Las imposibles soluciones de la crisis estructural del sistema-mundo capitalista

A Crespo, mi padre, del que aprendí las terribles vivencias del capitalismo antes, incluso, de que yo aprendiera a leer y escribir.

A los compañeros Immanuel Wallerstein, Jorge Beinstein, Andrés Piqueras, Wim Dierckxsens, Claudio Katz, José María Tortosa, Samir Amín, Paula Bach, Juan Chingo, Rolando Astarita, Roberto Sáez, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Pedro Prieto, Josep Gil Maynou y los extintos Robert Kurz y Manuel Talens, sin los cuales la comprensión del capitalismo se me hubiese hecho imposible.

A Manuel Sutherland, y otros que como él, se la juegan para hacer valer el pensamiento antisistémico y de resistencia de los pueblos.

Rodolfo Crespo (España)

Introducción.

Desde los años 70 del siglo XX el sistema-mundo capitalista entró en un estadio de crisis estructural. Actualmente, a mediados de la segunda década del siglo XXI el proceso se muestra e manera inobjetable, y es reconocido hasta por intelectuales afines al sistema.

¿Qué es lo que distingue una crisis estructural de aquellos fenómenos que también, apelando al mismo calificativo, se producen de manera cíclica y recurrente, de forma sistemática y con cierta periodicidad en la vida, no solo del sistema-mundo capitalista/”moderno”, sino de cualquier sistema del tipo que éste sea?.

Lo que diferencia a una crisis estructural de aquellas otras que no lo son, es el hecho de que los mecanismos que normalmente tiene los sistemas (y la economía-mundo capitalista los es, de hecho el más complejo de todos) para corregir las desviaciones que normalmente en su accionar los alejan del equilibrio, ya no surten efecto. Es decir, cuando el sistema llega a un punto en que las fluctuaciones del mismo son tan suficientemente amplias e impredecibles que ninguna acción, por fuerte, poderosa y correctiva que sea, es capaz de asegurar la renovada viabilidad de las instituciones, “ingresa entonces en su crisis definitiva y se bifurca, esto es, se ve a sí mismo ante dos o más rutas alternas hacia una nueva estructura, con un equilibrio nuevo… Pero cuál de las dos rutas alternas seguirá el sistema, es decir, qué tipo de nuevo sistema se establecerá, esto es imposible determinarlo por adelantado, por cuanto es una función de una infinidad de elecciones particulares que no están limitadas sistemáticamente. Esto es lo que hoy sucede en la economía-mundo capitalista”1.

Analicemos entonces algunas de las más importantes contradicciones que caracterizan hoy la crisis estructural del sistema-mundo capitalista y la imposibilidad de solución de las mismas.

1. El agotamiento del espacio geográfico y los sectores económicos que garantizan la incesante acumulación de capital.

El capitalismo como modo de producción, o el sistema-mundo capitalista, para emplear la definición proveniente del aparato categorial de la “perspectiva de sistemas-mundo” de Immanuel Wallerstein, es un “sistema que da prioridad a la incesante acumulación de capital”2; eso no significa que no haya una predilección a la obtención de ganancias, y que ello no constituya algo imperioso (Marx decía que el objetivo supremo de la producción capitalista era la obtención de plusvalía), lo que ocurre es que la condición sine qua non para obtener de manera sostenida y exitosa la misma es que los productores tienen que conferirle prioridad a la acumulación incesante y sin parar de capital, y sólo los que no cejen en ese empeño son sostenidos por el sistema. En otras palabras, sólo aquellos sujetos económicos que privilegien la inversión constante e ilimitada de capital se verán recompensados, mientras que los que no lo hagan serán castigados, y de continuar en esa dirección finalmente terminarían en la ruina.

Pero es que a esa orientación extensiva del capitalismo que hace del crecimiento constante, ininterrumpido y sin fin de capital un imperativo categórico, en el que crecer crecer es la única manera de no perecer, se suma el hecho de que el capitalismo “…resuelve muchas de sus contradicciones, trasladándolas fuera de su propio marco y creciendo en el espacio”.

En cuanto desciende la norma mundial de las ganancias, el capitalismo coge, arranca un trozo de la zona no capitalista y lo convierte en la periferia capitalista – fuente de mano de obra barata y mercado para sus mercancías. Y así hasta el siguiente descenso serio en la norma del beneficio; de ahí el colonialismo, la expansión colonial que no transcurría paulatinamente, sino a saltos. Subrayemos: para funcionar con normalidad el capitalismo necesita la zona no capitalista, que convierte en la periferia capitalista y sin la cual tampoco puede existir – al igual que ocurría con el sistema esclavista de la Antigüedad”3.

Sin embargo, ¿qué le ocurre al capitalismo contemporáneo en la actualidad?. Que ha ocupado todos los sitios de la tierra, sometiéndolo todo a un intenso proceso de mercantilización acabando con los espacios necesarios para ulteriores expansiones, que por imperativo sistémico, está obligado a seguir incorporando como única alternativa de seguir existiendo.

Pero se agotan los recursos naturales, las áreas todavía no mercantilizadas, aunque susceptibles aún de ello, y las bolsas de población rural dispuestas a aceptar una oferta económica inferior por la fabricación de las producciones deslocalizadas provenientes de zonas salariales de alto poder adquisitivo4.

Ese proceso de ocupación total del planeta, concluido a fines del siglo XIX, mostró signos de saturación en la primera mitad del siglo XX, pero vino la segunda guerra mundial en la salvación del capital, destruyendo primero para reconstruir después, abrió entonces la etapa expansiva más grande que ha conocido el sistema capitalista hasta nuestros días, mas ésta también terminó por extinguirse hacia 1968. Aquí acudieron al rescate del capital varios factores:

- Uno, la reincorporación de China (a partir de las reformas de 1978) y Rusia junto con Europa del Este (a partir del derrumbe del socialismo en 1989/1991) nuevamente a la órbita del capitalismo, de la que se habían desgajado parcialmente5, brindando al capital un territorio virtualmente virgen, equivalente a un tercio de la superficie terrestre, y una población de más de mil millones de personas que “…alteró el equilibrio de poder entre trabajo y capital en los mercados, en contra del primero y favor del segundo”6.

- El otro, ha sido una orgía de expansión financiera y monetaria sin precedentes, que arrancó desde los años 70 del siglo XX, sobre todo a partir del abandono por EE. UU. de sus compromisos en los acuerdos contraídos en la conferencia de Bretton Woods, proceso que con sus altas y bajas se ha mantenido constante durante más de cuatro décadas, y que aún no ha concluido, continúa, alcanzando niveles de saturación de deuda claramente insostenibles. Solo el endeudamiento creciente años tras año ha podido evitar que la maquinaria capitalista se detenga, pero eso no es eterno, el colapso es inevitable cuando esa pirámide invertida de deudas ya no sea posible continuarla, y actualmente ese gigantesco esquema ‘ponzi’ es bastante improbable que pueda seguirse ampliando aún más, está llegando al extremo, al borde del abismo. Todo eso hace que estemos delante de una economía de magia. Pero de una magia envenenada, pues aboca en breve a estallidos financieros sin precedentes” como dicen Wim Dierckxsens y Andrés Piqueras, habiendo llegado al extremo hoy que dinero equivale a deuda, o sea, habiendo tanta deuda, dinero es deuda hoy”7 .

- Y por último, el espejismo postrero que ha ayudado a socorrer al capital, y que tanto ha obnubilado a buena parte de la izquierda mundial, y son los llamados BRICS, también llamados de forma periodística emergentes8 (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica que se sumó posteriormente) el último gran nicho de acumulación y esperanza de salvación del capital.

Sobre este tema, por el gran poder ilusionante que ha causado entre personas de buena fe, no podemos andar con tibiezas. En primer lugar, el propio origen del acrónimo BRIC, que data de 2001, y que debe su autoría al economista Jim O'Neill, de la correduría neoyorquina de Goldman Sachs, el poderosísimo banco de inversión norteamericano, es un término cuya conceptualización es una creación de los dueños del sistema-mundo capitalista.

Ya desde el ¡2009! el querido profesor Jorge Beinstein nos alertaba del tamaño espejismo que se tejía alrededor de dicho grupo, pero sobre todo de su miembro más importante China: “Lo de la ‘superpotencia capitalista china en el siglo XXI’ [decía] no ha sido más que una intoxicación mediática que reiteró la vieja y siempre fracasada ilusión de la reconversión del subdesarrollo en desarrollo gracias a la intensificación de las transformaciones de tipo burgués. El crecimiento chino subordinado a la dinámica del capitalismo global, estrechamente dependiente de la evolución consumista del Imperio ha ingresado a su etapa de agotamiento”9, hoy tal aseveración si escuchamos las noticias provenientes del gigante asiático casi ni se discute.

