de su carácter idealista, no materialista, no marxista, que desprecia irresponsablemente la exigencia  del análisis concreto de la situación concreta. La idea, de todo modo infantil, que se trata solamente de una conspiración del imperialismo solo sirve para  encubrir, antes que aclarar,  las  causas reales y profundas de la situación brasileña. Aún más importante,  y grave, en la práctica análisis superficiales son imprestables a apuntar un camino de lucha en aras del avance de la lucha del proletariado.

En primer lugar, hay que hacer presente el fundamento económico estratégico del cuadro que llevó la extrema derecha brasileña a poner abajo el gobierno del frente PT/PCdoB. Y el factor estructurante del cuadro coyuntural es que: la burguesía mundial necesita desesperada e urgentemente profundizar la explotación sobre el proletariado como condición de sobrevivencia del capitalismo en el cuadro de la actual crisis del sistema. Y el frente PT/PCdoB, que hace trece años – tiempos de crecimiento de la economía con base en la exportación de bienes primarios – venía le prestando buenos, óptimos, servicios a la burguesía instalada en Brasil, no tenía más condiciones políticas de continuar prestando eses servicios a la burguesía, ahora exigido en la forma de precarización del trabajo y extinción de derechos en el trabajo y la privatización de los servicios públicos, educación y salud incluso. Si lo hiciese fatalmente perdería sus bases históricamente situadas en el seno de la clase obrera.

A partir de meados del segundo mandato de Dilma Rousseff la burguesía percibió claramente que se trataba simplemente de derrumbarla  e instalar un gobierno de extrema derecha como condición de garantizar sus lucros mortalmente amenazados por la profundización de la crisis de reproductibilidad del capital en nivel mundial.

Y aquí se impone la absoluta necesidad de decir que el gobierno del frente PT/PCdoB es un frente de derecha. En el año 2002 el Partido dos Trabalhadores declaró abierta y oficialmente su opción por el capitalismo monopolista en un documento titulado “Carta a los Brasileños” en el que el PT se comprometía a mantener lo que entonces denominó “compromisos”, o sea, a mantener las líneas generales neoliberales de los gobiernos burgueses anteriores. El PT, en realidad, trajo a luz del día su transformación de partido socialdemócrata en partido burgués neoliberal estructuralmente alineado con el gran capital, transformación esa que tuvo su comienzo en el medio de la década de los 80 del siglo pasado.

No es correcto, por todo eso, decirse que hubo un golpe de estado en Brasil. Hubo, é facto, un golpe palaciano o, como le gustan decir algunos, un golpe de gobierno. No tuvimos un golpe de estado por la sencilla, y decisiva, razón que no se derrumbó el estado democrático de derecho – que es, como se sabe o se debía saber, una forma de organización del estado burgués opresor e explorador. Tendríamos un golpe de estado en caso de ese estado de derecho tuviera sido remplazado por un estado fascista o por un estado dictatorial burgués, nuestros viejos conocidos en Latinoamérica.

Tengamos claro, entonces: el eje de la crisis política en Brasil es una disputa entre derecha (PT/PCdoB) y extrema derecha. No se puede, por todo eso, identificar el gobierno petista con los gobiernos bolivarianos que llegaras al poder con Chavez en el año 1999. El bolivarianismo, ya decimos aquí e lo repetimos, una socialdemocracia radicalizada. Los recientes actos y declaraciones del gobierno Maduro de solidaridad a Dilma Roussef se pueden incluir entre los errores del bolivarianismo, que, de ese modo, en cuanto socialdemócrata, se abstiene de dirigir el proletariado venezolano al asalto al estado burgués, al acto insurreccional  de la destrucción de ese estado burgués con la construcción del estado del proletariado.

A los marxistas hoy en Brasil no nos hace falta salir a las calles en defensa del gobierno PT/PCdoB (tenemos siempre que dejar claro que el PCdoB no es el PCB, este, un partido proletario, serio, hoy empeñado en profundizar su estrategia revolucionaria marxista). Tenemos que salir a las calles, sí, pero solamente en defensa de los derechos y conquistas políticas y económicas del proletariado, entre las cuales por supuesto NO se incluye la letanía democrática. Hacer hoy llamamientos a la “unidad” sería jugar a la basura una rica oportunidad que nos ofrece la Historia para construir en el fuego de las luchas de clases abiertas las bases y fundamentos de un verdadero partido revolucionario de la clase obrera en Brasil. Por eso y para eso nosotros los marxistas estamos y estaremos en las calles.
Venceremos!

*Militante del Movimento Marxista 5 de Maio/Brasil


leoleal46@uol.com.br



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