La mercancía

La mercancía (de popularidad y longevidad incuestionables), valor, precios, dinero, monedas, salarios, jornada, ganancias; he ahí el principal glosario de la Economía Política (Burguesa). Valor de uso y valor de cambio como partes intrínsecas de cada mercancía son términos tratados sólo en El Capital, de Carlos Marx y en sus derivados marxistas.

Efectivamente, Marx cae en la cuenta de que la forma mercancía o la forma valor representa la forma económica celular de la sociedad burguesa. Es decir, esta sociedad emerge, se organiza y desarrolla a partir de ese invisible, intangible e inaprehensible valor de cambio que, sólo como resultado del trabajo conjunto de los asalariados, recoge el carácter social de la producción de los valores de uso que tangibles se nos presentan a la vista. Se trata de una célula cuya socialidad sólo se manifiesta en el mercado y no en las fábricas donde sólo apreciamos medios de producción o fuerzas productivas en acción.

Cuando Marx arriba a la demostración de la forma del valor realizada en la forma moneda[1]ya habían pasado más de 2.000 años que mucha gente estudiosa e investigadora se había paseado por el tema del valor y del valor de cambio, de su fuente, sin que ninguno de ellos pudiera salirse de la comparación y medición de valores concretos como el valor de uso o la cantidad de monedas de x metal necesario para cubrir tal o cual precio de los bienes intercambiados más como tales valores de uso que como valores en sí mismos. Los investigadores premarxistas no pudieron ver un valor de cambio creado en la producción de los valores de uso, sino un valor de cambio formado en el mercado.

Era entonces cuando se definía el valor de cambio como una relación cuantitativa entre determinados valores de uso, relación que permitía la igualación entre sí de todos los bienes sobre la base de una determinada proporción. Por ejemplo, 100 Bs.F de plomo o de hierro pueden valer tanto como 100 Bs.F de plata u oro.

Sólo cuando Marx se vale del método de la abstracción pudo ver las “minucias” escondidas detrás de cada moneda, de cada mercancía, entendida esta como forma económica celular.

Marx infirió que algo debían tener en común dos bienes tan diferentes como un biblia y un traje si por el precio de la primera mercancía se podía comprar igualmente el traje y cualesquiera otras cuyo precio fuera el mismo.

Por la vista o apariencia tangible de su valor de uso era imposible percibir el valor intrínseco de una mercancía. En cambio, si se parte de que las mercancías son resultado del trabajo a partir de materias primas y con auxilio de medios de trabajo, entonces puede entreverse que la fuerza de trabajo, la que crea el valor de uso, era una fuerza que se vaciaba en cada producto y que para medir el valor sería cuestión de medir la cantidad de fuerza aplicada y esta podía ser perfectamente medida en horas-trabajo[2].


[1] Karl Marx, El Capital, Libro Primero, Prefacio a la Primera Edición Alemana.

[2] De los tiempos esclavistas precristianos y durante unos mil 1800 años d. c. no podía esperarse claridad analítica en sobre la fuente del valor puesto que el trabajo era esclavo y servil y a estos no podía reconocérseles que fueran los creadores y dueños de toda la riqueza creada que venían disfrutando los esclavistas y feudales de marras. faraones, reyes, emperadores y afines.


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Manuel C. Martínez


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