Vargas Llosa, unge a Leopoldo...¡Qué decepción!

Desde adolescente, Vargas Llosa mereció todo mi respeto. Esa pluma florida de la que salieron tantos pasajes y personajes que dieron cuenta de la realidad mágica de nuestra América, contribuyó a que la literatura latinoamericana fuese conocida y reconocida en el mundo.

"Pantaleón y las visitadoras" y "La guerra del fin del mundo", hijas del boom latinoamericano, caracterizadas por yuxtaponer fantasía y realidad o lo inverso, penetran las entrañas de la Amazonía, desvelan las élites poderosas y describen a los depauperados de la tierra. El mismo autor se refleja y aparece auto biografiado en la "Tía Julia y el escribidor". Tales formas le merecieron mi respeto.

Literatura y política son oficios para muchos irreconciliables, sobre todo si este último se concibe para subyugar al otro humano, naturaleza contraria al carácter libertario del verso o la prosa. En el caso de Vargas Llosa, se ejemplifica a un insigne escritor que utiliza el prestigio para su incursión en la política, de la que pensaba podría seguir saliendo airoso y triunfador. Pero su intento fue fallido al lanzarse a la presidencia del Perú, pues su alianza con factores tradicionales que habían gobernado hizo decrecer su favoritismo y terminó con una aplastante derrota.

Decepcionado, tal vez por no ser presidente, o por no haber alcanzado el Premio Nobel como el Gabo, según la crítica, se va a Europa y se nacionaliza español. Pero años más tarde por fin, le hacen merecedor del Nobel. A ello se suma que el Rey Juan Carlos I creara en honor a su obra, el Marquesado de Vargas Llosa, un título nobiliario hereditario. Al recibir tal título afirmo que: "Los cholos hemos llegado a la aristocracia española".

Ese Vargas Llosa que ahora, más allá de ser escritor pertenece a la nobleza española, que como "El pez en el agua" (así como titula unos de sus últimos libros) se codea con la casta política española que manda a callar a quien le venga en gana. Ese mismo lo vimos hace unos días, junto a Felipe González y José Miguel Vivanco, presentando un libro presuntamente escrito por Leopoldo López, de quien dijo es "el héroe de nuestro tiempo", comparándolo con líderes de la talla de Gandhi, Luther King y Nelson Mandela. ¡Qué decepción! Nunca pensé que un escritor de tal talante se atreviera a hacer tan atrevidas y rebuscadas analogías. Pero es la realidad, no nos debemos olvidar que nuestro amigo Mario Vargas Llosa ya nos es plebeyo, pertenece a la realeza, la del Rey que mandó a callar al mismísimo Chávez.

Además, no se puede decir que esos personajes no conocen la realidad venezolana y exculparlos por eso. Ellos también han sido artífices de la crisis que padecemos. Bien se conoce como ha actuado Vivancos y su Americas Human Right Watch en contra del Proyecto Político Bolivariano para torcerlo desde hace años, y cómo no se ha pronunciado nunca por las demostradas violaciones a los derechos humanos en América o por las masacres del Medio Oriente, o por las humillaciones a los inmigrantes en Europa.

La presentación de ese libro, sin duda alguna, forma parte de los actos programados para estigmatizar al Estado venezolano en consonancia con las acciones del Departamento de Estado norteamericano que buscan abrir los cauces de una intervención. Y por supuesto, otro de los propósitos de esa presentación es convertir a este personaje en mártir internacional para (que Dios no lo quiera) tenga la misma suerte política de Mandela al salir de la cárcel.

Increíble, pero esa es la lógica de las realezas y las oligarquías de los imperios, que son la misma cosa.

Lo cierto es, que con tales padrinos, ese libro pronto se convertirá en el Best Seller de la década, que sólo lo podrá superar un nuevo libro autobiográfico de Vargas Llosa en el que se muestre pleno, en su entorno actual, confiriendo títulos nobiliarios de marquesanos.

 



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Aquileo Narvaez Martínez


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