La Revolución, algo serio y complicado

Este asunto de la Revolución Bolivariana y el socialismo es, sin duda, algo serio y complicado. Es un compromiso de vida, una actitud subversiva ante la realidad del mundo e implica, por tanto, una transformación profunda, interna y externa, en cada individuo que quiera y manifieste luchar por sus objetivos fundamentales. De ahí que no sea fácil (como lo dijera Argimiro Gabaldón) y, la mayoría de las veces, sólo resulte un mero recurso retórico en algunos demagogos y oportunistas para esconder y lograr sus ambiciones personales, desvirtuando absolutamente su significado histórico.

Sin embargo, pese a esto, la Revolución Bolivariana y la construcción de un modelo de civilización socialista (con un mayor énfasis, extraído de la historia ancestral de los pueblos de nuestra América) se presenta como la mejor opción a la mano para concretar y profundizar todas las luchas y las aspiraciones comunes de la humanidad a través de su larga historia, por lo que ambas dejarían de ser simples abstracciones para convertirse en cuestiones reales, creadas al calor de la participación, el protagonismo y la organización revolucionaria de los sectores populares, reivindicando así su total soberanía.

Por tal motivo, es necesario rescatar los postulados esenciales de la Revolución Bolivariana y trascender el marco de referencia actual; es decir, sacarla de las limitaciones, inconsistencias y desviaciones de todo tipo a que la han conducido quienes se erigieron como sus dirigentes fundamentales, al recurrir éstos a las viejas prácticas clientelares, burocráticas y representativas del reformismo. No obstante, habría que advertir que, frente al escenario político y económico que vive Venezuela en la actualidad, lo cual hace predecir a algunos la derrota definitiva del chavismo y, por consiguiente, del proceso revolucionario bolivariano, ésta pareciera ser la mejor etapa de la lucha revolucionaria para definir con mejores bases lo que sería entonces este proceso en beneficio de la amplia mayoría.

No es recurrir (como algunos proponen) a fórmulas desgastadas, inspiradas en lo mismo que se ha hecho en otros tiempos para paliar las crisis que mantienen en jaque cíclico al capitalismo y al Estado burgués liberal a escala mundial; cuestión ésta que obliga a fijar la vista en conceptos, estrategias y tácticas no ortodoxas que permitan resolver satisfactoriamente las contradicciones y las consecuencias de la orientación reformista de lo que ha sido -hasta ahora- este proceso de cambios en la República Bolivariana de Venezuela. En vez de ello, en oposición a la poliarquía o democracia de partidos políticos, se requiere promover y respetar la disposición de nuevas formas independientes de organización popular, con un acuerdo básico a cumplir, capaces de generar patrones propios de transformación social y de defender sus propios intereses y derechos, sin interferencia o cooptación alguna de por medio, sea de tipo partidista y/o gubernamental. Ello, más que la acción de gobierno, definiría el rumbo, la ideología y las características que definirían, entonces, el proceso revolucionario bolivariano; lo que sería ya un paso importante y decisivo para su construcción y consolidación.



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Homar Garcés


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