Y en 2014, el mismo profesor argentino manifestaba lo siguiente, en un artículo que debiera ser de obligado estudio para aquella izquierda que quiera transformar el capitalismo y no simplemente reformarlo: “Por su parte potencias periféricas como Rusia y China no están en condiciones de reordenar, en el sentido burgués del término, el desorden causado por la decadencia occidental desarrollando nuevos espacios capitalistas jerarquizados en remplazo de los viejos espacios agonizantes, no son fuerzas negentrópicas del sistema sino zonas capitalistas resistentes sumergidas también ellas en la decadencia global. Intentan frenar los manotazos que contra sus intereses lanza el imperio pero al resistir, contragolpear o avanzar sobre los flancos débiles del adversario contribuyen al “desorden” general, bloquean las tentativas de recomposición del dominio occidental del mundo y de ese modo agravan la degeneración global capitalismo”10, para finalizar con una advertencia: “la ‘apropiación periférica de la modernidad’ es un anzuelo envenenado, es la ilusión de reproducir los supuestos logros culturales de la civilización burguesa de manera independiente o enfrentando a Occidente, cuando el esclavo imita al amo o pretende regenerar a su comunidad adoptando-adaptando sus fundamentos ideológicos lo que consigue es bloquear la creatividad revolucionaria de su base social (así lo demuestra la experiencia histórica del siglo XX), cree haber encontrado el hilo de Ariadna que le permitirá salir del laberinto, se aferra al mismo y marcha triunfalmente hacia la salida... en realidad se ha aferrado a la cola del diablo quien astutamente lo deriva hacia pasadizos aún más siniestros.

 

Pero la modernidad ha ingresado al estado de decrepitud y la liberación de sus víctimas centrales y periféricas solo puede ser lograda por medio de la negación absoluta del capitalismo, su completa destrucción, para desde sus cenizas construir un mundo nuevo”11.

 

Para culminar sobre las vanas ilusiones que algunos cifraron en los llamados BRICS, como joven motor del capitalismo capaz de rejuvenecerlo y potenciarlo, no estarían mal aquellas palabras del lúcido periodista catalán Rafael Poch-de-Feliú, estampadas en su libro La actualidad de China. Un mundo en crisis, una sociedad en gestación, resumen de sus años al frente de la corresponsalía del diario catalán La Vanguardia en Pekín: “en la admiración del actual desarrollismo chino hay algo muy iluso, algo que no entiende el drama de quien llega tarde a un modelo ya caduco”12. Con lo cual, dichos Estados, quedarían a lo sumo enmarcados en lo que sería un “capitalismo resistente”, nada más que eso.

Aunque hay que destacar que las ensoñaciones sobre los BRICS como último sostén del capitalismo contemporáneo, solo parece haber alucinado a una trasnochada y deslumbrada izquierda; la oligarquía financiera mundial, la misma que creó el término, nunca ha estado engañada de los flojos fundamentos que se esconden detrás de la supuesta fortaleza de esas economías, también conocidas como emergentes en los medios de comunicación y académicos. El Laboratorio Económico de Anticipación Política (LEAP/2020), un centro económico de pensamiento burgués con sede en París, en el artículo El fin del consumidor que conocimos durante más de 30 años del 16 de noviembre de 2009 publicado en su boletín GEAB Nº 39 planteaba:

Si el consumidor estadounidense, personificación del Sueño Americano a partir de Henry Ford, está indiscutiblemente muerto, por su parte el consumidor occidental (externo de EE.UU.) tal como fuera conocido durante los últimos treinta años ha llegado al final de la carrera. Y, sería erróneo pensar que los asiáticos y los hispanos [léase países emergentes] sustituirán a estos «animales del consumo» para que las «ganancias planetarias» continúen imperturbables…”.

Entonces el capitalismo se queda sin la fuerza motriz que lo ha expandido, sus motores propulsores se detienen, pero no sólo eso, el sistema-mundo capitalista ha crecido tanto y ha tenido tanto éxito que cada vez le resulta más difícil moverse hacia adelante. Sí como dicen los profesores Piqueras y Dierckxsens “El crecimiento capitalista está basado en la reinversión del capital excedente de cada momento [y] Para que el capitalismo funcione hay que conseguir oportunidades de reinversión rentable para una parte del excedente producido. Al menos para el 3% aproximadamente, si nos atenemos a la tasa de crecimiento medio del capitalismo histórico. (…) esto se va haciendo crecientemente difícil según aumenta exponencialmente el excedente y a la vez que se agota el espacio de expansión y los recursos. Así, si en 1950 esa expansión suponía reinvertir con esperanzas de rentabilidad unos 150.000 millones de dólares, y unos 420 millardos en 1973, encontrar oportunidades rentables de inversión global para algo más de 2 billones de dólares en la actualidad es tarea mucho más difícil. Es decir, que cuanto más se crece más difícil es seguir creciendo, especialmente cuando el crecimiento tiende a ser exponencial. Pero un capitalismo sin crecimiento es un oxímoron. Dejaría de ser capitalismo”13.

2. La irreversible tendencia a la disminución de la producción mundial de valor.

El sistema-mundo capitalista pese a la diversidad de formas de control de la fuerza de trabajo en sus diferentes zonas, y como todos los sistemas que han existido hasta hoy (con la excepción de las comunidades humanas primitivas, antes del surgimiento de la propiedad privada y las clases sociales) es un sistema de producción mercantil, y el núcleo de una economía mercantil, su “célula económica” según Marx es la mercancía, pero lo que le interesa al capitalismo de éstas no es su utilidad, ni las necesidades sociales que las mismas resuelvan (aunque siempre con la condición de que sean vendibles); lo que le importa al capitalismo de las mercancías que produce, comercializa y vende es la cantidad de valor que éstas encierran.

Pero, ¿qué es el valor?, el valor es la cantidad de trabajo materializado en las mercancías, aunque no es cualquier trabajo el que determina su valor, sino aquel que produce las mismas en un tiempo que corresponda a las condiciones normales de producción y con el grado medio de destreza e intensidad del trabajo imperantes en la sociedad en el momento de que se trate, es lo que Marx llamaba “tiempo de trabajo socialmente necesario”.

Decir lo anterior significa, que pese a todas las formas y modalidades de extracción del excedente que existen a lo largo y ancho del sistema-mundo capitalista, las regiones del sistema que determinan la cantidad de valor creado son aquellas situadas en las zonas tecnológicamente más avanzadas (centrales), pese a que en las últimas décadas la creación de millones de puestos de trabajo adicionales en los países de la periferia, sobre todo en los del Este y Sur de Asia, podría inducir a pensar que se ha producido un proceso de incremento y no de reducción de la base para la producción de valor en el mundo, pero hay que decir en contra de este argumento que “…la gran masa de trabajo industrial en esos países se realiza a un bajísimo nivel de productividad y por eso, medido según el estándar de las fábricas automatizadas y superracionalizadas, representa sólo una fracción muy reducida de valor. Pues desde el punto de vista de la producción de valor no cuenta el mero número de las horas trabajadas. Más bien el valor de una mercancía depende del nivel de productividad socialmente válido, que a su vez, hoy en día es definido por los sectores de producción dominantes en el mercado mundial. Y como el nivel de productividad en estos sectores sube permanentemente como resultado de la constante tercera revolución industrial, esto a su vez significa, que el trabajo en los segmentos subproductivos ‘produce’ cada vez menos valor”14.

El hecho de que el valor de las mercancías está determinado por los centros de producción dotados de las condiciones técnicas y de productividad media implica, que todos los productores están interesados en desarrollar sus fuerzas productivas, dado que aquellos que lo logren fabricando sus mercancías en un tiempo de trabajo inferior a las condiciones medias, obtendrán una ganancia extraordinaria, ya que éstas se venden por el tiempo social medio invertido en su producción. Pero si esto es bueno para el capitalista individual, y de hecho, aunque no todos puedan lograrlo, todos lo tienen en su agenda diaria, desde el punto de vista social de toda la clase capitalista, esto es nefasto, porque mientras mayor sea el progreso técnico menor es la cantidad de valor producido, y el valor es la “substancia” del capitalismo, su savia, el néctar del sistema; y es que “el capital mismo es la contradicción en proceso, [por el hecho de] que tiende a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone al tiempo de trabajo como única medida y fuente de la riqueza”15, haciendo que “la producción capitalista de mercancías [contenga], desde el inicio, una contradicción interna, una verdadera bomba de relojería colocada en sus mismos fundamentos”16. Al serruchar la rama que le da sustento, el capital se encamina a su agotamiento histórico como sistema.

¿Qué ha hecho hasta hoy el capital para evadir (o al menos posponer en el tiempo) la encerrona histórica hacia la que se encamina independientemente de su voluntad?.

Pues crecer y crecer, expandirse, mercantilizarlo todo, conquistar completamente aquello que aún no está sometido a la lógica del valor, “ ‘poner en valor’ esferas vitales que hasta ese momento, eran ‘sin valor’ (…) ‘colonización interior’ de la sociedad [que] ha desempeñado un papel al menos igual de grande que la ‘colonización exterior’ para contrarrestar la tendencia endémica de la producción de valor a agotarse, a causa de la menor cantidad de valor ‘contenida’ en cada mercancía particular debido a que la tecnología reemplaza al trabajo vivo, única fuente del valor mercantil”17. Jappe dice que “desde hace doscientos años, el capitalismo evita su fin corriendo siempre un poco más rápido que su tendencia a derrumbarse, gracias a un aumento continuo de la producción”18 ; pero como hemos visto más arriba el capital prácticamente a copado todas las áreas del planeta, y ya quedan muy pocos espacios libres por explotar hacia afuera y hacia dentro del sistema.

