La defunción de la democracia en América Latina

        Sin duda alguna, la democracia en América Latina está siendo asesinada de la manera más vulgar y miserable por las fuerzas  reaccionarias de la derecha que se han juntado con toda la saña para romperle el alma a las corrientes políticas e ideológicas que se atrevan a desafiar su imperio de corrupción. Precisamente, tras las fachadas de las democracias gobernadas por  las clases dominantes, donde se esconden los intereses más mezquinos de la política, se acuerdan los métodos y las practicas engañosas para recuperar los espacios y las parcelas que se hayan perdido.  Así, de esa forma y de manera progresiva han venido dando sus golpes de Estado que fracturan la estabilidad de las naciones y las sociedades.

         La reacción de la derecha en América Latina se veía venir. Tarde o temprano las fuerzas reaccionarias tratarían de recuperar el poder político para consolidar sus prácticas perversas de corrupción. Tal es el caso reciente de Brasil, donde una miserable y detestable clase política se alza con el poder y destituye a su presidenta legítima y constitucional. De inmediato se inicia el desmantelamiento de  institucional del Estado y el cese de las políticas sociales que beneficiaban a millones de personas. En varios de nuestros escritos hemos dicho que por su misma naturaleza e inclinación ideológica, la derecha es enemiga del pueblo, de la familia y de la paz.

          Desde hace dos décadas algunos países de América Latina vienen avanzando decididamente hacia el horizonte progresista del socialismo, con claras muestras de construir un nuevo Estado de naturaleza solidaria y una democracia protagónica y participativa. Precisamente, eso es lo que quieren impedir las clases política de la derecha, que se consolide el Estado revolucionaria. Es por ello que se han unido todas las fuerzas perversas de la derecha para empezar a “tumbar” gobiernos y tomar el poder, bien sea por la fuerza o bien sea a través de estos “golpes suaves” o institucionales, como  lo quieren hacer ver.

          Pero a los ojos de todos está bien claro que  en Brasil se trata de golpe de Estado, donde se destituye a la  primera mandataria de la nación y se impone un tipo cualquiera que no ha sido elegido para ocupar el cargo de presidente. Se instala de esa manera una democracia burda, sin votos, donde la ilegitimidad carcome cualquier decisión que puedan tomar.

         Ahora bien, la única manera de parar esa reacción, esa  locura del alma irracional de la  derecha es a través del pueblo, que debe asumir el compromiso de restituir a su presidenta, porque dejar pasar esta oportunidad y permitir que esa nefasta clase política de la derecha brasileña se salga con las suyas, entonces la democracia como tal ya no tiene sentido, porque se trataría de un modelo político  que solo beneficia a los grupos oligárquicos y a las grandes élites. Y si la democracia no sirve a los intereses de las grandes mayorías, habría que avanzar hacia otro modelo político  que brinde estabilidad  a los pueblos.

        Si hay que acabar con el Estado capitalista,  también hay que acabar con la democracia liberal-burguesa. Si de verdad  el capitalismo y la democracia fueran tan buenos como lo pintan, entonces porque el mundo está lleno de miseria y donde mueren de hambre millones de hombres y mujeres. Debemos reaccionar para acabar y enterrar a la derecha fascista.



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Eduardo Marapacuto


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