Y ahora el fascismo...

En estos tiempos el tema del fascismo es un asunto de regular conversación entre amigos, compañeros de trabajo y de abordaje en las diarias rutinas académicas. Para muchos es una materia que debemos atender como fenómeno amenazante en la actual dinámica política venezolana, para otros -no se sabe si por cultivada ironía o por atrevida ignorancia- el tema fascismo es motivo de risa y momento para el chiste ocasional; un intento de ridiculizar una realidad que, por decir algo, ha cobrado la vida de muchos venezolanos en los últimos años.

¿Qué es el fascismo? ¿Por qué el chavismo político acusa a los partidos oposicionistas de fascistas? ¿Por qué el núcleo intelectual oposicionista califica al chavismo político de la misma manera? ¿Qué aspectos encierra este término empleado invariablemente por muchos para identificar afinidades con una ideología de fuerza originada en Europa y que usamos regularmente en nuestro país, para acusar a alguien con ciertas características autoritarias? De este modo intentaremos aportar argumentos para dilucidar el tema que proponemos.

Comencemos por los símbolos: el fascio y el lictor         

En la antigua Roma existía un funcionario imperial con tareas estrictamente protocolares a las labores relativas a la dinámica del Senado. Este funcionario era conocido como el lictor y su trabajo consistía en conducir el protocolo de los magistrados llevando una especie de estandarte denominado *fasci y que simboliza el poder. *(En italiano. Fonética: [faschi] Gramática: sustantivo plural).

Pero los fasci no eran más que un haz de varas atadas con unas gruesas cuerdas de cuero donde sobresalía una amenazante hoja de hacha, cuyo significado está asociado al derecho de los magistrados a castigar hasta con la muerte a cualquier persona considerada culpable de alterar la norma establecida.        

Aunque los fasci fuesen piezas simbólicas de un acto público, éstos eran verdaderos instrumentos de castigo para los condenados. De esta manera el *fascio y el lictor (il fascio littorio) se combinaban para conformar una temible unidad de disuasión para el mantenimiento del orden político imperial. Estos funcionarios se convirtieron luego en los responsables para arrestar y castigar a los ciudadanos sin que mediara cargo alguno. *(En italiano. Fonética: [fascho] Gramática: sustantivo singular).

“El temor fortalece el honor”

“Il Timore accresce l'onore”: “el temor fortalece el honor” o “el miedo acrecienta el honor”: se trata de una inscripción emblemática que relaciona al original 'fascio lictor' como temible símbolo represivo del imperio romano, (timor addit honorem) y que fue usado como insignia por el moderno fascismo italiano correspondiendo a sus concepciones ideológicas consideradas como racistas, chovinistas o ultranacionalistas.

El fascismo -como ideología fundamentada a comienzos del siglo XX- toma su nombre de estos elementos simbólicos donde se conjugan la fuerza, la represión, la superioridad de clase, el control social y las presiones contra los considerados enemigos políticos.

Benito Mussolini (1883-1945) crea en 1919 el temido grupo denominado “I fasci di combattimento” (grupos de combate) para establecer una fuerza de choque contra partidos y agrupaciones sindicales de orientaciones socialistas, comunistas, obreristas y anarquistas, además de servir como banda de hostigamiento contra segmentos de la población que no estuviesen incluidos en los principios y valores del fascismo doctrinario tales como, homosexuales, judíos, inmigrantes, gitanos, mendigos y prostitutas, entre otros grupos de compartidas afinidades.           

¿Qué es y cómo nace el fascismo?

El profesor y dirigente político Juan Barreto argumenta que el fascismo es básicamente una reacción contra la emancipación humana y nace en contra de la revolución socialista que impulsaban los trabajadores europeos en las primeras décadas del siglo XX.

Barreto añade que el fascismo es en esencia antidemocrático, “sobre todo con relación al contenido igualitario y libertario de la democracia. Repudia absolutamente los valores de la Revolución Francesa: libertad, igualdad, fraternidad. Si se analiza el modelo ideológico del fascismo en los escritos de Mussolini, Hitler o del propio Goebbels, encontraremos allí la repulsa totalmente clara a la democracia”.    

El académico Luis Navarrete Orta considera a su vez, que el fascismo nace y se desarrolla como respuesta radical y agresiva contra todo proceso revolucionario en auge, especialmente si éste es de signo marxista y que, como variante extrema de la cosmovisión burguesa, esta ideología extremista  tiene diversas facetas adaptables a las diferentes situaciones de una dinámica social y política.