Como la dura lucha de competencia en el capitalismo arrastra a sus entes económicos a desarrollar las fuerzas productivas, obligándolos a aumentar el nivel de tecnificación, y como este proceso provoca una reducción del valor individual contenido en cada mercancía (al aumentar la cantidad de mercancías producidas, y el volumen de capital necesario para ello, disminuye la parte alícuota de valor contenido en cada una de ellas), el capitalismo se ve impulsado a ampliar la producción de mercancías a escala mundial como única forma de compensar esa tendencia a la disminución del valor en cada mercancía, “…el capitalismo es como un brujo que se viera forzado a arrojar todo el mundo concreto al caldero de la mercantilización para evitar que todo se pare. La crisis ecológica no puede encontrar su solución en el marco del sistema capitalista, que tiene necesidad de crecer permanentemente, de consumir cada vez más materiales, solo para compensar la disminución de su masa de valor. Por eso las proposiciones de un “desarrollo sostenible” o de un “capitalismo verde” no pueden conseguir resultado alguno, pues presuponen que la bestia capitalista puede ser domesticada; es decir, que el capitalismo tiene la opción de detener su crecimiento y permanecer estable, limitando así los daños que provoca. Pero esta esperanza es vana: mientras continúe la sustitución de la fuerza de trabajo por tecnologías, en tanto el valor de un producto resida en el trabajo que representa, seguirá existiendo la necesidad de desarrollar la producción en términos materiales y, en consecuencia, de utilizar más recursos y de contaminar a mayor escala. Se puede querer otra forma de sociedad, pero no un tipo de capitalismo diferente del ‘capitalismo realmente existente’19.

Pero el asunto no se circunscribe solo al aspecto ecológico, la producción de valor no es algo baladí en el capitalismo, atañe directamente a la esencia misma del sistema, y es una cuestión de vida o muerte para los actores económicos que se mueven en el mismo; países, regiones y sectores económicos han quedado completamente marginados y en la pobreza precisamente, porque la escasa producción de valor los llevó a perder la lucha de competencia, y con ello a seguir ocupando un lugar digno en el sistema-mundo capitalista.

El derrumbe de la U.R.S.S. [y del mal llamado socialismo en Europa del Este] no demuestra la superioridad de la economía de mercado, de la cual aquélla formaba parte, sino que evidencia que ésta es una carrera cuyo número de participantes se reduce constantemente, a causa de la necesidad de un empleo cada vez mayor de tecnologías para poder producir a un coste competitivo, y que los excluidos acaban en la miseria”20.

En el mismo sentido expresaba Robert Kurz la estrecha relación que existía entre, la fracasada producción de valor en los países del llamado campo socialista y el derrumbe de éste entre 1989 y 1991 cuando planteaba que, el “contrasistema de capitalismo de estado del Este” [referencia a lo que representaba la Unión Soviética y sus satélites de Europa Oriental] desapareció en los años 80 del siglo XX, porque “…fracasó económicamente en el mercado mundial, con cuyos criterios y modelos tenía que medirse como sistema productor de mercancías, y de la misma manera acabó militarmente moribundo. El colapso total fue la consecuencia lógica”21.

Con el agotamiento del valor, esa savia que nutre y mantiene vivo el sistema capitalista se acaba toda una etapa histórica, hay que desterrar de la mente de los pueblos el hecho de que las revoluciones socialistas, los movimientos de liberación nacional y el vocinglerado sistema socialista mundial del siglo XX, hayan constituido en realidad movimientos emancipatorios del capital. La tenaz y vigorosa lucha de clases que ha acompañado a la producción de valor y al capitalismo en los últimos 200 años, sanguinaria y cruenta en demasiadas ocasiones, ha sido “la forma en la cual el desarrollo histórico de la lógica del valor tuvo lugar. El movimiento de los trabajadores, en sus diversas corrientes, fue mayormente una lucha por una redistribución más justa de las categorías básicas que ya no eran cuestionadas: dinero y valor, trabajo y mercancía. [Las mismas] Eran esencialmente formas de crítica inmanente, asociadas a la fase ascendente del capitalismo, cuando aún había algo que distribuir”22.

Y si acaba una etapa histórica, comienza una nueva, del caos en que ya comienza adentrarse el sistema-mundo capitalista emergerá, después de la tragedia dolorosa y sangrienta del parto, otro sistema del que no tenemos ninguna certidumbre de cómo será: la cuestión es si habrá un resultado emancipatorio o una barbarie generalizada. Lo que sí está claro es que si no nos apuramos, cuando sobrevenga su fin, no quedará más que una tierra quemada en la que los supervivientes, como cuervos y aves de rapiña, no tendrán otra cosa que disputarse que los restos putrefactos de la civilización capitalista. Una introducción a éste tétrico panorama ya podemos observarlo en muchas partes del mundo.

Por eso para aquellos enamorados de la ciencia, la técnica y la revolución científica dentro de los marcos de éste sistema, que sistemáticamente nos despierta con un moderno descubrimiento, el hallazgo de un nuevo invento, o la creación de otro extraño y flamante artilugio recordarles que, “cuanto más la sociedad constructora sea capaz de aplicar los nuevos conocimientos más el Capital cavará su tumba. El trabajo asalariado (como compañero antagonista, pero complementario al Capital) corresponde a un periodo histórico que se acabó. Se acabaron los torneros, los fresadores, los segadores, los hilanderos, los telefonistas… porque acabó el torno mecánico, la fresadora, la siega, la máquina de hilar, la telefonía con hilos… Se acabó el Capital porque se acabó el trabajo asalariado”23.

3. Imposibilidad del advenimiento de una nueva “onda larga” expansiva: el llamado quinto Kondratiev.

Históricamente, desde que se produjo el tránsito del capitalismo de una sociedad rural-agrícola a una sociedad predominantemente urbana e industrial, hecho que aconteció aproximadamente en el parte de aguas de la Revolución Francesa, la economía de éste se ha movido siguiendo unos grandes ciclos que han tenido una duración media de 50-60 años, la primera mitad de los cuales su tasa media de ganancia24 crece (haciendo que la onda larga sea de signo expansivo) durante la cual “los períodos de ascenso, prosperidad y boom duran más y son más pronunciados, y las recesiones son más cortas y menos agudas”; mientras, en la segunda mitad de dichos grandes ciclos, la tasa media de ganancia decrece (haciendo, por tanto, que la onda larga sea de signo depresivo, con tendencia al estancamiento), en la que “los períodos de ascenso y prosperidad son más cortos, más indecisos y más desiguales, y las recesiones duran más y son más pronunciadas”25.

Así en la historia del capitalismo, posterior a la Revolución Francesa, hemos conocido cuatro grandes períodos de onda larga; el primero, entre 1790-1848; el segundo, entre 1848 1893; el tercero, entre 1883- 1940/1948; y el cuarto, entre 1940/1948- hasta la actualidad.

¿Qué es lo que le ocurre hoy al sistema-mundo capitalista?. Que el último ciclo largo Kondratieff (el cuarto) dura ya más de 70 años (algunos estudios estiman que 76 años), cuando ninguno de los tres anteriores sobrepasó siquiera nunca los 60 años, con lo cual, el advenimiento de una nueva onda larga expansiva tiene un retraso de 20-25 años, si tomamos en cuenta que según el comportamiento de éstas en los últimos 200 años, la misma debió haber comenzado alrededor de la década del 90 del pasado siglo XX, y aún no se ha producido, seguimos esperándola26.

Algunos vieron en el desorbitado desarrollo de la informática y las telecomunicaciones de fines del siglo XX, el maná que haría correr de nuevo los ríos de riqueza al interior del sistema burgués, cuando más bien agudizó las contradicciones de éste, los “cambios técnicos no modificaron positivamente el curso de los acontecimientos, por el contrario acentuaron sus peores características. Por ejemplo la informática: cuando evaluamos su impacto según la importancia de la actividad económica involucrada constatamos que su principal aplicación se produjo en el área del parasitismo financiero cuyo volumen de negocios (unos mil millones de millones de dólares) equivale actualmente a unas 19 veces el Producto Bruto Mundial”27.

En la actualidad la tecnología esta imposibilitada de modelar la satisfacción de las necesidades sociales bajo la forma de mercancías de gran productividad y consumo masivo, capaz de generar un círculo virtuoso de crecimiento y desarrollo, algo parecido a una nueva onda larga expansiva, ya que hoy en día, es cada vez más grande la distancia que hay “entre la transformación de las necesidades sociales y el modo capitalista de reconocimiento y de satisfacción de estas necesidades”. Robert Gordon lo argumentaba muy bien cuando decía que “desde 2000, las invenciones se han centrado en los aparatos de diversión y de comunicación, que cada vez son más pequeños, más inteligentes y tienen más prestaciones, pero no cambian fundamentalmente la productividad del trabajo o las condiciones de existencia como pudieron hacerlo la electricidad y el automóvil”28; en otras palabras, el sistema tecnológico actualmente en desarrollo en los marcos del modo de producción capitalista es incapaz de hacer aumentar la producción, de tal forma que sacie, no solo las ansias de ganancias crecientes del capital, sino de la satisfacción de las cada vez más numerosas necesidades humanas elementales.

