Loro viejo no aprende a hablar

Loro VIEJO no aprende a hablar, dice la gente, con ese conformismo que nos fue sembrado en años de obediencia a aquellos que decían representarnos. Crecimos negándonos a nosotros mismos. Es que, si a ver vamos, toda una superestructura fue diseñada pacientemente para asegurar el predominio de los pocos que son los que son sobre los muchos que no son nada. O al menos fue lo que dijo el doctor Summa Cum Laude y todo y que refrendó el señor arzobispo –no, el de Constantinopla, no-, el otro, el mismo que dijo que ese llanero con verruga no tenía caché presidencial. Ahora, los loros de este lado del nuevo mundo, sí que aprendimos, tanto que la Unesco nos declaró Tierra Libre de Analfabetismo, para vergüenza de la vieja de Acude, quien se quedó perdida por siempre en las calles de esa Caracas sin letreros en las esquinas. Cosas de estilos de gobierno o desgobierno, de interesarse en la gente o en el movimiento bursátil. No es que lo económico sea relegado, nunca. Sino que hay que entender que gente no es número, ni ecuación en un pizarrón sintético.

La persona, el ciudadano, es el centro del accionar del político trocado en gobernante. Ese deber ser lo entendió el hombre de Sabaneta y se fruncieron los señores de smoking. Así que el más rancio entre los rancios, se sacudió el polvo acumulado en siglos de Ser y Estar, levantó el dedo doctoral, el diamante lanzó un destello y el hombre gimió: Cooooñoooo, ¿qué es lo que quiere el negro? ¿Empujar a punta de joropo a esa gentamentazón hasta nuestro verdísimo césped, nuestro templo del Señor de Port Charlotte Town Center, profanar campos de golf mansiones consorcios townhouse para el discreto encuentro playero sensual en el segundo o tercer frente? Y se formó la marimorena, como diría un cronista de indias, arreciando las intrigas, acicateando resentimientos, creando expectativas, dejando caer un paraco aquí un paraco allá por un caminito yo te fui a buscar, muy lejos caminé y al fin yo te encontré: Golpe de estado, aunque el pana de guardia en la distribuidora de justicia, dijo magnánimo: Fue ausencia de poder lo que motivó el accionar de esos ilustrísimos preñados de buenas intenciones.

Bueno, a lo que vinimos. El mundo, el nuestro, el que nos rodea, fue impulsado a un cambio. Pero muchos no lo percibieron, quizás cegados por la costumbre atávica de mirar el dedo que señala al bosque. El Chávez que soy –aunque yo no lo sabía- estaba en la calle en Miraflores en el campo en la ciudad en la universidad en la fábrica, convirtiendo cualquier espacio en escenario para explicarnos lo real y decirnos somos el poder actuante, tenemos que asumir el rol de protagonistas en esta historia de creación de una República de apellido Bolivariana. Esa tierra, como la prometida a Moisés, nos pertenece y podemos hacerla fructificar. Pero como los tres monos sabios no oímos no vimos no hablamos y dejamos hacer.

El Líder Máximo quemaba más que energía la vida misma generando Misiones, Empresas de Producción Social, recuperando empresas de las garras neoliberales, peleando mil batallas con los señores de traje corbata sotana o uniforme. Y el loro viejo pegado a la tv ahora en cable en Internet en el móvil en la lapto en la table, siempre el mismo mensaje del héroe blanco anglosajón y protestante bien vestido de elegante andar capaz de fabricarle una ilusión a la medida del American dream a todos los otros pequeños y desafortunados habitantes del mundo. Eso y la publicidad de triunfantes marcas, ha mantenido vivo el fantasma que no quiso recorrer el mundo pues odia a Carlos Marx. Y el pobre suspira por el fashion el profesional aspira como una fuller nuevecita aunque nunca llegará a la riqueza de un Mendoza capaz de vendernos a la gente que sí sabe sacar países de las crisis aunque sea a coñazo limpio. Cosa de coger el hilo, que finalmente es lo único que puede coger quien no tiene más que sus manos pies y unos ojos cargados de esperanzas.

Esas cosas están en el ambiente y gritan exigiendo una Revolución Cultural. Ay, perdone usted, no quise ofenderlo. Digo, si se quiere construir un mundo diferente, una alternativa, hay que hacer como en el Demian de Herman Hesse, si el pollo quiere nacer tiene que romper el cascarón. No hay otra forma. Entonces, avanzar a punta de decretos que favorecen al pueblo, está bien, pero hay que desarticular ese mundo de oferta demanda e ilusión que nos moldea constantemente. Siempre se nos ha planteado la dialéctica de lo nuevo avanzando desde el corazón de lo viejo, y es lógico, porque no se puede partir de cero, de una tabla rasa para construir.

