¡Paz!

“Los hombres buscan la paz, se dice. Pero ¿es esto verdad? Es como cuando se dice que los hombres buscan la libertad. No, los hombres buscan la paz en tiempo de guerra y la guerra en tiempo de paz; buscan la libertad bajo la tiranía y buscan la tiranía bajo la libertad”.
Y respeto a esto de libertad y tiranía, no hay que decir tanto homo homini lupus, que el hombre es un lobo para con el hombre, cuanto homo homini agnus, el hombre es un cordero para el hombre. No fue el tirano el que hizo el esclavo, sino a la inversa. Fue uno que se ofreció a llevar a cuestas a su hermano, y no éste quien le obligó a que le llevase. Porque la esencia de hombre es la pereza, y, con ella, el horror a la responsabilidad.

Hay que luchar, y luchar de veras, y buscar sobre la lucha, y merced a ella, la solidaridad que a los combatientes une. Se entienden mucho mejor las personas y los pueblos, y está más cerca de llegar a un cordial acuerdo, cuando luchan leal y sinceramente entre sí. Y es indudable que harían un grandísimo servicio a la causa del progreso de la Patria, a la de su cultura, y se lo harían muy grande a sí mismos, si, mostrasen su oposición a todo lo que les repugna en el modo de ser de los otros y procurara cada una de esas castas imponer a las demás su concepción y su sentimiento de la vida.

Los esfuerzos del país debe tender a convertir el Estado en propietario de los medios de transporte y de circulación, a fin de destruir la potencia del monopolio de las grandes compañías que, sometiendo a la clase obrera a sus leyes arbitrarias, atacan a la vez la dignidad del hombre y la mujer y la libertad individual. Por esta vía se llegará a dar satisfacción a la vez al interés colectivo y al individual. Para dar a nuestro pensamiento una forma más precisa –añadía–, diremos que el Estado es la gerencia social; no tiene puntos de intereses distintos al pueblo porque no tiene ni vida ni existencia propia. Con relación a la nación es un signo, una abstracción…

Por la perseverancia, la unión y la solidaridad en cada situación de la vida, en cada lugar del país, cualquiera que sea la nacionalidad, nosotros tendremos la paz y la libertad aboliendo el capital; porque todo el pueblo debe formar un solo pabellón y toda una federación libre de asociaciones libres de trabajadores. Más eso no es todo. Hace falta la igualdad económica; hace falta que la propiedad sea colectiva y, para ello, hace falta la abolición del derecho de herencia. Sepamos por la reciprocidad del respeto afirmar la inviolabilidad y la dignidad humana: amemos al prójimo más que a nosotros mismos y a al pueblo más que a todas las cosas. Reivindiquemos y afirmemos el Derecho y el Deber social; la Justicia.

Lo mismo que en toda nueva fase histórica, los viejos errores reaparecen un instante para desaparecer después; del mismo modo, el PSUV ha visto renacer en su seno grupos de sectas aunque bajo una forma poco acentuada. El partido socialista, considerando como un inmenso progreso la resurrección de las sectas, es una prueba de que su tiempo había pasado… Porque mientras que en su origen las sectas representaban elementos de progreso, el programa del PSUV, a remolque de un “socialismo” democrático, no representa más revoltijo de ideas de ultratumba, disfrazadas bajo frases sonoras, que no pueden asustar más que a burgueses idiotas o servir de piezas de convicción contra los Socialistas.
¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!


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Manuel Taibo


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