Pero, no es sólo el desarrollo y la invención tecnológica (que es bueno remarcar, siempre ha acompañado a cada nuevo ciclo Kondratieff) el impedimento que tiene hoy el régimen capitalista para iniciar una nueva onda larga expansiva; hay otro elemento, quizás el más importante, y es que “…aunque la lógica interna de las leyes del movimiento capitalista puedan explicar la naturaleza acumulativa de cada onda larga, una vez iniciada, y aunque también pueda explicar la transición de una onda larga expansiva a una onda larga de estancamiento, no puede explicar el paso de la última a la primera”29; es decir, no existe ninguna lógica interna automática del capitalismo que pueda conducir de una onda larga depresiva a una expansiva (que es lo que precisa y añora el capitalismo hoy en día), pues para que ello ocurra son indispensables los factores exógenos.

Tres ejemplos ilustran como operaron dicho factores en los puntos de inflexión claves que originaron el despliegue de las correspondientes ondas largas expansivas del desarrollo capitalista a partir de 1848 y hasta 1873; de 1894-1913; y de 1940/1948-1967. En el primer caso, el descubrimiento de los yacimientos de oro en California que produjeron un ensanchamiento cualitativo del mercado mundial, unido a zonas enteras de Europa central y oriental, Oriente Próximo y el océano Pacífico que fueron abiertas de repente como mercados para mercancías de producción capitalista; una ampliación y agrandamiento que como ya se ha visto resulta imposible hoy en día.

En el segundo caso, la configuración final y definitiva de África, Oriente Próximo, Asia y China como imperios coloniales o esferas de influencia semicoloniales incorporadas al sistema-mundo capitalista; factores como el anterior imposible de reeditar de nuevo.

Y por último, la tercera y última onda larga expansiva de crecimiento que ha vivido el capitalismo, y que comenzó para EE. UU. en 1940, y para Europa occidental en 1948, y que constituyó la gigantesca destrucción de fuerzas productivas ocasionada por la segunda guerra mundial, factor extraeconómico que junto a la derrota sufrida por la clase obrera a escala mundial durante los años treinta y cuarenta, lo que incluye el periodo McCarthy en EE. UU., permitió a la clase capitalista imponer un significativo incremento de la tasa de plusvalía, que según Mandel en el caso de Alemania, Japón, Italia, Francia y España oscilaron entre el 100% y 300% .

Es decir, la última onda larga expansiva que ha experimentado el capitalismo, la más profunda e intensiva de todas30 tuvo como contrapartida la ofrenda de más de 60 millones de muertos al altar del capital, lo que abre una interrogante de la siniestralidad que tal opción (aunque inútil hoy en día, como hemos ido viendo) traería a los destinos de la humanidad, si el capital acudiera a su recámara nuevamente en su búsqueda, como salida a la crisis estructural que padece.

Todo esto nos lleva a concluir que, sí el sistema-mundo capitalista se ha desarrollado en al menos los dos últimos siglos a través de ondas largas, que lo expandieron y acrecentaron en el tiempo y el espacio, hoy éste factor está bloqueado, las mismas “han perdido validez científica”31, y que, como dice el profesor argentino Jorge Beinstein, es inútil seguir esperando al quinto Kondratieff.

Ante esta situación, de un capitalismo atascado, la “opción reformista”32 como dice el profesor español Andrés Piqueras, y que no es otra que la administración de las contradicciones irresolubles del sistema, es una alternativa nefasta, reaccionaria, que no comprende que el momento es revolucionario, de ruptura, y que la sustitución de las fórmulas políticas donde en algunos países “…el Bipartido (con su crónica alternancia) ya no puede cumplir esa función, [y aún] es posible echar mano de un Tetrapartido, por ejemplo, con formaciones ‘emergentes’ que hagan recuperar la confianza en las instituciones y en la democracia parlamentaria mientras la sociedad es destruida”33 no sólo no es la solución, sino que retarda ésta.

4. El petróleo, cuya energía constituye la base material de la reproducción del sistema capitalista se agota, y no hay ninguna otra capaz de reemplazarlo34.

Casi todos los estudios que hacen alusión a la crisis estructural del sistema-mundo capitalista hacen principalmente referencia a las contradicciones intrínsecas al propio funcionamiento del sistema, que llegado a determinado nivel se hacen insalvables, y es lo que lleva a determinar, tras su constatación, que la crisis es de naturaleza estructural y no cíclica, pasajera, como muchas otras que han afectado al sistema.

Pero casi ninguno ha evocado, al menos con la debida fuerza, a un aspecto del modo de producción capitalista: la energía que lo mueve, y que en el caso del capitalismo es la energía que proviene del petróleo.

¿Y qué es lo que le ocurre al capitalismo contemporáneo en ese sentido?.

Que el petróleo se agota35

¿Y qué significa esto, dado que el capitalismo como sistema también ha existido antes del petróleo?

Que “…no existe patrón energético fuera de los hidrocarburos fósiles que le permita funcionar como lo viene haciendo bajo el dominio anglosajón”, desde hace unos 150 años.

¿Y por qué tanto hincapié en el petróleo sí existen otros tipos de energía, algunas renovables?.

Lo que ocurre es que, como dice Pedro Prieto, “nuestra sociedad industrial y capitalista actual en su conjunto es fundamentalmente no eléctrica. Del total de exajulios de energía que consume el planeta hoy en día solo el 10% es dedicado a la generación eléctrica, el restante 90% se destina al transporte. Y como “las energías renovables modernas y la nuclear sólo producen electricidad quedaría sin resolverse el problema de la energía para el transporte “condición sine qua non del capitalismo mundializado”36, ya que solo el petróleo por su versatilidad y poder energético es capaz de disponer de esa “energía concentrada y enloquecida que requiere el capitalismo”, y es que “somos el homo petroleus y dejaremos de serlo, con una mortandad por hambruna que ya está calculada en la ecuación”; baste decir que el 90% de los alimentos están producidos hoy por energía fósil; por tanto, “sin petróleo, se habrá terminado el transporte tal y como lo hemos conocido: la velocidad, las largas distancias sin repostar durante centenares de kilómetros. Incluso los coches con motor de combustión…”.

A esto hay que agregar que en la extracción de petróleo la Tasa de Retorno Energético (que s la cantidad de energía neta que queda a disposición de la sociedad, después de restar la consumida en el proceso de obtenerla), “no ha cesado de disminuir desde hace décadas; hoy “para extraer la misma cantidad de petróleo se va necesitando cada vez más energía… a medida que hay que desplazarse a campos petrolíferos más lejanos, más profundos, más pequeños, de peor calidad, más inseguros o más inaccesibles”37.

¿Qué esperar entonces de las energías renovables, en las que muchos grupos ecologistas cifran las esperanzas?, ¿Vendrán a salvar los problemas energéticos del sistema-mundo capitalista?, ¿Lograrán mantener “la llamada sostenibilidad en estos niveles insostenibles”?.

Antes de analizar las energías renovables, un apunte sobre la energía nuclear ya que, junto a las primeras, ha sido la fuente energética en la que la mayoría ha depositado la esperanza ante el agotamiento del petróleo.

Si se toma en cuenta que las reservas probadas de uranio solo dan para abastecer a las centrales construidas unos 60 años, y se considera que desde que se planifica hasta que empieza a funcionar una central nuclear, puede tardar 10 años, resulta iluso cifrar alguna esperanza en este tipo de energía, ya que antes de tener a punto los primeros centenares de las mismas se habrían agotado todas las reservas mundiales de uranio en el mundo.

En cuanto a las renovables, o primero que hay que aclarar, es que “las llamadas energías renovables, en realidad son sistemas no renovables capaces de captar parte de los flujos de energía renovables del planeta”.

En el caso de la eólica, una de las renovables fundamentales junto a la solar, basta el siguiente ejemplo que aporta Pedro Prieto en su fundador artículo Crecer o decrecer: That Is The Question, sobre la imposibilidad que pueda siquiera reemplazar a la energía fósil en la producción de la electricidad que necesita el planeta.

Dice Pedro Prieto que la capacidad eólica instalada en el planeta en 2010 produjo el 1,8% de la electricidad que el mundo consumió ese año, unos 40 000 MW; sin embargo, ese año el consumo eléctrico mundial en relación a 2009 aumentó un 5,9%.

¿Qué significa eso?, “que sólo para cubrir el aumento del consumo eléctrico mundial de 2010 habría que haber multiplicado por 15 la producción mundial de aerogeneradores”.

Si, además, lo que se pretende –en el poco tiempo de que ya disponemos– es sustituir la generación eléctrica de origen fósil o nuclear por la eólica, sería necesario aumentar esa capacidad fabril entre 50 y 100 veces. Y aún así, lo único que se estaría resolviendo –en las pocas décadas de que ya tampoco disponemos– es el problema del suministro eléctrico (que fueron sólo unos 54 de un total de 509 Exajulios). Por supuesto, si lo que se pretende es resolver el problema del aporte de la energía fósil en todos los ámbitos las escalas se multiplican hasta lo utópico”.