Pero es tiempo de vernos a la cara, a lo más hondo de los ojos, urgar en ese modo de entendernos y contarnos nuestra historia, sólo para entender la grandeza de lo que somos. Entonces, ese hombre mujer niño joven anciano, avanzará de la mano de aquel del cual nos habló Allende, caminando por esas inmensas alamedas, seres ganados para el amor la libertad, para lo grande y hermoso, como escribió Bolívar al referirse al viejo Rodríguez metamorfoseado en el Samuel Robinson que daba clases desnudo por entender que era la mejor manera de enseñar anatomía.

Que loro viejo no aprende a hablar es una grosería no un refrán. Es la negación misma de lo que somos. Claro, hay situaciones, y gente que no se da cuenta que, está apretando cada día más el bozal que atosiga su conciencia. Recuerdo claramente. Carnaval. Un templete donde se quiso eliminar la cerveza para mantener la lucidez no la de la no embriaguez sino la otra, la más apetecible. Y me invitan como locutor entre un grupo folclórico y una orquesta vallenata, lo cual hasta se acepta por esas cosas de la frontera más viva y la familiaridad que desconoce ese límite de lo de allá con lo de acá. Entonces, hablar de la festividad historia lo lúdico como elemento esencial de lo humano, y me informan que vienen las candidatas. Sorpresa, son de los Concejos Comunales.

Capto la idea, es la mujer evolucionando más allá de estereotipos, revolucionaria, luchadora, compañera, constructora de… Y llegan las niñas recién salidas del salón de belleza todas lentejuelas escotes minifaldas o trajes sexis que jugaban a insinuar lo que todos sentimos lujoriosamente…. Y nada ni Sandra Bullock en Miss Simpatía tuvo más glamour al decir idioteces y pedir la paz del mundo. Trampa. No es culpa de nadie y es de todos la culpa, como en Fuenteovejuna, todos matamos al Comendador. Es decir seguimos repitiendo los cliché de la sociedad que tenemos, la única que conocemos y que no nos atrevemos a cambiar. No es fácil pero es el único camino si deseamos ese mundo de ¡No le pegue a la negra! más allá del sabor caribeño del negro Joe Arrollo. Es el derecho a la dignidad de Persona Humana, no de cosa o trapo pateable. Ese es el reto. Demoler una estructura al tiempo que construimos otra, dejar morir al hombre alienado, egoísta, competitivo, traidor, machista, feminista, para que nazca el igualitarista, el amoroso, el cordial, el solidario, el trabajador, el responsable, el alegre, el feliz, el socialista.

¿Y cómo se hace? 1.- Conciencia. Aceptar de dónde venimos y qué hemos hecho. Haber sido adecopeyano u afines no es un crimen, al menos que haya sido responsable o cómplice de la aberración en la práctica cotidiana, ahora, revestirse de rojo como un disfraz, sí, debería tipificarse como delito. 2.- Entendernos como sujetos de una educación deformante, que en esos cuarenta y tantos años de desgobiernos nos alienaron. 3.- Querer cambiar. Revisarnos. Entender la necesidad de evolucionar: Tener un plan. Escribirlo para saber qué se debe cambiar y con qué se sustituye. Ir del individualismo, egoísta y neoliberal a la solidaridad social socialista, por ejemplo. Si sabemos hacia dónde vamos podemos dar un paso. 4.- Oírnos. ¿Qué decimos? ¿Qué hacemos? La palabra es poder y revela lo que a veces ocultamos.

Una consigna gritada desgañotadamente no es nada sino surge de un corazón comprometido. 5.- Tener el valor de asumir que no se es perfecto y que se puede cambiar. Es como ir al gimnasio. Duele al principio, los músculos se resienten pero se van ajustado pues seguimos una meta y vamos, paso a paso alcanzando objetivos determinados, que han de llevarnos más temprano que tarde a lograr la victoria. 6.- Modelar. Tener una imagen de lo que quiero o cómo quiero ser para ir modelando en nosotros el cambio vital que puede convertirnos en auténticos defensores de nuestra Patria, parte del avance y progreso que todos nos merecemos. Hay muchas formas de hacer para quien QUIERE TRANSFORMARSE, como dicen en mi pueblo, “el que quiere besar, busca la boca”


borges0903@gmail.com


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