Para el profesor Navarrete Orta el fascismo es un modo, un estilo de ejercer el poder, y es también una forma de hacer política

Maneras, modos, formas del fascismo criollo

Esta manera de hacer política -consideramos- es negar y quemar las leyes de la República tal como lo hicieron las cámaras empresariales apenas promulgadas las leyes de Tierras, Hidrocarburos y Pesca impulsadas por el presidente Chávez en los primeros meses de 2002.

Un modo de hacer política es negar los triunfos del chavismo en cada proceso electoral tal como ha sido la práctica oposicionista desde 1998 hasta las célebres jornadas de “descarga tu arrechera”, jornadas que retrotraen a la triste y conocida “noche de los cristales rotos”, hechos de sangre y violencia protagonizados por bandas hitlerianas contra los barrios judíos de Berlín en 1938, en un escenario donde hasta las escuelas y los hospitales se convirtieron en blancos para las hordas delirantes del partido nazi.   

Una forma de hacer política lo registra el documentado bombardeo de mensajes de guerra y de odio difundidos semanas previas al golpe de Estado contra el presidente Chávez en abril de 2002; verdaderos mensajes de terror dirigidos a penetrar la psiquis colectiva de la llamada clase media en una acción sin precedentes en el país, originando aquella marcha de miles de personas presas de pánico y angustia como “consecuencia” de las medidas tomadas por el “comunismo chavista”, según los testimonios expresados en los medios de comunicación del momento; marcha cuyo destino final sería el Palacio de Miraflores, lugar donde la conspiración fascista estimaba el baño de sangre necesario para justificar el derrocamiento moral y político del comandante Chávez.

La intelectualidad liberal venezolana ha intentado asociar al chavismo con el fascismo histórico de Franco, Hitler y Mussolini, como una manera de enganchar a su “masa crítica” con los símbolos de libertad que vende la industria cultural wollywoodense en películas como “V de Venganza” (2006),  verdadera fuente de inspiración para los muchachos de Voluntad Popular en las faenas de quema y destrucción de universidades, preescolares, estaciones del metro e instituciones del Estado en las jornadas terroristas de 2013 y 2014.

Uno de los objetivos del fascismo oposicionista es desaparecer al chavismo como una importante fuerza social, cultural y política del pueblo venezolano. Cuando el diputado falangista Julio Borges intenta invisibilizar las construcciones de la Misión Vivienda, calificándolas como “misión maqueta”, está invocando al fascismo doctrinario de la superioridad clasista. Está expresando en clave hermética, (propio del lenguaje de las sectas tipo Tradición Familia y Propiedad del cual es oriundo) que el perraje chavista no tiene cualidades como para construir edificios como sólo ellos saben hacer.       

La matriz común del fascismo

Juan Barreto explica que el fascismo histórico, el fascismo clásico, el fascismo italiano, el nazi-fascismo alemán, no se reproducen exactamente con los mismos rasgos y características en América Latina y en el resto del mundo, “aunque sí hay un fascismo que pudiéramos llamar genérico, es decir, una matriz común en todas las experiencias fascistas”.

Esa matriz común, que ha tratado de ser nublada por la academia politológica occidental con el concepto de totalitarismo -dice Barreto- es la relación del fascismo con el gran capital. No hay fascismo si no existe el aval y el apoyo del gran capital para generar una forma de dominación burguesa a través del terror.

“Cuando los revolucionarios llegan al poder, el fascismo orienta toda su acción a liquidar ese gobierno, utilizando todos los medios a su alcance y, en particular, la violencia terrorista. Ejemplo, la contrarrevolución armada de toda Europa contra el poder soviético”, manifiesta el profesor Navarrete Orta en un texto titulado: El fascismo vanguardia extremista del capitalismo. (Caracas 2013).  

Así pues, no se puede percibir al fascismo en su fase violenta sin la expresa relación marital con el poder global establecido: no existe un Jorge Videla sin la bendición de los terratenientes y las sociedades corporativas argentinas; tampoco la existencia de un Augusto Pinochet en Chile sin el tutelaje del Departamento de Estado y la Casa Blanca norteamericana; así, no se concibe el surgimiento de Primero Justicia como expresión del fascismo criollo sin el espaldarazo de los falangistas del Partido Popular español, herederos naturales éstos de aquel Alonso Díaz Moreno que en nombre de un rey castellano desoló la tierra venezolana para robar su cuantiosa riqueza.

No nos extrañe entonces que el fascismo internacional active en Venezuela una fase violenta para intentar revertir todos los logros en materia de derechos sociales, políticos y culturales luego de 17 años de total asedio contra la Revolución Bolivariana.     

Periodista venezolano
fremarlu67@gmail.com



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