En el caso de la otra energía renovable “estelar”, la solar, dice Prieto que “en 2010 apenas produjeron el 0,28% de la electricidad mundial. Sus menos de 20.000 MW de capacidad fabril anual deberían multiplicarse como los panes y los peces para poder obrar un milagro”.

Terminamos entonces con la predicción del compañero Pedro Prieto que compartimos totalmente: “en diez o quince años el petróleo habrá entrado en crisis y, por falta de oro negro, el capitalismo habrá cesado de crecer”, por eso “no morirá por ninguna revolución, sino de inanición energética”, mucho más si los pueblos seguimos acompañados de una izquierda empeñada en administrar un sistema que esta de salida, “herido de muerte” y que en su atropellada retirada, con la pulsión de muerte que lo acompaña “lo más probable es que, llegado el momento, muera matando”, en efecto ya lo está haciendo en muchas partes del mundo.

5. Pérdida de legitimidad del sistema burgués ante las grandes masas del mundo38.

La economía-mundo capitalista es un sistema desigual, antidemocrático y polarizante; sin embargo ha podido sobrevivir más de 500 años y con notable éxito.

Pero, ¿qué es lo que ha permitido que un sistema histórico como el capitalista, que NO ha representado un progreso con respecto a los diversos sistemas históricos anteriores o contemporáneos a él, que los destruyó o transformó haya tenido, no obstante, un tan largo recorrido?.

La estrategia que han seguido los dueños del sistema-mundo capitalista para sostener un sistema tan injusto, del que no se beneficia y excluye a por lo menos un 80% de la población mundial, ha consistido en desplegar una geocultura basada en la idea del progreso y el desarrollo, hablando en nombre de todos cuando en realidad se beneficiaban solo unos pocos39.

Esa geocultura, que Immanuel Wallerstein ha dado en llamar liberalismo, pudo contener durante 200 años, entre la Revolución Francesa y 1968-1989, a todos aquellos movimientos antisistémicos que pudieron poner en peligro las estructuras de la economía-mundo capitalista.

No hay ningún sistema eterno, y la economía-mundo capitalista no lo es, las contradicciones propias de su desarrollo la erosionan; en otras palabras, quienes producían los valores y creaban las riquezas para otros pugnarían cada vez con mayor fuerza, organización e inteligencia por retener una parte cada vez mayor del valor producido (excedente); eso lo sabían los dueños del sistema, la cuestión radicaba a qué velocidad eso se produciría, cómo complacer a unos pocos, mientras el resto (la mayoría de la humanidad) seguía igual, aunque contentos, esperanzados en la ilusión de que también para ellos un día ese momento llegaría.

Los poderosos sabían que tenían que hacer concesiones, pero solo había que hacer las imprescindibles, las justas, haciendo énfasis en el ritmo: “ni muy rápido ni muy despacio, sino a la velocidad precisa”40, siendo “formalmente claros, pero sustancialmente ambiguos”41 ya que como dice Wallerstein la única forma que tiene de sobrevivir la economía-mundo capitalista es la de “no cumplir con la retórica liberal”42, y coincidiendo con los conservadores (“porque los liberales, no eran en absoluto radicales”) en hacer toda la resistencia posible a las tendencias igualadoras, la creencia en que el cambio posible es muy poco y sobre todo (ya que no podía evitarse) hacerlo lo más lento posible, siguiendo “una política de postergación flexible de las contradicciones”43.

Sin embargo, ese proceso de concesiones raquíticas y pobre para la mayoría y muy controlado en el ritmo y la proporción para la minoría favorecida, “dependía de una visión ‘iluminada’ (como opuesta a una visión ‘restringida’) de los intereses de los estratos más altos. Esto a su vez dependía de una presión de fuerzas populares que fuese a la vez fuerte y controlada en su forma. Esta presión controlada por su parte dependía de la credibilidad del proceso para las capas más bajas. Todo está entrelazado: si se pierde credibilidad se pierde la presión en forma controlada. Si se pierde la presión en forma controlada, se pierde la disposición de los estratos superiores a hacer concesiones”44.

Pero, ¿qué es lo que ha ocurrido para que esa credibilidad, sobre todo después de “la revolución mundial anunciatoria y denunciatoria de 1968”45 con continuación en 1989-1991, se haya esfumado?, ¿qué es lo que ha provocado que, después de hacer un tan largo recorrido (intermitente, pero continuo) el sistema-mundo capitalista, “aceptado activamente por la mayoría de los cuadros y al menos pasivamente por la mayoría de las personas”46 haya perdido su legitimación, quedando a la deriva de la historia?.

En primer lugar, hacia los años 70 del siglo XX coincidiendo con el final de la “onda larga expansiva” del cuarto Kondratieff, la economía-mundo capitalista parecía (como después se comprobó) haber llegado a su término. Wallerstein es muy claro al respecto: Hacia 1968 (y eso demostró la revolución mundial de ese año) “…la política del liberalismo –domesticación de las clases trabajadoras del mundo por la vía del sufragio o la soberanía y el estado de bienestar o el desarrollo nacional- habían llegado a su límite. Más derechos políticos y más redistribución económica pondrían en peligro el propio sistema de acumulación. Pero el límite se había alcanzado antes de que todos los sectores de las clases trabajadoras del mundo hubieran sido efectivamente domesticados por la concesión de una parte pequeña pero significativa de los beneficiados”

La mayoría de los pueblos de las zonas periféricas y semiperiféricas todavía estaban excluidos…”

“… lo que 1968 representó fue el comienzo de la inversión de la hegemonía cultural que las capas dominantes del mundo habían ido creando y fortaleciendo con gran asiduidad desde 1848”.

Pero la erosión fue aún mayor en la izquierda, y significativamente adoptó la forma de desintegración de los regímenes liberal-socialistas. Tanto en las zonas periféricas como en las semiperiféricas, hasta los más ‘progresistas’ y retóricamente militantes de esos regímenes fueron manifiestamente incapaces de lograr algún grado significativo de desarrollo nacional; en respuesta, todos ellos, uno tras otro, con sus respectivos gloriosos pasados de lucha por la liberación nacional, perdieron su legitimación popular”.

El verdadero significado de la caída de los comunismos es el derrumbe final del liberalismo como ideología hegemónica. Los últimos que creyeron seriamente en la promesa del liberalismo fueron los partidos comunistas a la antigua del ex bloque comunista. Sin ellos que continúen defendiendo la promesa, las capas dominantes del mundo han perdido toda posibilidad de controlar a las clases trabajadoras del mundo a no ser por la fuerza. El consentimiento se ha desvanecido; y el consentimiento se ha desvanecido porque el soborno se ha desvanecido. Pero la fuerza sola, como sabemos por lo menos desde Maquiavelo, no permite a las estructuras políticas sobrevivir mucho tiempo”47. Y un sistema que no tiene legitimación no sobrevive.

Es decir, la “era de la esperanza y lucha por los ideales de la Ilustración” que fueron los años entre 1789 y 1945 vivieron en el último gran momento de apoteosis del liberalismo entre 1945 y 1989 una “era de realización, pero de realización falsa de las esperanzas de la Ilustración”; aquel famoso y publicitado lema de la Revolución Francesa de “libertad, igualdad, fraternidad” nunca se ha cumplido en la economía-mundo capitalista sencillamente porque no puede consumarse, el día que se realice como tal, ese día ya no existirá el capitalismo.

En la economía-mundo capitalista el sistema operaba para excluir a la mayoría (de los beneficios) mediante la inclusión de toda la potencial fuerza de trabajo del mundo en el sistema de trabajo, en una jerarquía vertical. Ese sistema de exclusión mediante la inclusión se fortaleció infinitamente por la difusión en el siglo XIX de una ideología liberal dominante que justificaba esa exclusión mediante la inclusión y que logró incorporar a la tarea incluso a las fuerzas antisistémicas del mundo. Felizmente, ésa era ha terminado”48. Pero con ellas también la legitimidad del sistema burgués ante las grandes masas del mundo.

Algunos dentro de la izquierda antisistémica vieron con notable preocupación, y algún signo de alarma el hecho de que Raúl Castro, en su visita al Vaticano en mayo de 2015, declarara que “Si el Papa sigue hablando como lo hace, tarde o temprano voy a empezar a rezar de nuevo y volveré a la Iglesia católica, y no estoy bromeando”49 . No obstante, para tranquilidad de todos hay que decir que, pese a que la Iglesia Católica y todos los Papas, casi que con iguales palabras y semejante retórica, han dicho siempre lo mismo en relación a los pobres, la explotación de éstos por los ricos, y últimamente, del daño ecológico que inflige al planeta el régimen económico imperante, las palabras del ex guerrillero de Sierra Maestra, pese a su blandura ideológica, demuestran más las restricciones a las que se ven sometidos todos aquellos Estados, independientemente de cual sea su sistema socio-político, al incorporarse plena y totalmente a la división internacional capitalista del trabajo, que es lo que ocurre actualmente a Cuba, que a una renovación y/o revigorización de la esperanza de los pueblos en el discurso esperanzador e ilusionante de los movimientos antisistémicos del siglo XX, que es lo que la verbosidad abstracta y la oratoria vaga y muy general del Papa Francisco quiere reinstaurar, desde su llegada al poder, con su discurso apostólico.

