La vida cotidiana está atravesada por relaciones de valor que varían en diferentes etapas históricas. Dentro de la ética singular de nuestra historia, se encuentra el aprecio a la trayectoria revolucionaria de nuestras mujeres luchadoras. Luisa Cáceres de Arismendi, Josefa Camejo y Juana La Avanzadora heroínas de la independencia, son un ejemplo. Ellas fortalecieron su heroísmo interiorizando el apasionado discurso patriótico de nuestro libertador.
Carmen Clemente Travieso y Olga Luzardo, entre otras, sufrieron los embates de la lucha contra el dictador JV Gómez. Pérez Jiménez reprimió con saña la oposición aguerrida de muchas de nosotras y la socialdemocracia Betancourt Leoni encerró en e cuartel San Carlos la rebeldía femenina. La ética social que las definía como sujetos políticos, estuvo signada por el compromiso con la dignidad del pueblo y la soberanía de la patria
Hoy, la trivialización mediática de la política teje una madeja de valores decadentes propios del vacío ideológico y banalización de las prácticas sociales. Se exculpen así, victimas-heroínas mediáticas, desgastadas culturalmente en una praxis dedicada a descalificar personas e instituciones, cazar chismes y propagar rumores. Su penitencia: montarse en un avión para irse a los centros del poder imperial y así alimentar su protagonismo. Son una expresión de la mediocridad cultural de la élite política dominante. Sus estructuras mediáticas autodenominadas sociedad civil que expresan su caótica identidad, son también instrumentos descalificadores tanto del estado -con expresa intención ideológica-como de las formas de organización popular con las cuales sienten amenazada su personalidad excluyente.
En esta era de Chávez, nuestras mujeres bolivarianas son las líderes de su barrio, de su espacio local, de las organizaciones comunitarias. De la construcción del poder popular. El reconocimiento a este liderazgo, con una participación del cincuenta por ciento en estas elecciones, se expresará, en un aplastante triunfo. El discurso vacío, mediocre y antipatriota de las elites femeninas de la derecha fascista desaparecerá de nuestra escena política.
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