El fin de la histeria. ¿Adios al Chavismo?

La oposición hace bandera con el texto del compañero Roland Denis. Ahora, dentro de la consideración y el debate que siempre se da y se debe dar de este lado de la política, no nos sorprende su sorpresa. La oposición, acostumbrada a no ver por convicción, obnubilisación, ignorancia o  simplemente por creer que ser apolítico es no tener ideología, se sorprende de las contradicciones de nuestro bando. En el mundo, desde el fin del feudalismo y la colonia, ha imperado el capitalismo, por eso está como está.  Estamos impregnados de él, crecimos y vivimos en él - está, se podría decir, en nuestra memoria genética. A los que no les gusta ver, pues lo ven bien tal cual es. El mundo y el país que nosotros, los de este lado, soñamos, no existe, está por construirse, está en proceso o en plan.  El mundo capitalista existe, es fácil preverlo, es evidente, no tiene contradicciones, no tiende fracasos - acaso crisis -. Todo está hecho, el fin de la historia decretaron.

Los nuevos Fukuyamas proclaman el fin del Chavismo, incluso de cuando Chavez aun estaba vivo. Agoreros del fracaso, siempre vigentes, son los zamuros que presienten la caida del buey enfermo. Algunos presumen haberse dado cuenta hace tiempo y haberse deslindado del partido, de las políticas, de las decisiones, etc. Hacen fiesta unos cuantos, otros saltan talanqueras, publican textos, desdicen y condenan lo que queda del Proceso.

Las condiciones objetivas y subjetivas están en franco deterioro, es verdad. ¿Cómo negarlo?. Pero no es ahora, ni antes, que se necesitan de los zamuros y su revoloteo, su histeria. Se  necesitan de gallos, - diría Alí. Necesitamos gente que haga, que construya. También necesitamos la crítica, pero nublar el camino con fatalismos y oscuros presagios denigra del poder popular, ése que estamos tratando de construir y consolidar. Insulta la nueva conciencia del Pueblo; discrimina a los que creemos en la capacidad de organización y discusión de un Partido, sus actores  - los que votamos por nuestros diputados -, de las bases.  Ese pueblo que sí construye y forja logros y mejoras para su comunidad; que logra engranar esfuerzos con el gobierno y obtiene beneficios, no prebendas, no migajas del populismo, son derechos que se gana día a día en su lucha. Ese pueblo que muy seguramente poco o nada lee u oye a Aporrea ni a Marea Socialista, ni Luis Brito, ni a Nicmar, etc porque no tiene tiempo, acceso o conocimiento, ocupado en sobrevivir, crecer y vencer.

Recuerdo hace muchos años, al principio del Proceso, en una entrevista a un representante del Comité Simón Bolívar del 23, decir algo como: "Nosotros estamos con Chávez porque es una buena herramienta a favor del poder popular. En el momento que consideremos que él nos deja de ser útil no lo apoyamos más". Ahí entendí que los líderes son aquellos que se convierten en "herramientas" de la Revolución, y la revolución no reside en ellos. Una hoja dentro del huracan de la Revolución.

Nótese  que hasta ahora no he hablado de este Gobierno y de la dirigencia del Partido. Me son prescindibles. No es ahí que va a radicar ni a sostenerse la Revolución. Ni en chismes ni conjeturas ni Mesías por venir. Es en la consciencia que Chávez rescató y que nos reivindicó como Pueblo hijo de Libertadores.  No hay mayor gloria ni orgullo que eso. No hay mejor luz en el horizonte.

Yo aplaudo a aquellos que promueven y luchan por revindicaciones morales, claridad en la entrega de cuentas, fin de la impunidad e injusticias y atropellos, a los filosofos y pensadores, críticos en esencia, pero eso no los hacen superiores que  los bregadores de la revolución diaria y terrenal, la de los barrios, comunas, caseríos, nuevos urbanismos, etc.

Nadie dijo que iba a ser fácil. Chávez era humano y pecador, como seguramente Jesús lo fue en su tiempo, pero no decimos adios al Cristianismo, porque la fe, la solidaridad, el amor y la verdad no están tampoco en sus dirigentes, en el Vaticano, ni en los profetas o apócrifos ni en los ateos.  Nuestras contradicciones no han de sorprendernos ni tumbarnos. "O inventamos o erramos" decía Simón Rodríguez también rescatado por Chávez. Bien aprendimos que la revolución es un proceso dinámico. "Revolución dentro de la Revolución" fue una máxima, donde "o se triunfa o se muere". Algunos ya abordan la barca de Caronte. Huyen. Yo me niego. Mi fe en la revolución está intacta y nuestro deber es mantenerla viva.

cccop7@gmail.com



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