Entonces, como los Estados del sistema-mundo capitalista dejan de tener algo que redistribuir, y como en las promesas de esperanza en un mundo mejor ya nadie cree (recibieron su tiro de gracia entre 1968 y 1989), la incitación a mantenerse en la legalidad pierde su eficacia, al agotarse la contrapartida y faltar el pastel concedido a cambio de la mansedumbre, sobreviene por lo tanto, una época aciaga, de caos, desorden y violencia (lo vemos ya casi en todas partes); pero sí como dice Marx, el dinero es asustadizo y “huye de los tumultos y las riñas y es tímido por naturaleza”50, el capital ha perdido el clima propicio para su reproducción como tal: la tranquilidad y el sosiego, y sin ellas le será imposible desarrollarse y propagarse; en resumen vivir, seguir existiendo. Estamos en esa época.

6. Tendencia a la creciente incapacidad de reemplazo de la población mundial51.

Como se ha dicho más arriba, el sistema-mundo capitalista es uno más de los sistemas que la humanidad ha conocido, cuya existencia ha estado determinada por la apropiación de aquella parte de los bienes fruto del trabajo de sus productores, una vez que éstos han cubierto lo necesario para su reproducción histórica, lo que en términos económicos comúnmente se conoce como excedente.

Es decir, el régimen capitalista de producción, por mucho que desarrolle la tecnología y propicie la sustitución del trabajo vivo de las personas por máquinas y procesos cada vez más automatizados, nunca podrá prescindir de la fuerza de trabajo del hombre, ya que es la apropiación de trabajo humano sin pagar nada a cambio de él a su propietario utilizando, para ello las nebulosas relaciones monetario mercantiles (aunque ni siquiera eso en algunas partes del sistema), la esencia del capitalismo.

Entonces, por más que nos bombardeen con el mito del fin de la era del trabajo el capitalismo no podrá prescindir nunca del ser humano, de la persona física, de su fuerza de trabajo, en fin del género humano.

¿Y qué es lo que ocurre en la actualidad?.

Que hay una manifiesta y creciente tendencia hacia la incapacidad de reemplazo de la población mundial, pese a que sin ella el capitalismo (y por extensión la sociedad humana) carece de sentido y razón de ser.

Esto de expresa en el hecho de que si como “promedio 2,1 hijos por mujer es el mínimo necesario para garantizar una capacidad de reemplazo generacional de ambos sexos”, “la tasa global de fecundidad, en 2010 alcanzó 2,56 hijos por mujer y en 2050 será de 2,05 hijos por mujer. Lo que significa que la capacidad de reemplazo generacional a escala mundial ya no está garantizada a partir de entonces e incluso ya antes de esa fecha”.

Dice Dierckxsens que “hoy en día, de los 225 países y regiones registradas 114, es decir, más de la mitad muestran tasas globales de fecundidad inferiores al 2.2 hijos por mujer. Ninguno de los países centrales tiene más de 2.2 hijos por mujer. Lo anterior quiere decir que ninguno de los países centrales tiene capacidad de reemplazo generacional. Si consideramos un promedio de 2.5 hijos por mujer necesario para garantizar la capacidad de reemplazo en países periféricos, observamos que 137 países de un total de 225 en el mundo (61%) ya no alcanzan la capacidad de reemplazo generacional. La idea de la amenaza de una población galopante de los años setenta del siglo XX, pronto se convertirá en una preocupación por poblaciones que tienden a desaparecer”.

Ni siquiera un país tan populoso como China se salva de esa incapacidad sistémica de reemplazo generacional, con un “proceso de envejecimiento que no tiene precedente en la historia moderna…entre 2045 y 2050 la población China decrecerá, en términos absolutos, a razón de casi 26 millones de habitantes al año”.

Un demostración de que los llamados países socialistas siempre han formado parte del sistema-mundo capitalista, y por tanto, se han visto también afectados por los vicios y enfermedades propias de la racionalidad burguesa moderna, es el hecho de que después de más de 40, 55 e incluso 70 años en el caso de la Unión Soviética, en muchos de los países que supuestamente habían creado otro sistema socioeconómico y político mundial, se observan tasas brutas de reproducción que arrojan un número medio de hijos por mujer siempre por debajo de la capacidad de reemplazo generacional: Lituania (1.24), Belarusia y la República Checa (1.25), Ucrania (1.27), Rumania (1.27), Polonia y Slovenia (1.29), Letonia (1.31), Rusia (1.42) y Cuba con 1.61 para citar los ejemplos más críticos; y de unos 20 países que hoy exhiben tasas con crecimiento cero o negativo de su población tres cuartas partes son países antiguamente llamados socialistas, y en el caso de Cuba se acerca a ello, pues su crecimiento vegetativo es de 0,4%.

¿Este fenómeno que amenaza peligrosamente a la principal especie de la sociedad, el ser humano, es algo que ha afectado también a otras sociedades o es propio y específico del capitalismo?.

La historia de la humanidad conoce muchos ejemplos de sociedades cuya población quedó fuertemente diezmada, o incluso desaparecieron, pero siempre fue debido al bajo desarrollo de las mismas, que las imposibilitaron de enfrentar con éxito epidemias y catástrofes naturales como sequías, inundaciones, terremotos, huracanes etc.

Pero el hecho de que la especie humana esté seriamente amagada de extinción es sólo específico del capitalismo, lo genera el propio accionar de sus leyes económicas, y es que al generalizarse las relaciones de producción capitalistas solo el trabajo remunerado, que en un principio era básicamente masculino, aparece como el verdadero trabajo; mientras que el trabajo doméstico, fundamental y necesario a la sociedad, que realizaban las mujeres adquirió la connotación real de trabajo impago.

Esto trajo consigo que el capitalismo, en aquellas sociedades donde se implantó, una vez que la relación salarial superaba la barrera del 50% de la población económicamente activa, para no verse obligado a subir los salarios y perder con ello competitividad acudiera al sector femenino, cuya labor doméstica el nexo capitalista había degradado, desvalorizado y hecho obsoleta.

El capitalismo sacó a las mujeres de las casas y las incorporó masivamente al mercado de trabajo, convirtiéndolas junto a los hombres, que ya lo eran, en eslabones importantes de la actividad económica, castrando con ello el proceso de fecundación humana y el cuidado de los menores, interrumpiendo con ello la capacidad de reemplazo inter-generacional a través de la reproducción de la fuerza de trabajo a nivel familiar.

Posiblemente el movimiento feminista vio esto como una gran victoria, pero en economías con una baja presencia del mercado y antes que la monetización adquiriera un gran desarrollo, la categoría trabajo doméstico no existía y el trabajo impago (doméstico) no contrastaba aún con el trabajo pagado. En el marco de una economía que era básicamente comunitaria tanto el trabajo realizado por hombres como el efectuado por las mujeres era esencialmente trabajo impago. La incorporación paulatina de la mujer al trabajo en el capitalismo no ha sido un triunfo de las mujeres, ha sido una necesidad del capital. La situación de la mujer en el sistema-mundo capitalista, más allá de su inserción en los circuitos productivos por causas estrictamente económicas, no ha cambiado; sólo hay que verlas en las pasarelas de la moda y las “alfombras rojas” para darse cuenta, que para el capital y su representante de género por excelencia en el capitalismo, los hombres, la mujer sigue siendo objeto del deseo y sujeto de la contemplación. Aunque para ellas, ironías de la vida, posar ante un photocall mostrando semidesnudos sus pechos o exteriorizando ante las cámaras sus carnes más escondidas, constituya un testimonio de reputación y una manifestación de prestigio, sin llegar a comprender que, en tal espectáculo cirquero, no hay la más mínima estimación hacia el género femenino, sino la prueba de que “el potencial desensualizador de la abstracción real de la forma-mercancía [del capitalismo] ha engendrado a la mujer como ser compensatorio”52.

Pero cuando la relación salarial es generalizada (más de tres cuartas partes de la población económicamente activa), al extremo que hasta las mujeres están incorporadas a ella, careciéndose por tanto de un “ejército industrial de reserva” que limite las reivindicaciones al alza de los asalariados en activo y, siempre y cuando por causas políticas no se pueda acudir a la inmigración para rebajar la fortalecida posición de la clase trabajadora, a la burguesía no le queda otra alternativa que incrementar la productividad del trabajo, lo que supone a nivel social mayor desarrollo tecnológico, educación generalizada y cada vez de mayor complejidad, aumentando también la demanda de fuerza de trabajo calificada, que resulta mayor que su oferta; pero, “La fuerza de trabajo no calificada recibe un salario para reproducirse como no calificada y no según las aspiraciones que tenga para con sus hijos. Ahora bien, los trabajadores que tienen familias más pequeñas que la media social, pueden utilizar los recursos y la energía, que de otro modo dedicarían para criar más hijos, para el ascenso social de menos hijos que la media social. Al tener menos hijos que el promedio social, los gastos de re-producción de la fuerza de trabajo (familiar), se encuentra por debajo del valor. Este ahorro puede utilizarse para el ascenso social, o sea, para aumentar las posibilidades de obtener un mejor ingreso para sus hijos”.

Para lograr la movilidad social ascendente, la unidad familiar se transforma en una unidad estratégica para dicho ascenso social. De este modo desciende paulatinamente el promedio de hijos por familia…”

Para poder continuar el movimiento de ascenso social de generación en generación, se debe reducir también la fecundidad de una generación a otra. El promedio de hijos por mujer desciende de esta manera constantemente. Finalmente llega al extremo de no garantizar más el reemplazo generacional, situación que se da hoy en día en todos los países centrales y más allá de ellos”.

Todo este proceso demuestra que la racionalidad económica capitalista no solo contamina las aguas, enrarece el aire, desertifica la tierra, deforesta los bosques, aumenta la temperatura del planeta, acaba con especies de plantas y animales, extingue la vida submarina y agota los recursos naturales, sino que también esteriliza al ser humano, a la mujer, ese “taller natural” de donde proviene la vida humana.

rodohc21@gmail.com

Notas.

1. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE.UU. en un mundo caótico. Editorial Txalaparta. Tafalla. España. 2005. Pág 77-78.

2. Wallerstein, Immanuel. Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. http://geopolitica.iiec.unam.mx/sites/geopolitica.iiec.unam.mx/files/analisis_de_sistemas_wallerstein_0.pdf

3. Fúrsov, Andrei. Desmontaje del capitalismo y el fin de la Época de las Pirámides. Rebelión 24 abril 2013. Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=167278

4. Para una compresión didáctica de este proceso recomendamos el artículo de Immanuel Wallerstein ¿El final del camino para las fábricas deslocalizadas?. Comentario Nº 351, 15 abril 2013. Centro Fernand Braudel de la Universidad de Binghamton de New York. Disponible en el periódico mexicano La Jornada en su edición del 21 de abril 2013. Disponible en http://www.jornada.unam.mx/2013/04/21/opinion/022a1mun

5. Al ser preguntado por Salvador López Arnal, para el sitio web por excelencia de la izquierda: Rebelión, el compañero profesor español Andrés Piqueras, respondió a la pregunta de, si él en su momento denominado socialismo real, era Socialismo o Capitalismo de Estado, o qué era realmente, con una brillantez teórica sin límites:

Ni una cosa ni la otra. Fue uno de los nombres dados al conjunto de sociedades que en el siglo XX comenzaron un proceso de desconexión con el capitalismo y de construcción de una vía socialista que se vio truncada más o menos pronto según los casos, y que quizás, como dice Erik Olin Wright, se convirtió en una suerte de “estatismo”. Recordemos que el modelo típico de transición en el siglo XX se caracterizó porque en él no había propiedad privada de los medios de producción, no existía compra-venta de la fuerza de trabajo, los productos perdieron parte de su calidad de mercancías en virtud de sus valores de uso (distribuidos o subsidiados), no había producción regida por el valor (tasa de ganancia), ni reinversión acumulativa de parte de la plusvalía social, y la acumulación estuvo en su mayor parte acotada a ciertos privilegios de consumo (nunca provenientes de la plusvalía directamente extraída a costa del trabajo ajeno). Esto muy difícilmente podría ser llamado “capitalismo”, ni de Estado ni de nada. Otra cosa es que fuera “socialismo”. Más bien se quedó como un engendro (“estatismo”) a medio camino: no desligado del todo de la ley del valor capitalista pero dotado de una economía planificada, sin propiedad privada de los medios de vida, pero sin socialización de los mismos. A la postre, la estatalización de la acumulación dio paso a un modelo de regulación burocrático”. Rebelión 26 mayo 2015. Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=199293

6. Poch-de-Feliú, Rafael. La actualidad de China. Un mundo en crisis, una sociedad en gestación. Editorial Crítica. Barcelona. 2009. Pág 91. Allí mismo Poch-de-Feliú afirma: “En los últimos veinte años , el mundo asistió a una gran transformación en el ámbito laboral. En los años ochenta y noventa del siglo pasado, China, India y Rusia y el bloque del Este se integraron en la economía global. En conjunto aportaron 1470 millones de nuevos obreros. Eso significa que el sistema económico dobló la fuerza de trabajo disponible, que hasta entonces era (excluyendo esos países y en el año 2000) de 1460 millones… Actualmente, muchos más trabajadores compiten por trabajar con el mismo capital”.

7. Wim Dierckxsens y Andrés Piqueras. ¿Qué nos depara 2016?. Rebelión 30 diciembre 2015. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=207282.

8. “el concepto de “emergencia” está impregnado de un fuerte contenido ideológico burgués, dando a entender una cierta linealidad en el desarrollo económico que permitiría avanzar a los países de carácter semicolonial a un estado de emergencia y posteriormente alcanzar el nivel de los grandes países capitalistas. Esta hipótesis olvida que desde fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX la existencia del imperialismo a nivel mundial impide que los países de desarrollo burgués atrasado, incluido en esto todos los países semicoloniales que constituyen hoy día los más numerosos a nivel mundial, puedan repetir el modelo de desarrollo de los primeros. El término “países emergentes” que surgió a comienzos del neoliberalismo vino a reemplazar al caído en desgracia “países en desarrollo”, que se generalizó después de la Segunda Guerra Mundial. A diferencia del concepto “países en desarrollo”, la denominación de “países emergentes” es menos abarcativa y da cuenta, en términos de la jerga financiera, del carácter más restringido del crecimiento económico dentro de los países semicoloniales y dependientes donde innumerables países son dejados de lado de los circuitos de las cadenas de valor del capital internacional, concentrándose las inversiones en algunos pocos. Una muestra del carácter mucho más desigual de la acumulación capitalista después de la crisis de 1970”. Chingo, Juan. A ocho años del comienzo de la crisis mundial. Revista Estrategia Internacional Nº 29. Enero 2016. Disponible en http://www.ft-ci.org/A-ocho-anos-del-comienzo-de-la-crisis-mundial?lang=es

9. Beinstein, Jorge. Esta crisis es mucho más grave que la de 1929. Una conversación con Jorge Beinstein sobre la “crisis general de la civilización burguesa. Rebelión 14 abril 2009 disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=83757

10. Beinstein, Jorge. Del fin del comienzo al comienzo del fin. Rebelión, 25 junio 2014 disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=186493

11. Beinstein, Jorge. Del fin del comienzo al comienzo del fin. Rebelión, 25 junio 2014 disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=186493

12. Poch-de-Feliú, Rafael. La actualidad de China. Un mundo en crisis, una sociedad en gestación. Editorial Crítica. Barcelona. 2009. Pág 145.

13. Wim Dierckxsens y Andrés Piqueras. ¿Qué nos depara 2016?. Rebelión 30 diciembre 2015. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=207282. El mismo cálculo hacía Decio Machado para China, la locomotora capitalista mundial por excelencia de los últimos tiempos, lo que acaba con las esperanzas en la continuación de éste país y región como el centro más dinámico de acumulación y crecimiento de capital del sistema-mundo capitalista en su conjunto; comparando lo que necesitaba deglutir en 1998 y 2011 para sostener tasas de crecimiento del 10 %, hecho que demuestra el agotamiento estructural de la economía-mundo capitalista, el avezado intelectual ecuatoriano planteaba: “Cuanto más rico es un país, más duro es el reto de crecer y es posible que en el marco del capitalismo global, hasta haya demasiados países grandes para hacerlo. En 1998 China, para que su economía de un billón de dólares creciera en un 10%, tuvo que expandir sus actividades económicas en 100.000 millones de dólares y consumir sólo el 10% de las materias primas industriales mundiales. Ya en 2011, para que su economía de seis billones de dólares creciera igual de rápido, necesitó expandirse en 600.000 millones de dólares al año y absorber más del 30% de la producción global de materias primas. Evidentemente China ahora está sufriendo el problema de insostenibilidad en su modelo de crecimiento económico”. Machado, Decio. China: del comunismo rural al capitalismo salvaje. Rebelión, 9 septiembre 2015. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=203069

14. Trenkle, Norbert. Terremoto en el mercado mundial. Revista Krisis. Mayo 2008. Disponible en http://www.krisis.org/2009/terremoto-en-el-mercado-mundial/ (Subrayados nuestros).

15. Karl Marx, “Fragmento sobre las Máquinas” Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858 (1972). Vol. 2, pp. 216-230. Siglo XXI, México.

16. Jappe, Anselm. Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2011. Pág 122.

17. Jappe, Anselm. “Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos”. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2011. Pág 154. Desde el mismo primer capítulo de El Capital Marx explica porque con el desarrollo de la fuerza productiva social el valor contenido en cada mercancía disminuye. “Podría parecer que si el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo gastada en su producción, cuanto más perezoso o torpe fuera un hombre tanto más valiosa sería su mercancía, porque aquél necesitaría tanto más tiempo para fabricarla. Sin embargo, el trabajo que genera la sustancia de los valores es trabajo humano indiferenciado, gasto de la misma fuerza humana de trabajo. El conjunto de la fuerza de trabajo de la sociedad, representado en los valores del mundo de las mercancías, hace las veces aquí de una y la misma fuerza humana de trabajo, por más que se componga de innumerables fuerzas de trabajo individuales. ... Tras la adopción en Inglaterra del telar de vapor, por ejemplo, bastó más o menos la mitad de trabajo que antes para convertir en tela determinada cantidad de hilo. Para efectuar esa conversión, el tejedor manual inglés necesitaba emplear ahora exactamente el mismo tiempo de trabajo que antes, pero el producto de su hora individual de trabajo representaba únicamente media hora de trabajo social, y su valor disminuyó por consiguiente, a la mitad del que antes tenía”.

18. Jappe, Anselm. Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2011. Pág 206.

19. Jappe, Anselm. Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2011. Pág 207. Negritas y subrayados nuestros.

20. Jappe, Anselm. El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2009. Pág 38. El mismo criterio planteaba en primicia el disidente norteamericano Paul Craig Roberts en entrevista concedida a Nilantha Ilangamuwa para la revista de izquierda norteamericana CounterPunch “…Reagan pensaba que la economía soviética era demasiado decrépita para resistir la presión de una carrera armamentista de alta tecnología. Creía que al amenazar a los soviéticos con una carrera armamentista, podría llevarlos a negociar el fin de la Guerra Fría.

La CIA dijo a Reagan que los soviéticos ganarían la carrera armamentista, porque era una economía de planificación centralizada que controlaba la inversión y podría destinar todos los recursos necesarios a los militares. Reagan no le creyó a la CIA y nombró un comité para tomar la decisión. El comité concluyó que la economía soviética no podría competir en una carrera armamentista”. Craig formó parte de ese comité secreto como subsecretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Reagan. Los gobiernos occidentales se han convertido en la antítesis de la moralidad. Entrevista con Paul Craig Roberts. Rebelión 24 septiembre 2012. Disponible en: http://rebelion.org/noticia.php?id=156551

21. Kurz, Robert. Las metamorfosis del imperialismo. Capítulo I del Libro La guerra de ordenamiento mundial. Disponible en: http://obeco.no.sapo.pt/rkurz_es166.htm subrayados nuestros.

22. Jappe, Anselm. Tenemos que salir de este sitio. Blog K-ntra Kultura. Disponible en: http://kntrakultura.blogspot.com.es/2015/09/tenemos-que-salir-de-este-sitio-anselm.html Las negritas son de Jappe.

23. ¡Se oye rebuznar!. Gil Maynou, Josep. Blog Indagando el futuro. 17 marzo 2009. Disponible en: http://josepgmaynou.blogspot.es/1237291740/se-oye-rebuznar-/

24. “…los movimientos esenciales, los que determinan las tendencias básicas del sistema, siguen siendo las fluctuaciones d ela tasa media de acumulación de capital productivo” Mandel, Ernest. Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista. Editorial Siglo XXI. Madrid 1986. Pág 10. Disponible también en http://digamo.free.fr/ondaslargas.pdf

25. Esta cita y la anterior en: Mandel, Ernest. Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista. Editorial Siglo XXI. Madrid 1986. Pág 24. Disponible también en http://digamo.free.fr/ondaslargas.pdf

26.

 

Periodo de la onda larga

Duración en años

Fase A (prosperidad)

Fase B (crisis)

Recuperación

Auge

Recesión

Depresión

Primera

1787-1827

41

------

1787-1800

1801-1813

1814-1827

Segunda

1828-1885

58

1828-1842

1843-1857

1858-1869

1870-1885

Tercera

1886-1938

53

1886-1897

1898-1911

1912-1925

1926-1938

Cuarta

1939-2015

76

1939-1945

1946-1965

1966-1973

1974-¿?

Quinta

¿?

¿?

¿?

¿?

¿?

¿?

 

27. Beinstein, Jorge. Las crisis en la era senil del capitalismo. Esperando inútilmente al quinto Kondratieff. Publicado en el “El Viejo Topo”, Barcelona, n°253, Febrero 2009. Disponible en http://www.rebelion.org/docs/82165.pdf.

28. Esta cita y la anterior en: Husson, Michel. La teoría de las ondas largas y la crisis del capitalismo contemporáneo. Disponible en http://www.vientosur.info/IMG/pdf/Ondas_largasHusson.pdf

29. Mandel, Ernest. Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación marxista. Editorial Siglo XXI. Madrid 1986. Disponible también en http://digamo.free.fr/ondaslargas.pdf

30. Aunque esto es cierto, tampoco hay que dejarse embelesar por ella “La vitalidad mostrada por el capitalismo durante el ‘boom’ no fue la de un niño, un adolescente ni aun la de un adulto en plenitud. Fue la de un hombre mayor, que después de haber estado cerca de la muerte, obtiene una herencia, se estira la piel, y vuelve a las andadas con la ventaja de la experiencia acumulada. Su aspecto parecerá jovial, pero no podrá evitar el envejecimiento de sus células. Su experiencia le permitirá aún hacer frente a nuevos percances, pero ha envejecido irremediablemente. Sus recaídas serán cada vez más periódicas y profundas. Es esta la situación que vive el capitalismo desde principios de los ’70”. Castillo, Christian. Las crisis y la curva del desarrollo capitalista. Revista Estrategia Internacional N° 7 Marzo/Abril - 1998http://www.ft.org.ar/estrategia/ei7/ei7curvas.html

31. Beinstein, Jorge. Las crisis en la era senil del capitalismo. Esperando inútilmente al quinto Kondratieff. Publicado en el “El Viejo Topo”, Barcelona, n°253, Febrero 2009. Disponible en http://www.rebelion.org/docs/82165.pdf

32. Piqueras, Andrés. La opción reformista: entre el despotismo y la revolución. Editorial Anthropos. 2014.

33. Wim Dierckxsens y Andrés Piqueras. Más allá de las elecciones. ¿Qué nos depara 2016?. Rebelión 30 diciembre 2015. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=207282

34. Éste acápite constituye íntegramente, un resumen de los trabajos de Manuel Talens y Pedro Prieto, Michael Moore y el caso de la General Motors: ¿Se avecina el fin del capitalismo?. Rebelión 12 junio 2019 disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=86860 , y de Pedro Prieto (editado por Manuel Talens) Crecer o decrecer: That Is The Question, Sitio Web Tlaxcala 20 noviembre 2011, disponible en http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=6256 . Las cursivas corresponden a ambos trabajos, sólo organizadas didácticamente para el presente ensayo.

35. “La AIE ha reconocido en su World Energy Outlook de 2010 que el cenit o producción máxima mundial del petróleo convencional tuvo lugar… ¡en 2006!”. Prieto, Pedro. Crecer o decrecer: That Is The Question http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=6256

36. Dice Beinstein que el capitalismo básicamente “se ha reproducido en torno de objetos técnicos decisivos de la cultura individualista (por ejemplo el automóvil) que definen el estilo de vida dominante y a procedimientos productivos basados en la explotación intensiva de recursos naturales no renovables o en la destrucción de los ciclos de reproducción de los recursos renovables”. Beinstein, Jorge. Estados Unidos entre la recesión y el colapso. El hundimiento del centro del mundo. Rebelión 8 mayo 2008. Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=67099

37. “una mayor producción nominal de combustibles líquidos no supone automáticamente más energía puesta a disposición de la sociedad, pues a medida que avanza la explotación de un recurso finito empeora la calidad promedio del mismo y ofrece menos energía neta para el mismo volumen extraído”. Prieto, Pedro. Crecer o decrecer: That Is The Question http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=6256

38. Éste acápite constituye un resumen de la posición que al respecto sostiene la perspectiva de sistemas-mundo del compañero profesor Immanuel Wallerstein, el primero en anunciar y argumentar que la legitimidad de la economía-mundo capitalista estaba seriamente cuestionada; hoy la pérdida creciente de ésta ante las grandes masas y en todas partes es casi un hecho indiscutible e incuestionable.

39. Un solo ejemplo, en 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuando en realidad la mitad de los estados que formaban el mundo en aquel entonces eran colonias o semicolonias, precisamente de países que habían aprobado dicho documento declarativo.

40. Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 151. En términos económicos diríamos, sin afectar la incesante acumulación de capital.

41. Ibídem.

42. Wallerstein, Immanuel. La decadencia del imperio. EE. UU. en un mundo caótico”. Editorial Txalaparta. Tafalla. España.2005. Pág. 255.

43. Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 215.

44. Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 109.

45. Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 163.

46. Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 149.

47. Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 239-241. Subrayados nuestros.

48. Wallerstein, Immanuel. Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI. Sexta reimpresión 2011. Pág 246.

49. El Papa podría lograr que “vuelva a la Iglesia católica”, afirma Raúl Castro. Periódico La Jornada. 11 mayo 2015. Disponible en http://www.jornada.unam.mx/2015/05/11/mundo/019n1mun

50. Marx, C. El Capital Tomo I. Ed. de Ciencias Sociales. Ciudad de la Habana. 1980. p. 697.

51. Éste acápite toma por base íntegramente el artículo Población Fuerza de Trabajo y Rebelión en el siglo XXI, del compañero Wim Dierckxsens. Disponible en http://www.lahaine.org/est_espanol.php/poblacion-fuerza-de-trabajo-y-rebelion-e . Las cursivas salvo indicación expresa corresponden a dicho trabajo.

52. Jappe, Anselm. El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2009. Pág 56. Los corchetes son nuestros.

 



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